Los premios Desafío de IDEAL y Bidafarma reconocerán el valor del esfuerzo deportivo

La gala con la entrega de premios Desafío que organizan IDEAL y la empresa Bidafarma nace con la vocación de dar las gracias. De reconocer y poner en valor tantas historias como deportistas inundan polideportivos, calles, veredas y aguas de nuestra provincia. Va por ellos y también por ellas. Una velada con aroma de fiesta que también reivindica su espacio celebrando la diversidad. Tendrá lugar el próximo lunes 26 de noviembre en el Hotel Barceló, a partir de las 20 horas. La cita contará con una maestra de ceremonias de absoluta excepción, la presentadora de televisión Anne Igartiburu.

Con su patrocinio la empresa Bidafarma quiere demostrar su permanente apuesta desde el deporte por la salud, y el reconocimiento a quienes demuestran desde el esfuerzo, el valor y la entrega la pasión por la vida, además de ayudar a que la sociedad sea más generosa y consciente de la realidad de estos deportistas. A que esta realidad sea más visible ha contribuido la película 'Campeones', que nos abrió los ojos para descubrir en qué consiste el deporte inclusivo desde el cariño y el sentido del humor. Uno de sus actores, Alberto Nieto, asistirá a la gala para recoger el galardón. La película que ha dirigido Javier Fesser competirá por los Oscar en representación española.

Quizá por veteranía el primero no podría ser otro que Manuel Robles Águila, un jugador de tenis de mesa que también lo fue de baloncesto en silla de ruedas y que ha sido tantas cosas para Granada, España y el deporte paralímpico mundial. Sería imposible detallar su currículum en estas páginas. Fue la imagen de las paralimpiadas de Barcelona 92, promotor del CD Arrayán y más tarde de La Raqueta. Hoy enseña en Monachil a decenas de jugadores de todas las categorías y edades el deporte que le hizo viajar por el mundo. Y lo hace mientras juega en la Tercera división del tenis de mesa nacional, enfrentándose a jugadores sin discapacidad, demostrando que las barreras sólo están para derribarlas.

A Jorge Abarca le diagnosticaron como paciente de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) en 2013. A él, a un deportista nato, le dijeron hace cinco años que no volvería a correr. Así que decidió hacer todo lo contrario y desde entonces no ha dejado de dedicarle esfuerzos al reto más importante que todos tenemos delante de las narices y del que frecuentemente nos olvidamos: vivir. Completó dos veces el Camino de Santiago y recientemente ha coronado con un triciclo adaptado a la poca movilidad de la que ya dispone, siete cumbres del Tour de Francia y de la Vuelta a España. Al principio, su objetivo era recaudar fondos para la investigación de esta enfermedad pero al poco se dio cuenta de que su granito de arena se perdía en la inmensidad del desierto. Por eso, enfatizó sobre la visibilidad. Y un día una llamada volvió a cambiarle la vida. Era la hija de una paciente de ELA. Le dijo a Jorge que desde que a su madre le diagnosticaron la enfermedad había dejado de sonreír. Literalmente. Y que todo ha cambiado desde que ve a Jorge en los vídeos que graba durante sus retos. Su característico saludo, «¡Hola, chicos!», consigue arrancar carcajadas.

Una noche sonó el teléfono en Londres. Y al descolgar se debió oír algo así por parte del periodista de la SER, Manu Carreño: «Álvaro, que hay un niño en Huétor Tájar, que es un pueblo de Granada, y necesita que tú y tus colegas le echéis una mano». Y Morata que se puso a ello. Habló con Paquillo y le dijo: «Tú no te preocupes, que aquí tienes amigos». Lo que une el fútbol no puede separarlo nada. Ni siquiera el tumor que le detectaron al chaval con diez años en un tobillo. La metástasis obligo a que le quitaran la pierna con la que tantos goles había marcado hasta entonces. Y, ahora, el objetivo es que Paquillo Navas vuelva a vestir la zamarra amarilla para seguir celebrando. Paquillo tocó el corazón de la élite del fútbol y este le va a devolver la ilusión.

La misma que tiene Michelle cada vez que cura sus heridas. Se la hace una prótesis que coloca en su pierna derecha para correr cada prueba del Gran Premio de Fondo de Diputación. Termina una, se duele y piensa en la siguiente. No hay más motivación que la capacidad de superarse para alguien que lo lleva en los genes. Y Michelle lo tiene. Acaba de pasar por una lesión y dice que volverá con más fuerza que nunca para la próxima edición. Sólo importa llegar, el cronómetro es lo de menos.

A Lidia lo que le apasiona es esquiar. Lo hace sin ningún tipo de problema, con una discapacidad intelectual de más del treinta y tres por ciento. Pero el diagnóstico de una epilepsia sí le hizo quitarse los esquís. Hasta hace poco tiempo, porque Lidia Cánovas ha vuelto más fuerte que nunca para coronarse Campeona de España y de Andalucía de alpino.

Como Javi Aguilar, que es campeón del Mundo. Y eso que no puede ver la pared que escala. Y eso qué más da. Acaba también de ser bronce en la última Copa del Mundo celebrada en Austria. Allí contó que viene de las faldas de Sierra Nevada y que fue en sus veredas donde aprendió a amar la montaña.

Porque Granada no tiene fronteras cuando sus deportistas pasean su nombre por el mundo, como hizo el karateka Eduardo Luna hace unos meses en París. Allí exhibió sus katas, con toda la fuerza y seguridad que le da ser uno de los pioneros de las artes marciales en la clase de síndrome de Down. Qué difícil es. Por eso quizá guste más.

Nació con una parálisis cerebral que marcaría su vida. Tanto la marcó que hoy es ciclista federada, participando en pruebas nacionales de alto nivel, jugadora de baloncesto en silla de ruedas en la Segunda división nacional con el Granada Integra y. desde que terminó la carrera –la universitaria–, fisioterapeuta en el Hospital de Traumatología. Todos tenemos un camino, sólo necesitamos buenos ejemplos, como estos, para no perder el rumbo.