Expectativas
Cartas desde China ·
Aprendí rápidamente que todo funciona mejor cuando no se nombra ni se piensa, cuando no se expone alegremente a la decepción, cuando no se abre mecha intencionada entre lo imaginado y lo realKEVIN VIDAÑA
CHINA
Viernes, 17 de enero 2020, 00:58
Sebastián Beccacece, entrenador de Racing de Avellaneda, dijo recientemente que no le gustaba hablar de los juveniles porque no quería generar expectativas sobre ... ellos. Me encantó la idea e inmediatamente me vino a la cabeza Prudencio Ruiz, ex presidente del Estrellas Chana, que en mis primeros años como entrenador siempre me decía: «El entrenador debe hablar lo menos posible. Hablar es llamar a los problemas«.
Aprendí rápidamente que todo funciona mejor cuando no se nombra ni se piensa, cuando no se expone alegremente a la decepción, cuando no se abre mecha intencionada entre lo imaginado y lo real. Aunque Unamuno dijera que no podemos engañarlo con la realidad, que también somos ideales, ilusiones y sueños. Aunque Borges escribiera que la voz sana y alivia, que hay ilusiones necesarias que nos hacen obrar éticamente. Aunque Alejandra Pizarnik hablara de fundirse con las palabras, de hilar el silencio de las cosas a través de ellas.
No quiero encerrar a los demás en la ilusión de lo que no son, no quiero seguir colaborando en este entramado de imágenes construidas a través de proyecciones vanas y convenidas. Porque las expectativas son la enfermedad más mortífera que existe, el remedio más efectivo para no durar en los sitios. Lo viví en Chana y Atarfe, donde lo excelente y distinguido se devoró a sí mismo, donde el éxito generó exitismo sin corresponder su contexto. 'Creerse lo que no sos, sin perdón de Dios', deberían rezar nuestras cabezas cada vez que hablamos de nosotros mismos y de los demás. Pues esperar algo de alguien es negar su condición y verdadera esencia.
Sepamos de una vez que las cosas -y también los jugadores- son como son y no como queremos que sean, la vida no cabe en moldes ni figuritas pintiparadas. Todo fluiría como debe y nada nos decepcionaría si librásemos a la vida de cargas innecesarias, de angustias y culpas, de frustraciones, de pre-conceptos y expectativas. Todo fluiría como debe si siguiéramos a rajatabla la filosofía Cruyff o filosofía Barça, donde los jugadores son lo que son, ¡sin especulaciones!
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