«Se habla muy poco de las gachas»

¿Qué más le han llamado?

¡Buf! Me han insultado tantas veces... ¡De todo!

¿Por?

A veces no puedo morderme la lengua, y mira que me entreno.

¿Qué queda del viejo restaurante de sus padres?

Sigue pegado a la antigua carretera Madrid-Toledo y seguimos dando comidas todos los días. Es un mesón reconvertido en restaurante. Los aguardientes con los nombres de toreros los tenemos escondidos.

¿Qué tiene usted de torero?

Mi padre fue torero y luego fotógrafo taurino. No soy un gran espectador, pero lo respeto mucho. Es un mundo de locos. Me gusta mucho José Tomás. Poco más.

¿Se imagina un país sin la fiesta de los toros?

Sí. ¿Por qué no?

¿Y sin rabo de toro?

Entonces no vamos a ningún lado. ¿Sabe lo que pasa? El 99% de lo que se consume es rabo de vaca. Eso es una manera de hablar. Si todos comiéramos rabo de toro, tendríamos que hacer una corrida cada dos minutos.

¿Nos dan mucho gato por liebre en los restaurantes?

No, al menos en la gastronomía en la que yo me muevo.

¿La burbuja inmobiliaria de la cocina ha sido la deconstrucción?

No, yo creo que no. Ferrá Adriá introdujo la deconstrucción, y es genial si está bien hecho. No por eso todo el mundo tiene que hacerlo. La burbuja de la gastronomía española tiene otros factores. No puede haber un restaurante de a cien euros el menú en cada pueblo.

¿Qué sobra en su cocina?

Al contrario, me falta. ¡Me faltan metros!

¿Y la gastrotontería?

No soy practicante. A mí me gusta ser elemental, sencillo. Ahora los cocineros modernos hablan de experiencias totales en sus restaurantes, y cuando entras te dan un pañuelo que huele a rosas para que te limpies los mocos, y no se qué más. No me parece mal, tiene que existir. Pero yo no entro en ese juego. A mí me interesa la austeridad en la cocina.

En la web de DiverXO, el restaurante de David Muñoz, avisan al cliente: «Te voy a desnudar desgarrando cada una de tus prendas»...

¡Qué maravilla! Que me avisen cuando esté Claudia Schiffer.

¿Usted desnuda a sus clientes?

La cartera, todo lo que puedo (risas).

¿A qué chef ficharía para su cocina?

¡A tantos..! A Berasategui, a Manuel de la Osa, al mismo David Muñoz... ¡Me quedaría con lo mejor de cada uno!

Karlos Arguiñano se metió con Masterchef Junior y parece que a usted le jodió un poco...

Nooooo. Estoy por encima de las críticas. Otro más. Dijo que los niños no tenían que estar cocinando y me pareció una patochada. Lo dijo rápido, sin pensar. A lo mejor es que quiere estar él solo en la tele.

También le criticaron la dura expulsión de Alberto, el concursante que inventó el León come gamba... Le llamaron insensible.

Había gente que decía que le habíamos jorobado la vida a un chico de 18 años. ¿El problema de este país es que expulsamos a un chaval de Masterchef? El pobrecillo se equivocó e hizo una frikada, ¡ya estaaaa! Yo ya me encuentro mucho mejor, gracias. (Risas)

Su compañero de jurado Jordi Cruz no se comería una cucaracha «ni al caramelo». ¿Y usted?

Es que hay tantas cosas ricas que comerse antes que una cucaracha... Pero si estoy en Perú o por ahí, donde se comen insectos como pipas, pues me la como.

Las medidas de las cucharadas que usted se mete en la boca, ¿están aprobadas legalmente?

¡Por favor! Yo como normal. Como la media de los españoles. Lo que pasa es que Samantha y Jordi comen como dos pijos.

¿De qué plato se habla poco?

De las gachas. Una cosa excelente. Pero ahora se habla de la salsa kimchi y del ceviche. Y del León come gamba.

¿Hay algo mejor que un huevo frito con patatas?

Joer. Pocas cosas. Es que ese plato ya lleva la salsa incorporada con la yema. ¡Con qué poquito!

¿Tenemos muchos trampantojos delante?

¡Buf! Montones. Somos una sociedad aborregada.

¿Un menú para Rajoy?

Uy, difícil. Los políticos son personajes tan extraños... Incapaces de reconocer los errores. Terrible.

¿Un viaje en pelota picada?

¡Gano muy poco en pelota picada! Sueño con un viaje... con tiempo.

¿Qué le importa un comino?

Cada vez más, lo que digan de mí.