Ignacio Fontes acaba último en la final olímpica de 1.500 más rápida de la historia
El mediofondista granadino se pone en cabeza en los últimos metros, valiente, pero es engullido por el infernal ritmo de la prueba y acaba con un tiempo de 3:38.56
La final olímpica de 1.500 metros lisos más rápida de la historia fue demasiado para Ignacio Fontes. El mediofondista granadino acabó último con 3: ... 38.56, engullido por el ritmo infernal que impusieron sus rivales en la victoria con récord olímpico y europeo del noruego Jakob Ingebrigtsen con 3:28.32, una salvada. Batió en la última curva al keniano Timothy Cheruiyot, que hizo 3:29.01, y fue bronce el británico Josh Kerr con 3:29.05. También bajó de 3:30 otro keniano, Abel Kipsang con 3:29.56, y el español Adel Mechaal hizo otro 'marcón' de 3:30.77 que le dio para ser quinto. Fontes lo vio todo desde muy lejos pero ahí estuvo, en la final, donde se había propuesto. Volverá de sus primeros Juegos Olímpicos con el orgullo de haber sido finalista en su estreno.
Como hizo en la semifinal para asegurarse la clasificación por puestos a diferencia de la primera ronda, Ignacio Fontes fue valiente desde el principio y se puso en cabeza en los primeros metros. El pupilo de Jesús Montiel se presentó en la final concentradísimo, sin los aspavientos del resto de mediofondistas en la presentación y rehusando mirar a cámara ya en la línea de salida. También se le advertía algo tenso. Escuchó el pistoletazo a la izquierda de Cheruiyot y ni la imponente figura del keniano ni contar con la tercera marca personal más baja en la final le intimidó para salir rapidísimo en busca del liderazgo. Solo le duró unos segundos.
Jakob Ingebrigtsen, posterior campeón, no le dejó ni alcanzar la primera curva en este puesto de privilegio. El noruego arrastró al resto y estiró la carrera, que fue superando a Fontes por su derecha como una serpiente, encerrado en el interior. El granadino fue cediendo posiciones impotente, quinto, sexto, séptimo y octavo hasta quedarse último, impotente ante un ritmo que no podía seguir porque no le daban las piernas para subirse a la locomotora que arrancó Ingebrigtsen. Las dos carreras anterior y la impresión de verse inmerso en la pelea por la gloria ante titanes del atletismo de esa talla terminaron por devorarle.
Cheruiyot, que concedió quedarse a la cola en la fase inicial de la carrera, activó su propio motor y dio alcance a Ingebrigtsen hasta arrebatarle el liderazgo. Se había pasado el corte de los 400 metros a 56 segundos y al del 800 se llegó a 1:51, con una segunda vuelta más rápida aún. Fontes se fue descolgando en la cola, último, mientras en la cabeza Cheruiyot e Ingebrigtsen mantenían el pulso que todos presagiaban, avalados por sus mejores marcas personales de 3:28.28 el africano y 3:28.68 el europeo. El rostro de hielo del nórdico ya dejaba entrever que tenía aún guardado lo mejor de sí mismo y en la última curva pasó a Cheruiyot cuando y como quiso, sin que este opusiese resistencia alguna, justo de fuerzas en los últimos metros aunque le diese para conservar la plata. Quedó pasmado, como todos. Como Fontes, que llegó el último resignado en la carrera más importante de toda su vida deportiva y en la que soñaba, como sueñan los niños, con una medalla olímpica.
Emocionado en los agradecimientos
En declaraciones a Televisión Española en la zona mixta del estadio olímpico de Tokio, Ignacio Fontes admitió que le habría gustado «estar más adelante para pelear por algo importante». «Lo más positivo del campeonato es haber estado en la final, pero luego las piernas parecieron estar vacías y a nivel emocional tuve mucha tensión. Fueron tres carreras –primera ronda, semifinal y final- con rivales tan grandes que no solo se desgasta el físico sino lo mental, y muchísimo. El 1.500 necesita mucha madurez y en estos campeonatos el desgaste se acusa mucho», expuso el granadino, todavía jadeante. «Como deportista soy ambicioso y aspiro a mucho más, pero creo que esto es también un golpe de realidad por todo lo que tengo que trabajar porque no estoy donde creo estar ni donde quiero. En los próximos Juegos Olímpicos quiero estar más arriba. Lo valoraré con el tiempo, pero creo que esto es el inicio de algo bueno», meditó en voz alta.
