Caso Rubiales
«Vengo desde Gerona para apoyar a la madre de Rubiales»«Tu hijo no ha hecho nada», apoya con una pancarta Rosario a Ángeles Béjar durante su tercer día de encierro y huelga de hambre
Una mujer de 69 años que dice ser natural de Figueras, en la provincia de Gerona, lleva desde la noche del lunes ante la puerta ... de la iglesia Divina Pastora de Motril para solidarizarse con la madre de Luis Rubiales, Ángeles Béjar, que este miércoles atraviesa su tercer día de encierro y huelga de hambre como protesta por la «cacería» a su hijo tras el polémico beso a Jenni Hermoso durante la celebración del Mundial femenino.
A Rosario le hierve la sangre desde que explotase el caso y asegura que saber del encierro de la madre de Rubiales la motivó a subirse a un AVE hacia Granada y, de ahí, coger un autobús hasta Motril. «Ángeles, estamos contigo. Tu hijo no ha hecho nada», la apoya esta catalana con una pancarta que espera que acabe en manos de Ángeles, a quien admira desde que supo de su iniciativa. «Empatizo con ella», asegura.
«Es muy injusto lo que están viviendo. Solo fue un beso. ¿Acaso no hay problemas mayores en España, con la de asesinos y violadores que hay en la calle?», se pregunta Rosario, que se aloja en un hotel hasta su vuelta a Figueras ya este jueves. Mientras conversa con IDEAL, un vecino pasa por su lado y le dedica, casi en un susurro: «Fuerza, señora». «Todas las personas de Motril me han dicho que es un buen hombre. Me he prendado de la ciudad», sostiene. Este miércoles, de hecho, incluso invitó al almuerzo a una persona sin techo que desde entonces la acompaña.
Ángeles Béjar, mientras tanto, no cuenta con más compañía en el interior de la iglesia Divina Pastora que la de un integrante de la familia, que van turnándose entre ellos. Desde la noche del martes, tras la misa, se trata de su concuñada. Fue ella quien, a las ocho de la mañana, abrió ligeramente la puerta de la iglesia para asomarse al exterior y, de acuerdo a los medios de comunicación presentes en ese momento, asegurar que Ángeles Béjar pasó una nueva segunda noche consecutiva durmiendo en un colchón sobre el suelo con la única ingesta de bebida isotónica. También, que se encuentra en buen estado y que no piensa salir tampoco este miércoles, como ya avanzase la noche anterior al referir que persistirá «hasta que el cuerpo aguante».
Más allá de esa aparición fugaz a primera hora del día, en el acceso a la iglesia Divina Pastora no se escucha más que las conversaciones entre periodistas desesperados por no tener más recursos que ofrecer a sus programas de televisión y el de la hojarasca sobre el suelo que mece el viento habitual en la costa. También, las risitas de algunos curiosos que aprovechan para inmortalizarse frente al edificio y junto a la expectación mediática. Algún vecino que se presenta como próximo a la familia de Rubiales aún intenta, con cada vez menos éxito, dar su opinión sobre el asunto.
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