Campaña plana
Ninguna propuesta grandilocuente ni giro de guion, con una semana por delante y una agenda que no anticipa sobresaltos
En el ecuador de la campaña, ya no queda ningún perro con el que hacerse una foto. Este paniaguado postureo electoral ha contagiado los días ... y borrado las tardes con sus noches. No es que haya pocos mítines, más bien ninguno. Las urnas dirán el 28 de mayo a quien favorece esta balsa de aceite. En la semana que queda, el PSOE no tiene programada ninguna visita ilustre, confiado a la imagen de Paco Cuenca y su nivel de valoración por encima de la marca socialista. El PP cerrará con la candidata Marifrán Carazo arropada por el presidente regional, Juanma Moreno.
Pantallas acústicas, parques, aceleradores de empresas… Ninguna propuesta hasta el momento que haya marcado la campaña y obligue al rival a ir a rebufo. No ha habido teleférico a la Sierra, ni túnel a la Alhambra, ni escaleras, ni ascensor… ni siquiera se ha hablado de la Alhambra. Aquellos tiempos en los que hasta se filtraron horas antes de las elecciones las fotos de la boda del hijo de Audrey Hepburn en el Palacio de Carlos V con José Torres Hurtado con el collar de alcalde en la presidencia. Esa cuchipanda que, en alegato, se vino a decir que no era una ceremonia nupcial, sino el trampantojo de una boda.
Tampoco hay Central Park en la Vega, ni Human Tech, ni algún candidato ha prometido unos fastos en el futuro inmediato, como la Expo de Torres Hurtado para 2012 que nada más anunciarse se supo que era imposible. Esas cosas alimentaban las campañas, que siempre deparaban un giro de guion conspirativo a la desesperada. En 2015 fue el botellón convocado por un tal Ismael para el viernes previo a la jornada de reflexión y saltarse el decreto por el que se había prohibido la fiesta de la primavera: «A fin de cuentas, no pueden hacer nada contra 30.000 personas con apenas 900 policías. Pásalo». Un mensaje que, según las indagaciones del Partido Popular, partió de un ordenador ubicado en la sede regional del PSOE en Sevilla. Según los socialistas, la web donde se dejó el llamamiento había sido creada el mismo día y por la misma persona que el dominio 'pptorres.es'. Todos quieren una campaña de propuestas pero, en realidad, lo que entretiene al personal son estas polémicas efervescentes. Ya ni siquiera se entregan formalmente los programas con los que después se fiscalizaba durante cuatro años al futuro alcalde.
Aquella campaña de 2003, donde Paco Garrido –candidato de Los Verdes– prometió el 'bonosex' para que los jóvenes pudieran copular a mitad de precio en los hoteles.
Y, pese a todo, no salió elegido.
La llave de la costa
La contienda de la capital –la más apretada en veinte años– ha acaparado toda la atención. Es el enfrentamiento de más nivel del bipartidismo en toda Andalucía. Aunque no se haya producido un cara a cara al rechazar Paco Cuenca este formato; el mismo al que sí ha accedido el alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz, con el candidato popular, José Luis Sanz. Cuenca no ha querido invisibilizar a la izquierda, consciente de que –si le salen las cuentas– será con su apoyo. Pero en la trastienda de esta campaña también se decide la Diputación; menos visible que la alcaldía de la capital, pero con más poder territorial y, sobre todo, más presupuesto. Mucho se habla de la relevancia que tendrá el resultado de la capital en la configuración posterior de la institución provincial, donde no existe una votación directa. Es tan importante, que el PSOE mantuvo en 2019 la mayoría, en gran medida, gracias al resultado histórico de Paco Cuenca.
Sin embargo, el reparto final puede depender principalmente de los votos en la circunscripción de la Costa, donde se reparten tres diputados. PSOE y PP podrían empatar en el resto de la provincia por caprichos de la ley D'Hondt; aunque uno saque un amplio margen al contrario. El desempate estaría en la Costa, donde en 2019 los socialistas se impusieron por 620 papeletas. En la mitad puede estar la Diputación.
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