Analizada la final y su participación en el campeonato, Ignacio Fontes miró a la cámara y a los ojos de cada uno de los telespectadores que lo siguieron desde sus hogares y habló desde el corazón. «Quiero dar las gracias a mi entrenador –Jesús Montiel- porque sin él este sueño no habría sido posible. Estoy con él desde pequeño y aunque no pueda estar aquí conmigo le estoy muy agradecido», expresó con lágrimas en los ojos y la voz temblorosa. «También quiero dar las gracias a mi familia por apoyarme siempre, tengo mucha suerte de teneros en mi vida. Sin vosotros no podría haber estado aquí. También quiero agradecérselo a mi pareja, Rita. Seguro que has cumplido algunos años más con tantos nervios», sonrió en esta ocasión. «Tengo mucha suerte por toda la gente buena que me rodea, amigos, familia y compañeros de entrenamientos. Esto no es solo mío sino vuestro. No se trata de ir rápido a los sitios solo sino lejos y acompañado. No he terminado estos Juegos como me habría gustado, pero estoy muy feliz», compartió antes de despedirse el granadino.
«Quizás debería empezar pidiendo perdón, pero solo puedo hacerlo a mí mismo porque soy el primero al que le habría gustado estar más adelante para pelear como mínimo por el diploma olímpico, pero estaba vacío«, se abrió luego a los medios sociales de la Federación. »Tuve rivales muy fuertes en cada ronda y el hecho de querer hacerlo bien me fue desgastando. Hice un amago de seguir a Jakob (Ingebrigtsen) cuando me pasó pero vi que las piernas no funcionaban y quedarme luego último y ver cómo se marchaban los demás no me ayudó«, admitió. »Soy el primero que no habría querido desperdiciar una oportunidad como esta, en una final olímpica, pero alguien tenía que llegar el último fui yo. Tengo que aprender a gestionar mejor a nivel emocional estos campeonatos y a desgastarme menos en todos los sentidos, también físicamente, para ser más fuerte y más rápido y verme donde me imagino en cada entrenamiento que hago», se retó.
«No se le puede pedir nada más»
El principal aludido entre los agradecimientos, su entrenador Jesús Montiel, estuvo en pie desde las cinco y media de la mañana en Madrid, donde vio la final, aún con la sangre hirviéndole por no haber sido incluido en la expedición española hacia Tokio pese a haber clasificado tanto a Ignacio Fontes como a Laura Bueno en el relevo mixto. «No pudo ser la final que queríamos. Me fastidió la recalificación del polaco, Michal Rozmys, porque al ser Ignacio último y no entrar entre los doce primeros de los trece que corrieron no accede a una beca económica», lamentó a IDEAL, de modo anecdótico. «Le vi salir bien, muy concentrado, pero cuando se metió en el interior y vio que el grupo se estiraba y no tenía posibilidades de salir a la derecha para engancharse vio que lo tenía muy complicado y perdió el ritmo. La carrera ya iba lanzada, para récord», observó.
«Lo dio todo y no se le puede pedir nada más. Estar en la final ya era un gran éxito, aunque quizás habría sido más práctico asegurar el diploma olímpico que buscar la medalla», opinó Jesús Montiel, admitiendo también su parte de responsabilidad, pues él fue el primero que le animó a lanzarse a por el podio y de hecho le colocó con una plata entre Cheruiyot y Kipsang en su optimista pronóstico, que se cumplió en la semifinal pero no en la finalísima. «Si se pierde el ritmo, es muy difícil pegar un acelerón en una carrera como esta. Se lo merece todo y queda mucho por delante. Hay que seguir trabajando para los siguientes objetivos. Querrá descansar, pero aún tiene por delante por delante de la Diamond League», recordó a su pupilo.
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