Macarena Olona se quedó con la mano tendida
Los candidatos someten a un intenso debate a Juanma Moreno, que busca el centro y evita comprometerse con Vox
Quico Chirino
Granada
Lunes, 13 de junio 2022
Al principio, Juanma Moreno parecía un mimo en la puerta de San Telmo que al recibir un reproche esbozaba un mínimo gesto, como al artista ... callejero que le echan una moneda. Desde el primer turno de intervención se supo que Juan Espadas (PSOE) y Macarena Olona (Vox) no dejarían que, en esta ocasión, ganara el debate simplemente por incomparecencia. Unas veces cabeceaba al oír los ataques, como un muñeco articulado. Otras, sonreía como si dos hilos le tirasen de la comisura de los labios. Hasta Inmaculada Nieto (Por Andalucía) le gritó un poquito –dentro de lo que en ella se puede considerar gritar–. Solo faltó que apareciera Rockefeller, el cuervo de la voz aguardentosa, y le espetara: «Toma, Moreno». Tal fue el ataque inicial que, a los 31 minutos, alguien debió preguntarse si Juan Marín (Cs) seguía ahí. «Estoy asombrado de asistir a este debate», reaccionó. Cuando Marín buscó la confrontación con Macarena Olona, Juanma Moreno tuvo tiempo para beber agua. Otra vez se desgastó por un gobierno de coalición en el que las encuestas no lo sitúan de vuelta.
El segundo encuentro sí fue un verdadero batiburrillo acelerado de argumentos –algunos– y cruces de reproches. Entretenido, a ratos mordaz, con alusiones a la vaca de Moreno y a las torrijas de Marín, con interrupciones constantes y algunos gags preparados. Tanto esperaba Juanma Moreno que Macarena Olona le sacara unos libros de texto para reprocharle que se haya tragado la «bazofia ideológica», que el candidato del PP guardaba otros bajo el atril. Para que el espectáculo fuera redondo solo faltó que trajeran el polígrafo.
Lo que no se sabe es si los espectadores sacaron algo en claro o si estos encontronazos sirven para algo más que para reafirmar –si acaso– al electorado que ya se tiene asegurado de antemano.
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Macarena Olona buscó una OPA hostil. Hasta intentó disputar a Teresa Rodríguez –a Inmaculada Nieto la obvió– el voto de los trabajadores. También parecía que Juan Espadas iba a estar más agresivo, pero ese papel no es el suyo y cuando el debate se tornó bronco el candidato socialista desapareció a ratos. Las dos representantes de la izquierda volvieron a respetarse entre ellas y se complementaron en sus discursos. Hasta el punto de que quien haya visto ambos debates aún se preguntarán por qué concurren por candidaturas separadas.
La cita de anoche permitió conocer mejor a todos los aspirantes a la presidencia de la Junta, porque ninguno pudo mantener durante hora y media el guion que traía escrito y tuvieron que entrar en las provocaciones. Todas salvo una, que es la que Juanma Moreno esquiva desde la precampaña: si está dispuesto a formar gobierno con Vox. «Toda la campaña mareando la perdiz y hoy que veníamos a escucharlo alto y claro sigue sin aclararlo», le recriminó Espadas.
Olona lo intentó desde su primera intervención. «Seamos sinceros y sensatos y digamos en qué estamos pensando». Y, pese a la virulencia de sus intervenciones, terminó por tenderle la mano, verbal y físicamente. «No le voy a tener en cuenta algunas cositas que ha dicho en campaña». Después le advirtió que si necesita «un solo escaño» de Vox o, incluso, la abstención, no será presidente. Espadas lo consideró una «declaración de amor».
Pero Juanma Moreno no fue un paso más allá de lo que ya ha ido: «Yo quiero gobernar en una alianza con los andaluces». Olona persistió, incluso le preguntó si acaso estaría dispuesto a ser su vicepresidente, algo que Moreno calificó de «delirio».
El segundo debate fue intenso, necesario, útil para quien lo viese, aunque tampoco provocará un giro radical en lo que resta de campaña. Poco se van a mover ya los discursos. Y Macarena se quedó con la mano tendida.
Con los argumentos puestos sobre la mesa toca decidir el 19J.
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