Uno de los principales accionistas de BBVA se fue en verano por la opa hostil sobre Sabadell

Aunque la decisión se tomó en julio pasado, se ha conocido ahora tras una filtración al diario británico Financial Times. Según esas mismas fuentes, la motivación de GQG Partners, gran inversor en varios bancos europeos y que era uno de los cinco principales accionistas de BBVA, es que considera que la oferta sobre Sabadell consumiría demasiado tiempo y distraería a la entidad de su propósito -lo que incluiría atender otros objetivos estratégicos-, además de diluir su exposición a los mercados emergentes.

Según datos de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), el fondo radicado en Florida llegó a tener un 3,090% del accionariado de BBVA en febrero de 2021, participación que redujo levemente en agosto de 2022 hasta el 2,957%, informa Europa Press. Pese a la importancia de su inversión en el banco, GQG Partners había resuelto no intervenir de forma alguna respecto a la polémica opa ni tampoco dar instrucciones en relación con los derechos de voto que ostentaba.

Tras la salida de dicha firma estadounidense, los principales accionistas de BBVA son precisamente otro fondo norteamericano, el poderoso BlackRock con el 6,68%, así como Capital Research and Management Company, una de las tres gestoras de fondos de pensiones más grandes del mundo, con el 5,03%.

BBVA, que lanzó su propuesta tras fracasar los contactos previos que mantuvo con la dirección de Sabadell, ya intentó la fusión de ambas entidades financieras a finales de 2020, en plena pandemia. Tampoco entonces llegaron a un acuerdo por discrepancias en la ecuación de canje y en la estructura de mando de la entidad resultante. Pese a todo, desde el banco vasco se insiste en que la operación sigue teniendo un «sentido estratégico», aunque desde su competidor catalán se ha rechazado de plano al considerar que puede generar más valor en solitario para los accionistas y que el precio de la opa infravalora su proyecto.

Después de conseguir el visto bueno de su junta de accionistas y del Banco Central Europeo (BCE) -que analizó la operación únicamente desde la órbita de la solvencia-, BBVA está ahora a la espera de recibir la autorización de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Pero, especialmente, aguarda con expectación el pronunciamiento de la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) sobre el proyecto, consciente de la postura que ha adoptado el Gobierno, desde el primer momento opuesto a la fusión.

El calendario que maneja la entidad que dirige Carlos Torres estima que el proceso para poder lanzar la OPA sobre Sabadell tardará entre unos seis u ocho meses desde el anuncio de la operación en mayo, incluyendo el tiempo previsto para recabar todas las autorizaciones necesarias. De hecho, para la CNMC, el banco estima unos cinco o seis meses, es decir, hasta principios de noviembre.

De esta forma, en un folleto remitido a la SEC –el regulador bursátil estadounidense-, BBVA sigue manteniendo su previsión de que la fusión se cerrará a finales del primer semestre de 2025. Sin embargo, hace pocas fechas el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, apuntó a que el calendario de la operación podría extenderse «varios meses más, hasta bien entrado el primer trimestre de 2025» si el análisis de la Competencia se prolonga y entra en la llamada fase 2. Además, según fuentes del mercado, eso «implicaría posiblemente que aplique condiciones más duras a la operación, lo que a su vez significaría sinergias negativas» para el banco vasco.