Lewandowski y los chavales toman Mestalla

Al mal tiempo, buena cara. Eso es lo que debió pensar Flick cuando comenzó a dibujar sobre la pizarra el plan para Mestalla. El técnico germano no podía contar con De Jong, Araujo, Gavi, Gündogan, Dani Olmo y Ansu Fati, así que optó por la única vía que conoce desde que es técnico azulgrana, huir hacia delante. Le entregó las llaves del centro del campo a los imberbes Bernal y Casadó, y fio el ataque a todo lo que tiene disponible. Ferran Torres, Raphinha, Lamine Yamal y Lewandowski formaron un arsenal en el que el polaco debía ser el gran beneficiado.

El plan era el ya conocido, otra cosa es ejecutarlo bien el primer día de curso. Flick no engaña, no se casa con nadie y su equipo salió con las ideas claras. Los culés presionaron en campo contrario y trataron de masticar con la pelota a un Valencia tan voluntarioso como lo lleva siendo desde que Baraja está en el banquillo. Bernal en esta ocasión era el ancla, ese tercer central en la salida desde atrás, lo que permitía a Balde y Koundé estar más presentes en la fase ofensiva, mientras que Raphinha era el mediapunta.

El problema para el Barça es que Baraja tenía claro cual era el antídoto. El técnico che entregó las bandas y aunó todos los esfuerzos en frenar los pasillos centrales, ahí donde el talento azulgrana debía entrar en ebullición con Raphinha y los dos extremos a pierna cambiada. Los de Flick se atascaron durante muchos minutos y dieron alas a un Valencia que poco a poco fue tomando el pulso al duelo. Avisó primero con un centro envenenado que salvó Ter Stegen y golpeó después Hugo Duro cabeceando a la red para iniciar un festival de ida y vuelta. Los locales querían más y los visitantes solucionar la papeleta antes del descanso. El intercambio de golpes sonrió esta vez a un Barça que pasó del 2-0 gracias a un pie de Cubarsí en la línea de gol al empate tras un remate a bocajarro de Lewandowski.

Tras la reanudación, el Barça salió espoleado por el tanto del empate. Los de Flick sorprendieron al Valencia y se encontraron con un inocente penalti de Mosquera sobre Raphinha, que se anticipó al zaguero. El regalo lo aprovechó Lewandowski para adelantar a los azulgranas, firmar su doblete particular y hacer que el técnico germano esbozara su primera sonrisa liguera. No era para menos, su equipo había sacado personalidad en un mal contexto, con Mestalla tronando y por detrás en el marcador. Ahora tocaba organizar las piezas. Se marcharon Balde, lesionado, Ferran y Cubarsí y entraron Christensen, Pedri y Gerard Martín.

El objetivo de los azulgrana ahora era tener un mayor control gracias a la entrada del jugador canario entre líneas. Y lo lograron. El Barça bajó las pulsaciones del duelo y las imprecisiones de los locales no tardaron en llegar fruto del cansancio y de las prisas por igualar el marcador. Marc Casadó, uno de los más destacados del encuentro, fue una solución constante para que los de Flick mantuvieran el ritmo y llegaran con el duelo bajo control a los últimos instantes. El Valencia lo intentó con más corazón que cabeza, pero terminó cediendo los tres puntos ante un Barça que dejó buenas sensaciones gracias al concurso de jugadores con mucho futuro como Bernal, Casadó, Lamine Yamal o Cubarsí y también gracias al acierto anotador de un Lewandowski incombustible.