Carolina Marín: «Quiero convertirme en la mejor jugadora de bádminton de la historia»
La onubense trabajó en el Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada la preparación de sus torneos de este mes
Carolina Marín empezó 2020 como acabó 2019: entrenando en el Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada, donde pasó su segunda estancia en los últimos ... meses experimentando los beneficios de la altura. Apenas pudo escaparse unas horas para tomar las uvas, por sorpresa, junto a su familia en Huelva. Su vida es una hoja de Excel con entrenamientos programados al milímetro, viajes y competiciones que suele ganar, aunque no siempre. No le gusta, pero lo asume. Es el precio de sus objetivos. Carolina Marín ambiciona convertirse en la mejor jugadora de la historia del bádminton, eminentemente asiático, y en ese camino aspira también a que la consideren la mejor deportista española de siempre. Atendió a IDEAL el segundo día del año.
–Consiguió cerrar 2019 en el top-10 del ránking tras un año muy complicado. ¿En qué momento se encuentra?
–Estoy preparando mis torneos de enero, que son bastante importantes porque tengo que defender los puntos de mis dos finales del año pasado. Partiendo de ahí, la verdad es que acabamos el año mejor de lo que todo el equipo esperaba, más que nada porque cuando volví de la lesión en septiembre y empecé a competir vivimos un tiempo de transición hasta sentirme de nuevo competitiva, recuperando el tiempo perdido en esos casi ocho meses. Todo se ha adelantado en el tiempo, las expectativas estuvieron muy altas desde la segunda competición y adaptamos la planificación para pelear por los grandes torneos porque ya me sentía preparada para ello.
–Una lesión como una rotura del ligamento cruzado suele marcar un punto de inflexión en la carrera de un deportista. ¿Hacia dónde cree que la dirige en su caso?
–Una lesión como esa, que te obliga a pasar por un quirófano y te aparta un tiempo de la competición, te hace valorar lo que de verdad tienes, cómo estás, tu salud física y cada uno de los días de entrenamiento. Es importante. Te permite desarrollar ciertos aspectos de tu carácter en la vida. Creo que he mejorado mucho como persona y deportista en estos meses porque he valorado cosas del día a día de las que no te das cuenta. He trabajado la paciencia, porque soy una chica muy activa y nerviosa, que quiere las cosas ya, y aunque en ciertos puntos es muy bueno, en otros te obliga a tomarte un tiempo, como para recuperar mi rodilla. Conseguimos cumplir cada uno de los plazos.
–A los cinco días de operarse ya estaba entrenando.
–No podía perder calidad con la raqueta porque ya estamos en una cuenta atrás hasta los Juegos de Tokio. Tuvimos que adaptar el entrenamiento de la mejor manera posible, sentada en una silla con la pierna hacia arriba. No podía perder contacto con la raqueta, no podía estar mucho tiempo desconectada.
–Vino al CAR de Sierra Nevada en verano y vuelve ahora. ¿Cómo es su día a día aquí?
–A base de entrenamientos, estamos encerrados (risas). El centro tiene grandes facilidades en cuanto a comunicación entre sus distintas zonas que nos permite adaptarnos lo mejor posible. Empezamos de nueve a diez en el gimnasio, luego hacemos dos horas de bádminton y antes de comer vuelvo al gimnasio algunos días. Luego descanso o me descarga el fisio, pero ante todo procuro descansar porque a las cuatro y media regreso para otro par de horas como mucho con una parte física de alta intensidad para terminar. En este periodo entreno sola aunque vienen dos compañeros a ayudarme, que se intercalan algunos días. Lo que necesito es calidad de entrenamiento más que volumen.
–¿Qué beneficios le aporta la altura en su entrenamiento?
–En verano comprobamos muchos valores que nos venían bien para esta estancia y otra antes de los Juegos Olímpicos. En la altura todo son beneficios en cuanto a recuperación o trabajo cardiovascular, aunque para el entrenamiento del bádminton tuvimos que pedir volantes con una velocidad especial porque aquí arriba van muy rápido y cuesta controlarlos. En el aspecto físico sí existen muchos beneficios.
