Una experta explica por qué ya no hay huevos blancos en los supermercados

Para dar respuesta a dichas dudas, IDEAL se ha puesto en contacto con Mar Fernández, directora del Instituto de Estudios del Huevo, que ha explicado lo que está sucediendo exactamente. «Cuando las granjas empezaron a hacerse comerciales en España, allá por los años 60, las gallinas que más huevos ponían por su genética eran las de plumaje blanco». Y esto, daba como resultado que la mayoría de huevos fueran blancos.

El único factor que determina el color del huevo es precisamente ese, el plumaje de la gallina. Y como las blancas consumían menos comida y producían más huevos eran las más usadas. «Las gallinas de campo por entonces eran marrones. Eran más resistentes y consumían un poco más, pero producían menos huevos». Por ello, normalmente los huevos blancos tenían un precio más barato y el marrón se destacaba como «huevo de pueblo» o «campero» y tenía un precio mayor.

La gente prefería los huevos marrones, así que se empezaron a desarrollar líneas genéticas de gallinas de plumaje marrón que pusieran tantos huevos como las de pluma blanca. «Así se empezó a desplazar el huevo blanco del supermercado. Ahora se sigue produciendo pero generalmente se dedica a la industria», detalla Fernández, que deja claro que en lo relativo a la calidad no existen diferencias entre los huevos marrones y los blancos, más allá de que los marrones son «un poco más grandes».

Ante esta nueva situación, ahora se está gestando un cambio de paradigma: «Estamos viendo como en mercados tradicionales y de abastos están volviendo los huevos blancos para diferenciarse de lo habitual, que ahora son los marrones». Y muchos clientes empiezan a ver con mejores ojos los huevos blancos debido precisamente a que cada vez es más difícil encontrarlos.

«Hay que tener claro que el hecho de que sean blancos o marrones no los hace ni mejores ni peores. Al final es una cuestión de preferencia del consumidor». Eso sí, si lo que se busca es un huevo que sea de la mayor calidad posible sí que hay que tener un factor en cuenta: la frescura. «Por eso si es bueno preocuparse. La frescura marca la calidad, así que lo mejor es que sea lo más fresco posible», finaliza.