Ariadne Artiles: «El yoga me ha devuelto la vida»

Hay mujeres que se visten por los pies y Artiles afirma ser una de ellas. «Empiezo por elegir los zapatos que me voy a poner y luego voy subiendo». Los zapatos suelen ser botas. «Tengo debilidad por las botas. Me las pongo desde que era boy scout». Y es que mucho antes de triunfar como modelo, antes de multiplicar su fama como esposa (más bien fugaz) del motorista Fonsi Nieto, Ariadne fue una asilvestrada chiquilla bautizada en una playa canaria, que adoraba jugar en la arena con sus veinte primos y que estaba convencida de que dentro de su isla «nada malo podía pasarme».

Al cumplir los 17, sus padres (él, profesor de inglés, ella, funcionaria) la enviaron a Madrid a estudiar COU. Y eso le cambió la vida. Han transcurrido casi otros 17 años de aquello y Ariadne, a la que su padre le eligió el nombre tras haber leído un libro de mitología griega, bien puede decir que ha pasado media vida posando. Hoy sus prioridades son conocerse cada día un poco mejor a sí misma y trabajar la serenidad que dice haber alcanzado desde que cumplió los 30. «A partir de esa edad fue como otro despertar. Te das cuenta de quién eres y cuanto más te conoces más fuerte te sientes y más armas tienes para vivir lo mejor posible». El yoga tiene mucho que ver en ese proceso.

«El yoga me ha devuelto la vida», asegura Ariadne. Comenzó a practicarlo para combatir la escoliosis que padece desde adolescente, consecuencia de un desarrollo demasiado rápido. «Yo era la más alta de la clase y tuve que pasarme dos años con corsé, que en Canarias, con el calor que hace, es horroroso». Eligió el yoga Ashtanga, el más físico que existe, y además de fortalecer su espalda conoció la meditación. «No tengo un mantra, todavía estoy muy al principio, pero estas técnicas te ayudan a entrar en contacto contigo mismo. Y es necesario porque yo creo que hoy día andamos todos muy perdidos».

El milagro del aguacate

Artiles defiende que su estilizadísima figura «no está reñida con la salud». Mide 1,75 y pesa 55 kilos, lo cual podría excluirla de las pasarelas que demandan un índice de masa corporal determinado. Ella protesta. «Se puede estar muy delgada y perfectamente sana. Lo de la masa corporal es una estupidez. Eso que se lo pidan a los culturistas. A mí me cuesta engordar. Cada uno es de su padre y de su madre, somos genéticamente diferentes. Yo nunca me he privado de nada. Pero sí me alimento lo mejor posible. Soy consciente de que lo que meto en la boca me repercute incluso en el estado de ánimo». Y lo que más a menudo mete en la boca esta modelo es aguacate. Mínimo, uno al día. «Está en mi dieta para desayunar, para comer, para cenar ¡No engorda nada, son todo bulos! Te da salud y te pone una piel preciosa». Tal vez detrás de esa filosofía se escondan los consejos de su hermana Aida, que además de modelo es diplomada en nutrición. Claro que las Artiles no siempre están en todo de acuerdo. A la pequeña le encanta hacerse tatuajes, mientras que Ariadne huye de ellos. «Me gusta verlos en mi hermana, pero yo nunca me haría uno porque seguro que me cansaría enseguida».

El resto es vida privada. Y ese es un territorio que Ariadne acotó hace tiempo. Su boda con Fonsi fue un acontecimiento mediático («cuando te casas con 23 años, eso más que un matrimonio es un noviazgo», dijo tras separarse), pero su relación con José María García Fraile, hijo del famoso periodista deportivo, resulta casi clandestina de puro discreta. «Estoy encantada con la vida que tengo afirma. No pido nada más, quedarme como estoy». En cuanto a tener hijos... «Quiero ser madre desde que era una niña. Pero aún no es el momento», zanja la modelo.