–Aunque circunstancialmente no le acompañe estos días su entrenador Fernando Rivas, granadino, se ha convertido en un compañero vital ahora que cumplen doce años juntos.
–Llevamos ya muchos años juntos y es casi como una relación de pareja, pero entrenador-jugadora. Nos conocemos perfectamente los dos, sabemos las cosas buenas y malas de cada uno y tratamos de llevarlo lo mejor posible aunque haya altibajos y momentos complicados como en cualquier relación. Es importante la comunicación y la predisposición a solucionar las disputas para seguir llevando a cabo el trabajo que hacemos. Me cogió con catorce años, mis padres le dijeron que me cuidara y me ha enseñado muchísimas cosas. Me ha hecho crecer como persona y como deportista.
–Entre esas enseñanzas le ha rogado alguna vez una mayor mesura en su juego, muy agresivo por naturaleza y en ocasiones propenso a los errores no forzados ante buenas defensas. ¿Cómo persigue ese progreso sin traicionar su propia esencia?
–Es muy importante en cuanto a mi juego seguir siendo quien soy. Hay que adaptarlo para seguir creciendo y sorprendiendo a las rivales pero sin perder la esencia. Soy muy agresiva y atacante, son mis puntos clave, pero cuando innovamos sorprendemos. Hemos trabajado mucho estas semanas y veremos los resultados. Estoy contenta porque cada entrenamiento ha sido durísimo y acababa reventada por la noche. En líneas generales todo está siendo muy positivo, me encuentro muy bien físicamente y ya tengo olvidada la rodilla. Desde que volví a la competición es lo que menos problemas me ha dado, porque tras ocho meses enfocados en ella olvidamos el resto del cuerpo. Me encuentro muy bien mentalmente, estoy preparada aún sin ser cabeza de serie.
–Descubrió el bádminton desde el flamenco. Le queda el genio, la vena, el carácter.
–(Risas) Llevo el flamenco en la sangre por ser andaluza y cada vez que me reúno con la familia mi padrino canta o baila una prima. A veces me arranco yo también y echamos un buen rato. Mi vecina descubrió el bádminton y un día me acerqué con ella al pabellón, y hasta aquí hemos llegado. El flamenco y el bádminton son muy diferentes pero sí que en cuanto a la fluidez y el compás del movimiento me puede haber ayudado.
–Se la considera ya la mejor jugadora de la historia del bádminton, un deporte eminentemente oriental, gracias a sus tres Mundiales y su oro olímpico en Río. En Tokio puede empatar a Zhang Ning como doble campeona olímpica. ¿Lo tiene asimilado?
–Una no valora lo suficiente lo que tiene hasta que se retira y mira en la vitrina de casa lo que ha conseguido en su vida deportiva. Es importante vivir el día a día y sentir que los éxitos son recompensas al trabajo diario que siempre está en la sombra, que nunca se ve. Sin ese trabajo y sin cada uno de los miembros de mi equipo sería imposible conseguir esos éxitos. Me motivo queriendo ser la mejor jugadora de la historia, aunque tengo que conseguir muchas cosas todavía partiendo por el oro olímpico en Tokio.
–¿Cómo ha vivido el proceso, triunfo a triunfo, hasta situarse donde está?
–Es fundamental no despegar los pies de la tierra. Por muchas cosas que consigas, es importante seguir siendo la persona que eres, que nada te haga cambiar por más medallas que tengas en el bolsillo. Son objetos, recompensas, pero tienes que saber de dónde vienes y no perder la humildad. Ser la persona que te hicieron tus padres. El equipo me hace mantener los pies en el suelo porque todo es a base de trabajo, nadie regala nada. No es un camino de rosas, el bádminton en España no es lo que en Asia y tenemos que currárnoslo mucho más.
–Dijo que convivir con el miedo a perder es el primer paso para seguir ganando.
–Hay que saber ganar y también perder. Aprendemos de las derrotas pero también de las victorias, como cuando ganas sin desarrollar el juego que estás entrenando en el día a día. Todavía con 26 años me da mucha rabia perder, me frustro mucho cuando no saco lo mejor de mí misma. La gente me anima pero sé que estando el trabajo ahí a veces no quiere salir. Aprendo cuando hablo con el equipo. Hay que seguir creciendo siempre, dando pasos hacia adelante, no quedarse abajo.
