María Pérez
Marchadora granadina campeona olímpica, mundial y europea
«Ponerme al límite es lo que me mueve; todavía no sé dónde estừSerá la última vez que doble pruebas porque, con los cambios, no creo que prepare el maratón», repasa antes del Mundial
Las medallas olímpicas en los Juegos de París permitieron a María Pérez disfrutar de otra manera ya de las preparaciones de cara a una gran ... competición internacional. En esta ocasión, y por la antesala del Campeonato del Mundo en el que tratará de revalidar su doblete dorado de 2023 en Budapest, la marchadora de Orce pasó además por la altura italiana de Livigno para descubrir el método de su amiga Antonella Palmisano, pese a tratarse de una de sus rivales para el título en la prueba de 35 kilómetros de este mismo sábado a partir de las ocho de la mañana en Tokio; es decir, siete horas antes en España, a la una de la madrugada, mientras se celebra el Granada Sound en el que un año atrás celebró sus éxitos olímpicos. Siete días después le toca la de 20.
–¿Cómo llega al Mundial?
–Muy bien, la verdad. Creo que fue la mejor preparación de verano de mi vida al no parar por ninguna molestia. Empezar con la prueba larga la hizo diferente en todos los aspectos, porque tampoco es la que prefiero además, pero eso hace que me guste aún más el reto. Siento cierta nostalgia además por terminar con esas distancias y pasarme a la de media maratón. Se me está haciendo larga la espera, quiero competir ya.
–Volvió a pasar por Font-Romeu, algo más que una tradición ya...
–Es mi 'cuartillo' mágico, porque no cabe ni un alfiler, y allí pasé momentos buenos y también malos. Además, pasé por Italia para cargar la motivación, aprendiendo mucho de mi amiga Palmisano y de cómo tratan el deporte allí, al mismo tiempo con motivo de las obras en el CAR de Sierra Nevada y para salir de mi zona de confort. Al convivir con los atletas de allí cargué bastante más volumen de kilómetros de los que suelo en verano pero lo soporté bien, como demostré en el Campeonato de España.
–Palmisano será rival pero ante todo amiga.
–Siempre fue una referencia en cuanto a técnica y entrenar con ella me abre puertas nuevas. Nos reímos al compartir nuestros tiempos porque ella siempre me hace la broma de que en los diez últimos kilómetros no puede hacerme nada al ser yo más rápida, aunque también me plante cara. Es motivador conocernos cada vez más tanto para lo bueno como para lo malo en cuanto a la competición y si tuviera que poner la mano en el fuego por alguna medallista en Tokio, sería por ella al ver cuánto trabaja. No sentir ya la presión por las medallas me hace disfrutar de algo tan bonito como esta amistad que además supone un honor para mí al admirarla tanto.
–¿En qué le condiciona hacer primero la prueba larga?
–En el volumen de entrenamiento. Estoy haciendo un poco más que otros años, aunque Jacinto (Garzón, su entrenador) diga que no, y voy a ritmos más lentos, aunque me dé más capacidad para el 20 porque me llevaría a batir el récord del mundo si no (ríe). Llevo una buena base de kilómetros que me ayudará con la climatología que me espera allí.
–¿Aún le quedan ideas nuevas a Jacinto y el resto del equipo 99% granadino?
–Sí, sí, y más aún porque yo accedo a todo lo que me diga el jefe y si no inventan algo nuevo, como la cámara de calor que probamos en Barcelona, no se quedan tranquilos; estoy ya de la tecnología hasta el moño porque cada vez me ponen más cosas en los brazos siendo de la vieja escuela de entrenamiento yo. Me río porque ya son muchísimos años, pero es cierto que todos sentimos mucha ilusión al encontrarme ya en mi último ciclo olímpico; todos son conscientes, y si no me encargo yo de recordarlo. Soy una privilegiada por aprender de los mejores, siendo además los mismos con los que empecé.
–Revalidar un doble título mundial no es cualquier cosa.
–Mi ilusión es ponerme al límite y aún más al empezar con la prueba larga. Estoy muy tranquila, y claro que quiero revalidarlo, no voy a mentir, pero no sé cómo me recuperaré orgánicamente de los 35 kilómetros. Todo dependerá de la humedad, más allá de las temperaturas, que parece que irán bajando. Lo daré todo, como siempre, y si quieren ganarme, tendrán que marchar muy rápido. Lo mejor es tener la ilusión. Lo de este sábado será muy atractivo al competir con Palmisano, que llega muy bien. Ya no volveré a doblar pruebas y tengo que disfrutarlo mientras pueda porque por ahora no contemplo hacer la maratón y me centraré en la distancia olímpica de la media para Los Ángeles porque mi sueño sigue siendo ir a los tres mejores Juegos de la historia.
