Gregorio López y GregorioLópez Arquelladas, delante del hotel.Pepe Marín
Sagas empresariales | El Capricho
El empresario que convirtió un merendero en un gigante de los eventos
Segunda generación ·
Gregorio López, que había trabajado en varios sectores incluidas cervezas Alhambra, abrió El Capricho el 6 de junio de 1967, en una parcela de 1.300 metros cuadrados. Ahora cuenta con más de 60.000 metros cuadrados. Se jubiló, volvió y ha vuelto a retirarse. Sus tres hijos tomaron las riendas del negocio
El 6 de junio de 1967, a las 12.00 de la mañana, abrió como piscina merendero El Capricho. Es la fecha y la hora ... en la que comenzó a funcionar el complejo creado por Gregorio López –nacido el 3 de octubre de 1943 en Mecina Fondales–. Con 81 años cumplidos este empresario está jubilado –por segunda vez–, pero no deja de pensar en su empresa, que ha dejado en manos de sus hijos. Aquellos 1.300 metros cuadrados ahora son más de 60.000 metros cuadrados bajo el nombre Tandal Urban Resort, aunque para los vecinos de Monachil y de Granada sigue siendo El Capricho de Gregorio López.
El complejo hotelero y de restauración cuenta con 12 salas de eventos, hotel 5 estrellas, restaurantes, taberna, cafetería y hasta plaza de toros. El grupo organiza todo tipo de eventos y es un referente. A vista de dron el complejo ofrece poderío.
Gregorio López está jubilado, pero es la memoria de este negocio en el que están al frente sus hijos Gregorio, Yolanda y José Antonio. Este vecino alpujarreño vino a Granada con doce años de edad. Echa la vista atrás y recuerda que lo de estudiar no era lo suyo. Empezó estudios en el seminario para cura, aunque descubrió pronto que no era su vocación. Ahora, con la sabiduría de los años anima a todos a formarse y estudiar. «Si hubiera estudiado hubiera sido más fácil mi trayectoria empresarial», asume.
López empezó a trabajar con 18 años en un establecimiento en la Fuente de las Batallas, que se llamaba hotel España. «Hacía de director, de recepcionista y de todo», rememora. Después trabajó en cervezas Alhambra. «Y como mi vocación era ser empresario y dirigir una gran empresa, monté un cine en Huétor Vega a mis padres con el nombre Jerri», detalla.
El Capricho cuando era un merendero.
No fue la única iniciativa. Cuando salió del servicio militar decidió montar una empresa para casarse y buscar su futuro. «Siempre con el afán empresarial», admite. Le encargó a un corredor que le buscara un solar entre el restaurante El Cateto y el restaurante Bienvenido. «Y lo encontró. Le puse el nombre merendero-piscina-discoteca, mi caprichito», apostilla. Lo hizo con 100.000 pesetas prestadas por la Caja de Ahorro y Monte de Piedad. «Estaba asustado; metido entre dos monstruos de merenderos. Era duro, pasar y ver los negocios llenos y el tuyo, vacío, pero yo decía a mi familia y a todos: Tenerlo todo limpio», cuenta.
«La limpieza era la base principal y creo que fue mi éxito. Lo pasé de merendero a restaurante El Capricho, después complejo turístico El Capricho y finalmente cambié a Tandal Urban Resort», explica. Hoy tiene un restaurante italiano, un restaurante asiático, una cafetería, un supermercado, una taberna, un pub, y la joya que es su hotel cinco estrellas Granada Palace. También hay un casino que no funciona «porque estos tiempos de crisis no hay mucha gente para gastar dinero», agrega.
Agradecido a los granadinos
El hotel Granada Palace es «un concepto totalmente diferente a cualquier otro». Todo suites y suites junior en plena naturaleza. Gregorio está muy agradecido con los granadinos. «He aprendido de los granadinos y han puesto algún granito de hormigón en esta su casa. Sin su ayuda hubiera sido imposible», subraya al referirse a medios de comunicación como IDEAL. «Yo creo que es difícil encontrar algún granadino que no haya pasado o visitado, nuestras instalaciones en estos 58 años», presume.
