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Un instante de la carrera de este domingo.

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Un instante de la carrera de este domingo. RAMÓN L. PÉREZ
Carrera

Fiesta castrente entre las Dos Colinas

Alberto Casas gana por tercera edición consecutiva y Mónica Ballesteros, del club de Vélez, se estrena con triunfo | 3.000 corredores disfrutan en un recorrido algo más amable que otros años aunque tan duro como espectacular

JOSÉ IGNACIO CEJUDO | FOTOS: RAMÓN L. PÉREZ

Domingo, 19 de mayo 2019, 10:12

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Queda tan claro que ningún atleta popular vive de correr como que todos se dejan la vida en ello. Hay en sus esfuerzos algo de vocacional, de sentido del deber, como en los militares que ayer les abrieron sus puertas para que pudieran disfrutar de un nuevo reto de esos que los dejan tiesos de energía pero plenos de felicidad. Las Dos Colinas reunió a 3.000 personas que se dieron de golpes por una inscripción para participar en otra fiesta para el corredor de la provincia, una de las más espectaculares y esperadas por su singularidad, con salida y meta en el Patio de Armas del Acuartelamiento Cervantes. Volvió a ganar, por tercera edición consecutiva, un Alberto Casas que parece opositar para entrar en el cuerpo, cada año más competitivo en una carrera que entiende como la suya.

Como ninguno de los corredores que se matan por las cuestas empedradas viven de hacerlo, casi nadie llega pletórico al desafío. Los prolegómenos de una carrera de este tipo se convierten en un extenso parte de guerra previo incluso a la batalla. Los intrépidos 'runners' compartían sus dolores en los estrictos accesos al acuartelamiento. A uno le dolía la rodilla, a otro el tobillo. Sus miradas, convincentes pese a todo, denotaban una cierta resignación. No por verse forzados a correr sino por sentirse comprometidos a mantenerse en la hermandad, un pacto sin sangre pero con sudor. Cómo iban a faltar. Es su deber altruista.

El estruendo del cañonazo tradicional, parte del ritual que rodea la carrera de las Fuerzas Armadas durante estas catorce ediciones, puso a correr tras un minuto de silencio en honor al cabo José Martínez Casares a una masa de tres mil deportistas amontonados ya movilizados desde el mismo periodo de inscripción a la prueba, una contrarreloj paralela de 72 horas este año en la búsqueda de un dorsal. Las Dos Colinas no toleran escépticos.

Alberto Casas se ejerció su liderazgo al frente desde los primeros metros para guiar al ejército de 'runners' por la Avenida de Pulianas hacia el corazón de la capital. Miraban a los ojos a una odisea de trece kilómetros de dureza y hermosura que en esta edición ahorraba el tramo más severo, el que los llevaba hacia el privilegio de San Miguel Alto. Sí pudieron deleitarse en el Mirador de San Cristóbal y sorteando San Nicolás para luego descender por el Carril de San Agustín, con la Alhambra a la derecha. Los alentaron por el camino varias charangas dispuestas en puntos clave como en la primera recta, para los dubitativos, o en Plaza Larga; también los militares garantes de la prueba y el propio destacamento en carrera, a quienes conviene obedecer aun desde su faceta más simpática y menos marcial, siempre dentro de su disciplina innegociable.

La mañana era estupenda para correr por la temperatura agradable de los últimos días tras el primer sofocón primaveral. La carrera de las Fuerzas Armadas encanta a los granadinos y también a los visitantes por su espectacularidad y belleza pero sobre todo por el ambiente, tan sano en la camaradería de los kilómetros. Más allá del instinto de superación hay cabida para la broma y la risa, ante el fotógrafo del periódico y sin él; para las confidencias, para la amistad y seguramente incluso para el amor. ¿Quién no se enamoraría hasta de una sombra ante según qué vistas?

Capitán Casas

El campeón de las dos últimas ediciones había tomado la salida con la intención de ganar una vez más y no erró su propósito. El capitán Casas aprovechó el carácter llano de los dos primeros kilómetros para abrir brecha con velocidad y nunca temió a lo que le venía por detrás, poderoso para llegar a meta en 45 minutos y 23 segundos. «Es una carrera mágica que enseña lo mejor de Granada. Este año fueron menos kilómetros pero también son duros porque son más rápidos, por lo que la dureza se mantiene», explicó el atleta del Granada Run Project, que descubrió esta prueba hace unos años cuando integró el otrora Bikila Granada.

«Controlé más en la subida, porque el tramo de las escaleras al noveno kilómetro es bastante duro», especificó Alberto Casas. «Cuando vas cómodo disfrutas aunque es difícil mirar a los lados. Espero seguir viniendo todos los años que pueda, no querría perdérmela nunca», admitió el vencedor, a quien siguió Ignacio Morón (Olimpo) a medio minuto, a una distancia prudencial de Cesáreo Ceballos (Todo Suma) durante toda la prueba. Hasta 265 corredores consiguieron bajar de la hora, algo que apenas lograron los cuatro primeros el año pasado.

En la categoría femenina demostró su superioridad Mónica Ballesteros, atleta del Rincón Fertilidad Vélez, que se impuso en su estreno en la prueba con un tiempo de 53 minutos y dos segundos. «Es una carrera espectacular desde el principio y hasta el final. Es dura, pero con la animación y el ambiente tiene momentos para disfrutar y se lleva bien, se hace corta. Pienso repetir y recomendarla», aseguró, pletórica en meta. «A partir del primer kilómetro adelanté a cinco chicas que iban por delante de mí y ya no volví a ver a la segunda. Vine con la única intención de disfrutar y me ha salido un domingo redondo», reconoció, acompañada por quince miembros más del club malagueño, todos ilusionados por participar.

Campeona de Andalucía en los 10 kilómetros en ruta de Salobreña hace dos semanas con motivo del Gran Premio de Fondo, Mónica Ballesteros agradeció «el subidón de las bandas de música y su aliento en los puntos estratégicos». «Cada carrera tiene su encanto y lo disfruto, pero esta en concreto es bastante peculiar y Granada es muy bonita», se deshizo en elogios la ganadora.

Ismael García (Surco Aventura) y Julia Rodríguez (Granada x el Running) vencieron luego en la carrera de tres kilómetros ya en el turno de los menores. Fue el broche a una jornada festiva y castrense que incluyó distintas actividades lúdicas y exhibiciones de los militares del Acuartelamiento Cervantes, encantados de verse acompañados por civiles que, como ellos, obedecen con lealtad su sentido de la vocación.

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