El mítico hostal de Granada del que llovió dinero
Turismo ·
La familia Lladó Llort, que llegó de Tarragona en 1968, alquiló la quinta planta de su establecimiento con un préstamo del propietario de la ortopedia Duquesa y hoy aloja a visitantes de todo el mundo, estudiantes y trabajadoresFue en 1968 cuando el matrimonio oriundo de Tarragona, conformado por José María Lladó Franqués y Rosa María Llort Fernández, llegó a Granada con un ... futuro «incierto», pero con muchas ganas e ilusión y alquilaron aquella quinta planta que dio comienzo al negocio familiar en Gran Vía, una calle emblemática. Fueron sumando habitaciones y se fueron haciendo grandes en ese edificio, en el número 38, con ese color ahora que en otoño se mezcla con el amarillo y anaranjado de los árboles. Hostal Atenas ha ido creciendo e ideando estrategias de la mano de una Granada diferente.
Lladó venía de una empresa familiar avícola y Llort recién titulada en magisterio, con sus oposiciones ganadas y trabajando en Reus, lo dejo todo por amor. Pronto empezaron a manejarse por Granada gracias a su gente. «Fueron muchos los consejos y ayudas que recibieron para empezar a montar su negocio», recuerda su hijo Ignacio. Los fundadores, aún presentes en la vida del negocio, pasaron el testigo generacional a sus hijos Rosa Mª e Ignacio.
Repasan como los comienzos fueron «difíciles, lejos de la familia y sin apenas recursos económicos». Empezaron desde cero, alquilando la quinta planta del edificio situado en Gran Vía 38, como se ha indicado. Lo hicieron con esfuerzo, dedicación y un préstamo que recibieron de Ángel Fernández (dueño de la ortopedia Duquesa). Convirtieron aquel piso en pequeñas habitaciones privadas donde se pudiera alojar todo aquel que necesitara hacer noche en Granada (por ocio o por trabajo). Inauguraba así el Hostal Rif.
En aquellos compases su clientela fue de lo más variopinto: los había que estudiaban Derecho, otros Medicina, representantes y algún que otro turista. Con el paso del tiempo se fueron centrando en el sector del alojamiento turístico ya que su ubicación en el centro de la ciudad lo hacía muy atractivo. Para ello necesitaban ampliar la oferta de modo que los pisos del edificio que se quedaban vacíos los iban convirtiendo en plazas hoteleras, hoy en día ocupa prácticamente la totalidad del inmueble. Cuentan con ochenta habitaciones.
El hostal Rif pasó a llamarse Atenas por una cuestión de prioridades. La familia lo cuenta de una manera muy directa: «Cambiamos su nombre como estrategia de marketing cuando empezaron a emitirse guías de hoteles en papel, ordenando los establecimientos hoteleros alfabéticamente, se buscó un nombre que lo posicionara en primer lugar, por lo que pasó a llamarse Atenas ¿Qué granaíno o granaína no sabe dónde está el Hostal Atenas?». Pasó el tiempo y la demanda fue creciendo: Turistas, representantes, viajes escolares…. «Eso sí, había que ingeniárselas para darnos conocer, el patriarca siempre tuvo la cabeza muy lucida: reparto de flyers publicitarios en los aparcamientos de la Alhambra, captación de números de fax de las empresas de autobuses (a los que se les enviaba nuestras ofertas) entre otras estrategias», describe Ignacio.
En más de este medio siglo de existencia solo cerraron sus puertas en la pandemia, de marzo a mayo de 2020. Abrieron primero a sanitarios, estudiantes, trabajadores, etcétera, de todo menos turistas. «Tuvimos una gran aceptación y gran ocupación porque la mayoría de los establecimientos turísticos permanecían cerrados y esto a su vez hizo que la clientela fuera de lo más variopinta debido a las circunstancias que acompañaban. Recibimos a sanitarios, personas con crisis matrimoniales, estudiantes, clientes que alquilaban las habitaciones por horas para mantener encuentros, personas con riesgo de exclusión social, era un reguero de todo tipo de clientes de lo más variado», relata Ignacio.
Si bien, la anécdota de Atenas se produjo una mañana de otoño (hace unos quince años) cuando un cliente italiano arrojó por el balcón de su habitación, que daba a la calle Gran Vía de Colón, alrededor de unos 10.000 euros que fueron recogiendo los viandantes que aquella mañana alrededor de las ocho se disponían a ir a su trabajo. «Y, se encontraron con esta sorpresa. Efectivamente aquel día llovía dinero del cielo granadino. Fue un hecho muy comentado en la ciudad e incluso la prensa se hizo eco», rememora.
Siempre abiertos
La familia mantiene el negocio activo siempre y no han cerrado para hacer obras. Para las reformas han ido actuando por zonas o plantas. «Desde hace así 20 años se vienen haciendo actuaciones de reformas todos los años; la más significativa fue en el año 2010, cuando por razones de seguridad tuvimos que instalar una escalera de incendios en un patio de luces en un edificio que data del año 1907, fue una obra magistral que a día de hoy aún perdura y nos da mucha alegría y tranquilidad saber que tanto nuestros clientes como la dirección del establecimiento descansamos más seguros teniendo esta seguridad añadida en el edificio», cuenta Ignacio. Poco a poco se han ido cambiando ventanas, suelos, baños, mobiliario, pintura y «todo lo necesario que va pidiendo el establecimiento para estar a la orden del día debido a la gran oferta hotelera que atesora nuestra ciudad, y para ser competitivos con esa calidad hay que renovarse o morir».
La familia Lladó Llort sigue regentando el Atenas Granada, con un montón de anécdotas y críticas constructivas que «nos ayudan a mejorar día a día para que el huésped disfrute de su estancia».
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