El Purísima vuelve a ser de los grandes
Los granadinos se traen buenas sensaciones y una grata experiencia del Nacional de fútbol inclusivo disputado en Albacete, donde cayeron en los penaltis la final jugada en frente a la UD Levante
CÉSAR GUISADO
Granada
Miércoles, 2 de octubre 2019, 19:57
Con veintiocho equipos llegados desde todos los rincones de España, lo que supone tener a más de trescientos futbolistas disputando encuentros durante cuatro días en ... horario casi ininterrumpido, el Campeonato Nacional de fútbol inclusivo que acoge el Carlos Belmonte de Albacete se ha convertido en una auténtica referencia en materia de deporte universal. La cita la organiza la Fecam, que es la Federación de deportes para personas con discapacidad intelectual de Castilla-La Mancha, y se trata de poner en marcha un torneo que no tiene por el momento un carácter federativo pero que sí cuenta con todas las garantías competitivas.
En palabras de Eloy Molina, que es su presidente, este cónclave deportivo de ámbito nacional ya nació hace nueve años con la intención bajo la que hoy se sigue celebrando, la de «compartir unos días de deporte entre jugadores con y sin discapacidad y ser un escaparate para la sociedad de los valores que comparten nuestros clubes amigos que, año tras año, nos acompañan con sus equipos en el último fin de semana de septiembre».
Entre los participantes, equipos que representan a clubes de Primera división como el Villarreal, la Fundación del Atlético de Madrid, campeones de la categoría de Segunda división, o los del Levante, equipo en el que sus jugadores visten la camiseta granota y portan con orgullo el escudo levantinista. Estos fueron los ganadores de Segunda 'B', porque vencieron en la final después de los penaltis a los representantes granadinos, los del Purísima Concepción.
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Y lo cierto es que a punto estuvieron los nazaríes de llevarse el oro, porque fueron capaces de igualar a los valencianos el gol encajado en la primera mitad, apretando durante todo el segundo tiempo para darle la vuelta al marcador. Sin embargo fue esa 'lotería' desde el punto de castigo la que decidió. No está mal. «Ellos tenían un equipo muy fuerte, con muchos cambios, y nosotros no conseguimos materializar las ocasiones de las que dispusimos, así que no nos vamos del todo descontentos», valora el entrenador del equipo, Pepe Robles.
In crescendo
Para la sección deportiva de Purísima Concepción esta ha sido la cuarta participación, y van in crescendo. El primer año fue bueno en cuanto a resultados pero luego se dieron dos algo más deslucidos, así que esta plata alcanzada sabe más que bien. Ahora, surge la posibilidad de subir a la Segunda división y esto ilusiona a los azulones que, evidentemente, nunca dejan de lado los 'otros' premios que dejan este tipo de torneos. «Siempre conseguimos una inclusión real de los jugadores porque existe una integración de futbolistas con una discapacidad con otros que no la tienen, así que obtenemos una experiencia muy enriquecedora en quienes tienen una discapacidad y un aprendizaje para todos en general», señala el entrenador.
Porque como formadores en una residencia de personas con discapacidad psíquica, el trabajo con usuarios con algún trastorno de conducta es diario. Y el deporte es una herramienta como pocas. «Imagínate todo lo que nos sirve el fútbol para reconducir actitudes. Si un jugador hace una entrada más fuerte de la cuenta o a destiempo o no sigue las instrucciones del entrenador o del árbitro, podemos sentarlo en el banquillo, explicarle en qué ha fallado y volverlo a sacar a jugar para que lo corrija», alumbra Robles.
Con diez reglas
Y es que aquí se juega para ganar, no hay que olvidarlo, pero siguiendo un decálogo. Diez reglas básicas que a las claras muestran qué parámetros deben seguir siempre las competiciones inclusivas. Porque aquí existe un debate abierto entre terapeutas, entrenadores y deportistas. Cómo conseguir que participen atletas con tan diversas capacidades motoras dentro de un mismo torneo sin restarle un ápice de exigencia deportiva. Por eso la primera regla de este decálogo para equipos debe ser la del equilibrio, es decir, ser capaces de confeccionar equipos en los que el nivel de los jugadores sea similar. Que estén compensados. La segunda norma obliga a prestar atención con quién o contra quién se juega. Por supuesto, el juego limpio.
Se trata de promover la deportividad, como en toda competición. Bajo dos aspectos básicos: la socialización, porque el deporte es una herramienta fundamental para la convivencia, y también para la inclusión de todos y todas; un objetivo final de todo torneo. La sexta regla llama la participación por igual, aproximada, de todos los jugadores y que una vez salgan del terreno de juego compartan ratos de convivencia. El respeto a los árbitros y al reglamento es fundamental, también ceder todo el protagonismo al deportista, que debe ser como última premisa, el ejemplo claro a seguir por todos los compañeros. Diez reglas, del deporte inclusivo, absolutamente extrapolables a cualquier competición. Y por qué no, a cualquier ámbito de la vida.
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