María Pérez: «Me importa ganar al virus, los Juegos Olímpicos ya se verán más tarde»
La marchadora sigue entrenando en su piso con limitaciones, a la espera de la vuelta a la normalidad para pensar en Tokio
A María Pérez se la llevaban los demonios. Confinada en un piso pequeño entre Cúllar Vega e Híjar, que comparte con su pareja, atendía ... un día tras otro a la terquedad de un Comité Olímpico Internacional que se negaba a posponer los Juegos Olímpicos de Tokio, para los que la de Orce está clasificada, hasta que se impuso el sentido común. La llegada del COVID-19 a España pilló a la mejor marchadora de 20 kilómetros del continente alojada en un hotel en Monte Gordo, en el Algarve, en plena concentración. Decidió volver a Granada sin pasar por la casa de su familia en Orce, donde hace más de un mes que no la ven. Comprometida con su sociedad y con su oficio, María Pérez se expresa tan firme como marcha. Lo primero es ganar al virus, el deporte y los Juegos ya se verán.
–¿Cómo se encuentra?
–Estoy bien, adaptándome como todo el mundo y más relajada tras el aplazamiento de los Juegos Olímpicos y porque ahora puedo entrenar con más tranquilidad gracias a la nueva maquinaria que tengo en casa. Sigo acumulando trabajo aunque no todo el que quisiera, porque no tengo fisio que pueda tratarme, así que voy con cuidado para no lesionarme. Las máquinas por ahora funcionan bien, espero que sigan vivas hasta el final del confinamiento (risas).
–23 de julio de 2021. La nueva fecha marcada en rojo en su calendario.
–En el mío y en el de muchos deportistas que tenían y tienen este sueño, sí. Los Juegos Olímpicos suponen algo especial para todo el mundo, para los que debutan y para los que se despiden. Será en 2021 finalmente, pero todos podemos esperar un año. Ojalá que esto sirva para ofrecer el mejor espectáculo posible y para celebrar una competición del más alto nivel con todas las garantías. Ojalá podamos celebrarlo como una vuelta a la normalidad.
–¿Qué le parecen las condiciones en las que se ha producido el aplazamiento?
–Al final era lo que esperábamos todos los deportistas. De hecho, nadie podía asegurarnos que a lo mejor en octubre esto hubiese acabado. Posponerlo un año era lo más sensato. Ahora tocan quince meses de preparación. Tengo mono de kilómetros, y eso que no me gusta rodar. Quisiera salir a hacer 20, 25 y 30 kilómetros. Intentaré mantener el ritmo en estos quince meses. No sé si se cambiarán los criterios de clasificación, imagino que los darán a conocer cuando se sepa el calendario internacional, pero tampoco me importa. Mi mayor preocupación es ganar al virus y que vuelva la normalidad cuanto antes.
–Al final fue justamente el de los atletas uno de los colectivos que con mayor rotundidad expresó su rechazo a los Juegos.
–Sí, y nos llevamos muchos palos por decir lo que pensábamos para que las instituciones fuesen conscientes, pero lo hicimos. El deporte debe ser algo secundario a todos los niveles en este momento, pero tampoco merecíamos que nos trataran como nos han tratado. Era el momento de dar un toque de atención justamente antes de los Juegos Olímpicos, cuando toda la sociedad española estará pendiente de nosotros. Los mismos que no quieren que salgamos a la calle a entrenar son los que luego nos pedirán medallas. La sociedad no tiene en cuenta a los deportistas hasta que llega un gran evento. Nosotros no somos como los futbolistas; vivimos de nuestros resultados y las medallas no caen del cielo. Para ganar una medalla en unos Juegos hay que trabajar durante cuatro años.
–¿Qué le parecía que el COI y las autoridades de Tokio mantuviesen su intención de celebrar los Juegos en la fecha prevista con medio planeta confinado?
–No se habrían cumplido los valores olímpicos, porque uno de ellos es el de la igualdad y no habría existido. La mayoría de los deportistas no nos quejábamos por no poder salir a la calle a entrenar, sino porque nadie nos aseguraba que en Tokio estuviésemos a salvo del virus. Era imposible asegurar que fuésemos a estar sanos. Bastante viví en Doha como para haber ido a Tokio en esas condiciones, aunque no tenía tanto miedo por mí como por mis familiares, que ya tenían los billetes sacados.
–¿Ha estado en contacto con alguien de la Federación estos días?
–Sí, con el seleccionador José Peiró y con Santi Pérez, el coordinador del sector de marcha. Se preocupan por mí, por las condiciones en las que estoy entrenando. Pero bueno, ya sabemos lo que hay y toca adaptarse para trabajar tan bien como podamos.
–Imagino que hablará continuamente con su entrenador Jacinto Garzón, ahora que no pueden verse. ¿Qué comparten?
–Hablamos mucho, de todo y bastantes veces al día, en especial si uno necesita la ayuda del otro. Hablamos mucho de los Juegos, sobre todo aquellos días en los que nos íbamos a dormir con la incertidumbre de verlos todavía en pie y sin poder salir a la calle a entrenar. Era frustrante que te escribieran compañeros de Italia o Francia que sí podían salir. También nos preguntamos mucho por la familia. Los Juegos también serán especiales para él porque seré su primer atleta en una cita olímpica.
