Más de cien personas aceptan el reto de la 'Subida a las Casas de Don Diego'
Javier Domenech se impuso en categoría masculina y Auxiliadora Gómez fue la primera en llegar en categoría femenina
J.J. PÉREZ
GOR
Martes, 6 de agosto 2019, 01:52
La localidad de Gor acogió una nueva edición de la 'Subida a las Casas de Don Diego'. Se trata de una de las carreras con ... más arraigo en la comarca de Guadix y en la que el término «popular» cobra todo su sentido. La cita convoca a atletas de las comarcas de Guadix y de Baza, así como de las provincias vecinas, para recorrer sus casi 13 kilómetros de permanente ascenso. El término de «subida» en su título no es ningún capricho, el reto suma 500 metros de desnivel positivo.
El primer atleta masculino en completar el reto fue Javier Domenech, y le acompañaron en el podio Juan Pérez y Alberto Gámez. Auxiliadora Gómez Barroso fue la ganadora en la categoría femenina y le escoltaron, a un lado y otro del podio, Eva Rodríguez y Eva Reyes. Paralelamente se disputó una prueba para senderistas, que realizaron el mismo recorrido, aunque partieron una hora antes. La organización ofreció un trofeo especial para la mujer participante de más edad, Teresa González Martín.
Lo más destacado de esta prueba es el ambiente que se vive entre los participantes. Pepillo «de Gor» Jiménez Navarro (así le gusta ser llamado) fue su promotor, y se concibió como una invitación a los deportistas de la comarca para disfrutar de los parajes en plena sierra. Edición tras edición, la carrera se sigue viviendo como un encuentro deportivo entre amigos y colegas. La Subida a las Casas de Don Diego tiene un público fiel. Este domingo una participante se dio un auténtico madrugón para llegar a Gor. Se desplazó desde su lugar de vacaciones en la costa granadina para estar puntualmente en la línea de salida, según relató Pepillo. Pese a la dureza más de 100 personas acudieron al reto.
En su organización participa también el Ayuntamiento de Gor. Incluso el propio alcalde de la localidad, Miguel Molina (PSOE), colaboraba la mañana del domingo como voluntario y era reclamado como fotógrafo para inmortalizar los momentos previos de camaradería entre los participantes. Las calurosas fechas en las que se celebra exigen también un buen despliegue de avituallamientos. El vecindario ejerció el voluntariado cada cuatro kilómetros sirviendo agua.
La salida se dio en la plaza del Ayuntamiento.Tras un recorrido caminando por las calles, comenzó la larga ascensión hasta Las Juntas, primero, y hasta el paraje conocido como Casas de Don Diego, después. Eran trece interminables kilómetros, la mayoría en asfalto, que dieron muy poca tregua a los corredores. Sólo un par de bajadas y alguna meseta sirvieron para que el grupo de atletas pudiera permitirse un respiro.
La fuerte subida inicial por la carretera de Las Juntas ya comenzó a establecer las diferencias según el nivel de los participantes. Los dos kilómetros iniciales se plantearon casi como una pared con pendientes que, en algunos tramos, superaron el 13%. Entre el kilómetro 2 y el 4 los corredores pudieron tomar un respiro que pronto se convertiría en un espejismo pasajero.
Una vez terminado el primer tercio del recorrido, lo más duro estaba esperando a quienes habían acudido al desafío goreño. Sólo un breve respiro en el kilómetro 7 y de nuevo vuelta a subir hasta Las Juntas, sobre el kilómetro 10, donde los vecinos animaban el paso de los corredores. No faltó la vecina que se encargó de recordar a los corredores que no debían tirar las botellas de plástico en los márgenes del camino.
Tras el paso por el punto en el que confluyen el arroyo de las Casas de Don Diego con el río de Gor, la llegada a la meta se adivinaba a dos kilómetros del final, pero las rampas, algunas con porcentajes superiores al 20%, ponían el objetivo más caro para las piernas de los atletas. La llegada se resistía, y se dejó ver tras una fuerte rampa y bajo la sombra de los árboles de la antigua cortijada. En el fin del recorrido, agónico para algunos, Pepillo recibía, cámara en mano, a quienes iban sobrepasando la línea verde pintada sobre el suelo y que significaba, al fin, la tan ansiada llegada a meta.
La manzana y la torta que acompañaban a la camiseta en la bolsa del corredor ayudaron a reponer fuerzas antes de la entrega de premios. En el regreso se volvía a poner de manifiesto el buen ambiente, en una carrera imprescindible en el calendario del verano.
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