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Inmigrantes magrebíes en El Ejido. AFP
Hijos de la apatridia

Hijos de la apatridia

Jesús Prieto Mendaza

Viernes, 12 de abril 2019, 00:09

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Que la sociedad española se enfrenta a retos importantes relacionados con la inmigración es una evidencia. Uno concreto está despertando una especial preocupación, me refiero a la llegada de jóvenes, menores de edad, tanto subsaharianos como magrebíes, esos a los que conocemos con el acrónimo de 'menas'.

Si bien su comportamiento en instituciones de acogida, centros escolares o en las calles suscita reacciones de todo tipo, algunas justificadas, no es menos cierto que en ocasiones nuestra sociedad construye un discurso exagerado sobre las actuaciones de jóvenes de origen magrebí en nuestros espacios urbanos. Unir a los jóvenes 'menas' con la delincuencia no es ni justo ni riguroso, como tampoco lo es presuponer una bondad absoluta, rousseauniana, en todo joven migrante, en un alarde de demagogia y una falta de ética aplastante, por parte de determinados agentes políticos.

Si nos remitimos a los datos, es cierto que 2019 comenzó con la llegada a nuestro país de casi 13.000 'menas', un incremento del 150%. Es esta una cifra que debiera interpelarnos si introducimos el factor territorial, pues entonces la diferencia de número es abismal entre los numerosos que llegan a Andalucía con respecto a los escasos que alcanzan Cantabria, o entre los que se dirigen a Euskadi y los pocos que eligen Castilla-León. ¿Existe efecto llamada?

Ciertamente estos jóvenes apátridas a los que llamamos inadaptados son, como dice Enrique Martínez Reguera en su libro 'Cachorros de nadie', unos «superadaptados» a sus circunstancias. Lo que ocurre es que aquellas no maridan bien con las predominantes en nuestra sociedad receptora y chocan con nuestro concepto de ciudadanía. ¿Y qué podemos hacer? Unicef ofrece respuestas cuando pide un plan nacional de 'menas' y un registro único para todo el Estado. Acierta también cuando pide medidas que contemplen el derecho a su educación y su integración.

Medidas reales, pues estos jóvenes son reales. Lástima que en estos momentos en los que un 'hashtag' vale más que una propuesta, más parezca que lo único importante sea mantener entretenido al auditorio.

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