Sánchez propone un Gobierno «integrador» para superar la «década perdida» del 'procés'

Sánchez acudió ayer a Salou (Tarragona) a lanzar un mensaje de «pasar página» junto al candidato del PSC, Salvador Illa, y el primer secretario de los socialistas catalanes y ministro de Política Territorial, Miquel Iceta. Cataluña necesita, afirmó en un desangelado mitin telemático, «un Govern que sepa asumir el momento histórico» sin reivindicar «causas perdidas, sin banderas que dividen, sin mártires ni fantasías políticas y centrado en lo que importa, en la realidad».

En ningún momento puso siglas a ese proyecto, pero se le entendió todo. Hablaba de buscar una fórmula de entendimiento entre el PSC, ERC y Catalunya en Comú sin definir el orden de prelación. Ese modelo serviría, a su entender, para superar «el desgarro emocional» de la sociedad catalana causado por el 'procés', para poner en marcha un Ejecutivo centrado en los problemas reales y, de paso pero no menos importante, para apuntalar su estabilidad parlamentaria en Madrid.

«Dejemos atrás las culpas y hablemos de soluciones», reclamó. Sánchez insistió en la conveniencia de acordar un Gobierno de «transformación y progreso en Cataluña después de tantos años de ruido y oscuridad». El líder del PSOE se vio secundado en su mensaje por Iceta que también instó a los catalanes a «pasar página» el 14 de febrero para poner fin a una etapa «perdida de incompetencias y divisiones» con los gobiernos encabezados por los posconvergentes Artur Mas, Carles Puigdemont y Quim Torra.

Pero no todo es situarse en el escenario del día después de las elecciones, Sánchez también reclamó el voto útil para un PSC que compite en los mismos caladeros de voto con Esquerra y los comunes. El socialismo, subrayó el presidente del Gobierno, es «la izquierda en Cataluña y en España». Sabedor también de que la abstención es uno de los grandes peligros en estos comicios, solicitó «la máxima movilización de la izquierda, de los socialistas, de los progresistas. Todos deben concentrarse en una papeleta: la del cambio, la de la esperanza».

Illa, constreñido a su papel de candidato, se ciñó al guion de campaña y centró sus dardos en su gran rival, Esquerra, a la que acusó de «blanquear la peor cara de la derecha catalana» y su política de recortes en el gasto social. ERC, prosiguió, en «el falso camino hacia su república imaginaria ha querido esconder una nefasta gestión de los recursos públicos» y ha sido «cómplice y ejecutora de consolidar estos recortes de la derecha desde 2013».

El exministro de Sanidad no se permitió ni un atisbo de coqueteo con los republicanos, tarea que dejó en manos de Sánchez e Iceta, liberados de los corsés electorales.