Otros tiempos. Pista de baile de la discoteca del complejo El Capricho en una imagen antigua del archivo de la empresa
Siempre ha estado arropado por su familia y, sobre todo, por su esposa, Mercedes Arquelladas. Su objetivo ha sido siempre comprar terrenos, inventar actividades, hacer las obras con la máxima calidad para que no se quedaran antiguas y estuvieran siempre a la última moda. «La verdad, los primeros 30 años fueron maravillosos, había personal cualificado para trabajar, había bodas, congresos y eventos de empresas», repasa mientras recuerda la gran cena de gala de 1992 del Skal Club del palacio de Congresos de su complejo en la sala Palacio del Capricho.
Gregorio López reconoce y agradece «a todos los alcaldes y concejales que han pasado, desde que llegué a Monachil, hasta la fecha, la ayuda sensacional para poder seguir ampliando mi empresa. Así deberían de ser todos los alcaldes de Granada, que ayudan a crear puestos de trabajo».
«Tengo en mente, al dejarme libre el casino, adaptarlo para traer espectáculos de lujo, musicales de lírica, y espectáculos flamencos»
Añora los tiempos en los que traían actuaciones de Isabel Pantoja, Rocío Jurado, Paloma San Basilio o Los del Río, entre otros. «Por aquí han pasado todos los mejores artistas españoles, y las mejores orquestas, sobre todo para las grandes galas de Nochevieja y San Valentín», evoca. Un hito importante para esta familia fue también cuando los clubes de fútbol les elegían para hospedarse, como el FC Barcelona, el Granada CF y la Selección Española de Fútbol.
La empresa empezó solo con la familia y tres empleados. Antes de la pandemia de la covid tenían 83 empleados y ahora están en 49. «Tengo unos hijos maravillosos», se enorgullece. Yolanda se dedica a los recursos humanos; Gregorio está centrado en eventos y José Antonio es informático. «Los nietos están estudiando; a la espera de sus decisiones», señala.
Clientes de toda la vida
Gregorio, hijo, relata que a pesar de que le encanta este mundo, las dificultades son nuevas. «Ya no es solo esforzarse muchísimas horas, como nos han enseñado nuestros padres, Gregorio y Mercedes, sino que ahora hay que gestionar adecuadamente.¡ Muchísimas variables te atenazan, como el personal, las bajas, la formación, las redes sociales, etcétera. Cualquier variable mínima te afecta profundamente a los resultados», mantiene. Destaca que «seguimos empujando para que esta empresa continúe, con la ayuda de toda Granada. Son clientes de toda la vida que vuelven y vuelven y eso es de agradecer infinitamente».
Juventud. Gregorio López, el fundador del El Capricho, cuando tenía 18 años y trabajaba en el hotel España, en la Fuente de las Batallas de Granada.
A pesar de que Gregorio López se jubiló a los 63 años, se enganchó a los 79 años hasta mayo de este año. «Tres años que le he regalado la Seguridad Social porque al trabajar no cobro», relata. «Volvió porque la persona que ha estado toda su vida en ello, le es muy complicado cortarlo en seco. Está un poco más retirado, pero asesorando a sus hijos en todo momento. Esa capacidad y experiencia que tiene es valiosísima para la empresa», desvela su hijo Gregorio.
El complejo hotelero y de restauración cuenta con 12 salas de eventos, hotel 5 estrellas, restaurantes, taberna, cafetería y hasta plaza de toros
El fundador echa la vista atrás y admite que en la actualidad tener una empresa es «muy complicado» por los costes del personal, impuestos y demás. «Cuando yo ganaba dinero, le costeaba las vacaciones a todos mis empleados. Con todos los gastos pagados. Visitaron Cuba, Santo Domingo, Cartagena de Indias, etcétera, pero ahora no», admite. «Hay que entender las diferencias del resto de los negocios del mío: yo siempre he hecho lo que no hacen otros empresarios», resume. Y, un aviso, aunque está jubilado dice: «Tengo en mente, al dejarme libre el casino, adaptarlo para traer espectáculos de lujo, musicales de lírica, y espectáculos flamencos. Claro hay que entender que hoy los espectáculos cuestan». Él le está dando vueltas para ver cómo hace para ofertar a los granadinos estos eventos.
La familia transmite optimismo a pesar de que ha habido etapas de todo. Cuentan con entusiasmo las fiestas de graduación que han organizado durante años. Algunos chavales se conocieron en esas celebraciones y después celebraron allí sus bodas. «Da mucha alegría ver cómo los granadinos vuelven a pasar por sus salas para divertirse y hospedarse, que siga siendo así», concluyen padre e hijo.
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