María Pérez: «Estoy contenta, pero no hay que poner en juego la vida de nadie»
La marchadora, que obtuvo anoche una plaza para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, explica a IDEAL desde Doha sus pesares durante una competición inhumana
Casi le cuesta la misma vida pero María Pérez ya puede decir que estará en los próximos Juegos Olímpicos de Tokio 2020. La marchadora ... de Orce consiguió la octava plaza en la prueba de 20 kilómetros del Mundial de Doha que le da el billete directo hacia su gran sueño, gracias a un tiempo de 1:35:43. Su sufrimiento llegó a un extremo límite cuando a falta de dos vueltas se detuvo a vomitar en su punto de avituallamiento. Todavía en Doha, recuperándose del esfuerzo sobrehumano, María Pérez siente que, pese a quedarse con la espina de no haber peleado por las medallas, ha cumplido su objetivo y el de muchas otras personas tras ella: «A veces somos como los Reyes Magos, hacer felices a tanta gente nos llena».
En un alarde de su tremenda personalidad, la de Orce admite a IDEAL que por una parte se encuentra «decepcionada». «Había hecho mejores entrenamientos que para Berlín -cuando fue campeona de Europa- pero las condiciones fueron tan extremas que me tuve que quedar en el octavo puesto», refleja ante la superioridad en especial de las atletas chicas, aunque la descalificación de Yang a falta de una vuelta le diese la plaza olímpica cuando esta marchaba cuarta. «No tenía nada pensado, pero en la maratón se vio lo que podía pasar y opté por seguir a marchadoras con más experiencia como Palmisano o Cabecinha, aunque a los 12 kilómetros, viendo que nadie tiraba y que las chinas se iban alejando sin cambios bruscos, tuve que meter la quinta para arriesgar y me terminé quedando sola», describe. «Cuando me dijeron que tenía la octava plaza opté por asegurar, porque además tuve problemas musculares y estomacales. Llegué a meta reventada, pero intenté aguantar para que no sufrieran en casa», admite María Pérez.
«Fue muy duro y me está costando recuperar, aunque me encuentro bien. Los avituallamientos fueron un caos porque si te metías en la competición podías quedarte sin el tuyo; yo era cauta y me quedaba atrás para coger el mío. Empleé de todo: agua, gorras, hielo, muñequeras, guantes, collarines... un sinfín, todo se derretía. Esto me hará más fuerte», enumera y valora la marchadora, que cuajó una gran competición bajo la noche de Doha de más de 30 grados y 70% de humedad. «Todas competimos con miedo, podía pasar cualquier cosa. No hay que poner en peligro la vida de nadie, los atletas tratamos de dar espectáculo pero no hay necesidad de esto, somos seres humanos», critica.
Preocupación
Lo vivió en constante tensión su entrenador Jacinto Garzón, que hoy celebra un éxito también suyo, orgulloso porque también se estrenará como técnico en unos Juegos Olímpicos. «María hizo una carrera muy inteligente al principio y muy luchadora al final, ha vuelto a ser 'campeona de Europa' por segundo año seguido y dice mucho de ella a sus 23 años», refleja. «Nos informaron desde el panel de faltas que Yang sería descalificada a falta de tres kilómetros pero a dos vueltas del final María se paró cinco segundos para vomitar en el punto de avituallamiento. Se recompuso con su carácter y mantuvo la distancia respecto a su perseguidora. Ahí me preocupó, sufrí bastante al final», admite Jacinto Garzón.
«Cuando el grupo de cabeza empezó a lanzarse ataques se abrió la brecha pero ella tuvo el talento y el carácter guerrero para destacarse de su grupo yéndose en solitario a por la plaza de finalista de las ocho escapadas. Es muy difícil marchar en solitario y sobre todo en condiciones tan extremas. Si la hubieran acompañado habría superado a las japonesas», apremia Garzón a su pupila. «El desgaste de los kilómetros fue similar a lo que teníamos pensado pero hasta que no lo vives no lo asimilas», reconoce.
Pasado el sufrimiento, María Pérez y Jacinto Garzón celebran su tremendo éxito. «Llegaré a mis primeros Juegos con 24 años, una edad perfecta. Me llena por las personas que me han acompañado, como el maestro Pepe que me llevó a aquella excursión en la que descubrí la marcha y por la que hoy estoy aquí. Unos Juegos son el sueño de todo atleta pero también el de todo un equipo lleno de ilusiones», despide María Pérez. Tokio ya le espera.
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