–Esta vez, al menos, tendrá una semana de descanso entre una prueba y otra porque en el Mundial anterior tuvo 72 horas... y seguro que cada una cuenta.
–Mucho, y más en climas tan opuestos a los de España porque en Barcelona me llovió además. Tal y como está diseñada la competición, hay que recuperar desde que se cruza la meta y ahí mi equipo trabaja a fondo con ingesta de líquidos para recuperar lo que pierdo y cuidar los pequeños detalles que marcan la diferencia.
–¿Cómo ve a sus rivales en cada prueba?
–Cada día dicen que hay más bajas y me apena porque quiero competir con las mejores, incluso con una española sin plaza como Laura García-Caro. Creo que la china Jiayu Yang no está entrenando después del oro olímpico en los 20 kilómetros de los Juegos de París, pero muchas doblan en principio y hasta el día de antes no sabré quiénes competirán finalmente. Respeto a todas las contrincantes, sin menospreciar a ninguna, pero creo que Palmisano es la favorita en el 35 con Paula Torres, Kimberly García y Alegna González, más allá de las japonesas por el plus de competir en casa, y en el 20 me las veré con Jemima Montag y Sandra Arenas.
–Con todo lo que ha ganado ya, ¿cómo mantiene la motivación?
–Me mueve el amor por una disciplina de la que no conocía nada y que me lo ha dado todo, aunque también me lo haya quitado. Además, siento que jamás volveré a sentir la adrenalina de ponerme al límite. Eso es lo que me engancha. Y ver que lo supero día a día me lleva a buscar nuevos retos porque todavía no sé dónde está y ojalá me retire sin saberlo.
–Sacarse la espinita de los pandémicos Juegos de Tokio y su medalla de 'chocolate' puede ser un aliciente.
–Con los años lo sentí diferente, porque si me dicen lo que siguió sí que lo habría firmado, pero es cierto que me gustaría volver con una sensación diferente porque fueron ocho segundos los que me separaron de la gloria que ya conocí en París. Me motiva volver allí donde empezó mi sueño olímpico y también que la salida y la meta estén en un estadio, algo inédito para mí en categoría absoluta. Ojalá haya un ambiente bonito porque me recordará a lo que hizo Miguel Ángel López en Pekín diez años atrás, cuando soñé con imitarle. Tiene que ser precioso aunque ocurra tan lejos de casa.
–¿Aspira también a mejorar las marcas de Budapest?
–No busco batir mi récord del mundo en 35 kilómetros (2:37:15), aunque todo el mundo me lo pregunte; y si me lo quitan, me alegraré porque supondrá que evolucionamos. No sé lo que me voy a encontrar con la climatología y cada competición es un mundo.
–En lo personal pasó tiempos convulsos antes de los Juegos, con su divorcio. ¿Fue mejor este año?
–Sí, siento una paz interior que nunca antes había sentido en mi vida, aunque sufrí mucho por el camino, pese a esconder mis bajones en público; aprendí mucho. Seguro que cometí errores, porque nadie es perfecto, pero intenté cuidarlo todo lo mejor posible para que nadie más a mi alrededor sufriera y procuré mantenerme al margen de todo hasta que lo desvelé. Los deportistas de élite pasamos por lo mismo que cualquier otra persona, y está bien que también se conozcan esas facetas para visibilizar que no todo es bueno siempre si además podemos ayudar a otros. Y no olvidaré a mi exmujer nunca, como a ninguna otra persona que pase por mi vida, porque creo en el hilo rojo que nos conecta a todos según la cultura japonesa. Desde entonces, eso sí, soy una soltera de oro.
–Tokio supone la primera parada para los Juegos de Los Ángeles. ¿Siente ya que está escribiendo el final de la historia?
–Nadie más que yo sabe cómo acabará esta historia, pero sí que mi vida cambiará después porque tengo muy presente que quiero ser madre. Me encantan los niños y a partir de ahí todo será diferente. No volveré a este nivel deportivo porque requiere muchas renuncias y tengo otras motivaciones muy bonitas y mucho más allá del deporte que también merezco. Me da pena, y no descarto seguir compitiendo más allá de los Juegos durante el proceso, pero yo misma me pondré mi límite.
–¿Cuánto viene echando de menos a Álvaro Martín en las concentraciones?
–¡Mucho! Me pegó el gusto por la comida picante en días como estos y ahora lo mantengo por él. Hablamos a diario prácticamente y me encantaría tenerle conmigo aun así, pero respeté completamente su decisión y me llevaré a Tokio la botella de champán que ya tuvimos en Budapest y París. Le deseo lo mejor porque fue mi mejor compañero de entre todos los que tuve, buenísimos también, y jamás le olvidaré porque esa medalla de oro nos ligará de por vida. También me gusta verle ahora de comentarista o como abogado, sin los mofletes colorados por la competición.
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