–Tuvo que comprar una cinta y un tapiz para poder entrenar en su piso estos días. ¿Cómo está siendo su preparación física durante la cuarentena?
–Hago bastante marcha, que ahora sí puedo, y también elíptica. Tampoco puedo abusar porque el impacto es mucho mayor y no debo cargar mucho ciertas zonas, pero Jacinto es un experto y lo planifica todo. En definitiva, necesito y quiero hacer kilómetros sobre todo. Hago una sesión al día, casi siempre por la tarde porque me cuesta más por las mañanas, que dedico a los trabajos de la universidad y a cocinar aunque a lo mejor hago quince minutos de elíptica. Estábamos acostumbrados a hacer muchos kilómetros pero no sobre superficies duras. En la primera semana no hice casi nada y ahora me viene bien seguir trabajando con una sesión al día, que no son largas porque no llegan a hora y media, pero me empleo con fuerza y me sirve para desconectar.
–Además de entrenando, ¿cómo pasa sus días de encierro?
–Sólo salgo a hacer la compra, porque mi pareja teletrabaja, pero lo llevo bien porque puedo hacer muchas cosas que antes no podía hacer o que hacía con prisa, como limpiar o cocinar con más dedicación platos diferentes. Investigo mucho en la cocina, aunque voy teniendo mucho peligro porque como mucho. También estudio –hace Magisterio Infantil a distancia por la UCAM–, que tendré exámenes online en mayo y durante estos días estoy entregando trabajos. Estoy aprovechando para disfrutar otras facetas, aunque por supuesto echo de menos a mis padres. Veo Netflix y me identifico mucho con el programa 'Mzungu, Operación Congo' de Cuatro, de un hombre que lo dejó todo para apostar por una escuela en un lugar remoto.
–Como ciudadana, ¿qué tal vive la evolución de la pandemia en España?
–Intuía que nos iría igual o peor que a Italia y no me equivocaba. Los ciudadanos debemos cumplir aunque sea duro para todos. El otro día me pararon en el supermercado y me preguntaron cómo lo llevaba yo, que soy deportista. Debemos esforzarnos por salir de esto progresivamente y cuanto antes, porque la economía no puede estar parada mucho tiempo. Estoy sorprendida con los niños de mi vecindario, porque son los que mejor se están portando. Dan una lección a los mayores. Son los primeros en aplaudir y en hacer luego su fiesta con su música. Es para agradecérselo.
–¿Cree que se podrían estar haciendo las cosas mejor?
–Pasaremos una crisis económica difícil pero ahora todo debería dedicarse a la Sanidad. Los sanitarios están dando sus vidas por nosotros y por todos los ciudadanos que tienen la enfermedad. Me enfada que haya quien se vaya a la playa y lleve allí el virus por irse a su segunda residencia. Hemos sido un poco irresponsables. Yo podía estar en mi casa en Orce, pero me quedé en Granada. Tenemos que ser conscientes de la situación que estamos viviendo y hay que mirar por nuestros mayores, que son más frágiles, porque gracias a ellos lo tenemos todo.
–Lleva una trayectoria meteórica. Es la mejor marchadora en 20 kilómetros de Europa durante dos años consecutivos. ¿Cómo trastoca el aplazamiento definitivo sus planes?
–No me preocupa nada porque, como siempre digo, cada año es nuevo y tiene retos nuevos, pero sigo siendo María. Superarme a mí misma es mi reto personal cada año, así que el aplazamiento no me afecta. Trastoca algunos planes en cuanto a competiciones y habrá una dinámica diferente, pero ahora mismo toca esperar a que pase todo con paciencia y seguir entrenando. Con el tiempo lo tomaremos como un aprendizaje.
–¿Con qué se queda de estos dos años tan intensos en lo personal y en lo deportivo?
–He tenido muchas alegrías deportivas pero también otras grandes noticias personales. He hecho cosas mágicas que me gustaría repetir, sobre todo ayudando a los demás. Triunfar en lo deportivo te llena, y tengo bastantes momentos marcados, pero me quedo con el día que hice de Reina Maga en Granada. Soy muy sensible, no me gusta que jueguen con los niños. Quizás por eso estoy tan implicada con esta situación actual de la pandemia.
–¿Cree que es en momentos como este, más que nunca, cuando se refleja la precaria situación del atletismo?
–En los días en los que los Juegos Olímpicos seguían en pie, los deportistas vivimos una incertidumbre similar a la de un trabajador que no sabe si va a perder un empleo. Es el momento de que todos sean conscientes de cómo estamos. El fútbol y el baloncesto no pueden ser los únicos deportes profesionales. Está muy bien que deportistas de otras especialidades ganemos medallas pero las instituciones deberían dar la cara por nosotros. Ojalá esto sea un punto de inflexión para todos. Es el mejor momento para ir repensando nuestra situación.
–Los de Tokio serán sus primeros Juegos Olímpicos. ¿Podrá con la ansiedad durante el año que le espera hasta 2021?
–Mientras se mantengan los criterios, no tengo problema en esperar un año más. Me pillarían con 25 años y es una buena edad. Lo único que me preocupa ahora mismo es que no muera más gente. Son días para dar las gracias a todos los que están luchando por nosotros. De mirar por los demás.
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