El Real Madrid sobrevive a un nuevo incendio de Vinicius con otra loca remontada

Acudió el croata al rescate de un equipo que había vuelto a perder los papeles en otro partido incendiario en Mestalla justo el día en que entró en el top ten de futbolistas con más encuentros en la historia del club de Chamartín, igualando los 561 que disputaron Pirri y Míchel vistiendo la elástica blanca, salvando de la quema a un bloque que andaba con el morro torcido a raíz de un penalti fallado por Bellingham, un gol anulado a Mbappé por un fuera de juego milimétrico y, sobre todo, una nueva expulsión de Vinicius en el feudo de la capital del Turia, maldito para sus intereses y para los de su equipo en los últimos tiempos.

Salió sin embargo el Real Madrid del estadio del Valencia haciendo una excepción este viernes a ese mal fario que le persigue con una victoria que le impulsa al liderato de la Liga por primera vez desde que se proclamase campeón el pasado curso. La diana terminal de Bellingham, letal con siete tantos en las últimas ocho jornadas, propulsó al Real Madrid, que se alió con el palo en un remate a la madera de Rioja sobre la bocina y sobrevivió al fuego de Vinicius para alcanzar la cima del campeonato con dos puntos más que el Atlético, que tiene un partido menos, y cinco de renta sobre el Barça.

El triunfo de los blancos, que sitúa el honorífico título de campeón de invierno a la espera de lo que haga el Atlético la próxima semana ante Osasuna, dejó con la miel en los labios al Valencia, que sigue metido en el pozo, pero cuya maltratada feligresía encontró al menos motivos para la esperanza al ver una tropa que derrochó entrega y valentía, por más que sufriese un castigo severísimo.

No se le puede negar el coraje al nuevo técnico del Valencia, cuyo equipo salió presionando muy arriba al Real Madrid y obtuvo un merecido premio a la intensidad desplegada con un gol de Hugo Duro al filo de la media hora. Había sostenido Courtois al bando visitante tras un disparo tremendo del delantero getafense y después en un mano a mano con Foulquier, pero nada pudo hacer para impedir que el punta volviese a fustigar a su exequipo recogiendo el rechace tras un remate de Javi Guerra para anotar a placer por tercera ocasión consecutiva frente a los blancos.

Se quejó el Real Madrid de una falta previa de Yarek sobre Rodrygo en el germen del contragolpe que preludió el tanto, sin que Soto Grado ni el VAR atendiesen las súplicas visitantes. Acción fronteriza, al igual que un presunto derribo en el área a Vinicius mientras pugnaba con Tárrega que volvió a prender la mecha tan corta que tiene el brasileño. Cuestión de criterio.

Sufría la escuadra de Ancelotti por los costados, especialmente por el de Lucas Vázquez, sin que el Real Madrid encontrase vías para explotar el riesgo que aparejaba el arrojo local. Cierto es que un par de indecisiones de Dimitrievski generaron cierta inquietud a la parroquia ché, que arremetió contra la gestión de Peter Lim dentro y fuera del campo, pero el Valencia apenas dejaba grietas en defensa. En vista de ello, probó Valverde con un cañonazo que se marchó por encima del travesaño. Encontró también una pequeña rendija en el grueso forro local Vinicius a pase de Ceballos, pero Dimitrievski leyó bien el remate del fluminense, que se marchó al descanso con gestos de frustración que pasaron a mayores en la segunda mitad.

No en vano, aumentó sus pesares el Real Madrid al inicio de la segunda parte, con un penalti por derribo de Barrenechea a Mbappé que Bellingham mandó al palo y un gol anulado al '9' por fuera de juego. Los dos avisos reforzaron el espíritu conservador que había adoptado el Valencia, atrincherado en su área con el propósito de resistir las embestidas de un rival encorajinado.

Acampó en 30 metros el Real Madrid y acarició de nuevo la igualada con un cabezazo de Rodrygo a servicio de Tchouaméni que salió lamiendo el travesaño, pero la roja que vio Vinicius por agredir a Dimitrievski pareció ser la cruz del Real Madrid. Logró reponerse sin embargo la soldadesca de Ancelotti, que volvió a crecerse en la adversidad para impulsarse en la Liga. Tienen más vidas que un gato.