–Siempre se ha alabado su fortaleza mental innata, pero al mismo tiempo no deja de apoyarse en su psicóloga María. ¿Por qué es tan importante esta faceta?
–Es cierto que hay algo innato en mi fortaleza mental, por cómo me han enseñado como hija única. Mi familia es muy humilde, de clase media o baja, y cada uno de sus miembros ha tenido que trabajar para conseguir todo. Mi abuela limpiaba casas para mantener a sus cuatro hijos. Esa base la he heredado. Luego llegué con catorce años a la residencia Blume y con quince ya trabajaba con un psicólogo. Todo te hace sumar. Llevo ahora año y medio con María y me da ese plus que a veces necesito para modificar ciertos aspectos.
–¿Realiza una preparación muy individualizada de cada duelo en base a su rival por norma o se centra en sí misma?
–Ambas. Mis entrenadores me analizan sobre todo a mí para saber qué cambiar o implementar en el juego pero también tenemos muy estudiadas a nusetras rivales, ahora con una base de datos gracias al patrocinio de Movistar. Mis entrenadores me estudian mejor que cualquier rival pero también sabemos cómo jugar a cada una.
–Cada vez queda menos para los Juegos Olímpicos de Tokio, donde tratará de revalidar su oro.
–Son meses bonitos. Está ahí el gusanillo de que ya quedan solamente siete meses, y cada vez menos, el tiempo pasa muy rápido. Ese gusanillo es el que te mantiene viva cuando estás reventada y no puedes dormir y tienes que levantarte a las ocho para entrenar. Tengo muchas ganas, al fin estamos en año olímpico y espero darlo todo al 200%, con mucha ilusión.
–¿De dónde surge el hambre por seguir ganando cuando ya lo ha ganado todo?
–Tras los Juegos anteriores tuve un bajón porque conseguí lo máximo que puede conseguir un deportista y me pregunté qué me quedaba. Es importante mantener los pies en la tierra y quiero conseguir otro oro olímpico, otro Mundial, otro Europeo, más torneos del circuito mundial. Mi motivación es ser la mejor jugadora de la historia.
–¿Cómo le gustaría que la recordasen como deportista? ¿Quizás como la mejor española de la historia?
–Me encantaría, pero afortunadamente hay muchas mujeres 'top' en España que han conseguido muchas cosas y son también pioneras en sus deportes. Me siento afortunada por aportar mi granito y serlo en el bádminton, haberlo puesto en un punto importante en el país. Cuando me retire espero ver que en España se consiguen cosas grandes. Poder vivirlo y ayudar.
–Dijo una vez que en Asia usted era como Cristiano Ronaldo. Es un fenómeno contracultural.
–Cuando volví a India tras el oro olímpico, que se lo quité a una deportista de allí, creí que me querrían menos; me sorprendió que me recibieron con muchísimo cariño y alegría. Hasta me animaban contra rivales indias. Lo llevo en el corazón, no lo olvido. India es como mi segundo país, igual que Indonesia. Allí perdí en 2016 tras ganar el año anterior y cuando me fui del pabellón las 9.000 personas coreaban mi nombre, en un país que no es el mío. Me emocioné mucho, me hizo sentir una más.
–Es un reconocimiento a una deportista que hace historia en un deporte que sienten suyo.
–Sí, les llama la atención que surgiera una chica de un país en el que no es común el bádminton (risas).
–¿Nota grandes diferencias en cuanto a rivales en el circuito en los últimos años?
–El nivel ha mejorado en los últimos diez años porque cada día crece, por una rival o por otra, por mí. Nos tenemos que ir adaptando al juego de la que más deslumbra en cada momento para brillar en nuestras virtudes. Cada año salen jugadoras nuevas, esto va así. El bádminton tiene mucho nivel en Asia.
–¿Siente que su repercusión mediática en España es justa?
–Sí, me siento muy querida y valorada desde el primer minuto. Nos hemos hecho un huequecito en el deporte español y noto mucho apoyo de la gente, me lo han demostrado en este camino con la lesión. Me siento muy agradecida por el cariño de cada uno de los españoles.
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