Valverde y Vinicius liberan a Mbappé

Así se resolvió un duelo que destapó la pegada del Madrid aunque no terminó de despejar sus dudas en la zona de creación. Ceballos asumió el testigo de Modric y Güler entre líneas. Fue la sorpresa de Ancelotti en un planteamiento táctico con el reto de superar la efectiva presión bética en el inicio. Pedía el técnico italiano velocidad en la circulación para superar ese primer escollo verdiblanco en el inicio de la jugada. Atrevido el equipo de Pellegrini, como suele demostrar cada vez que pisa un escenario importante aunque esa actitud implique asumir cierto riesgo.

Otra vez le faltó vértigo al Madrid de salida. Demasiado previsible en el manejo de balón para sorprender al Betis. Fue soltándose para amenazar la puerta bética con un remate de zurda mordido y un derechazo cruzado de Mbappé. También por el siempre peligroso golpeo lejano de Valverde.

Estaba mejor el Madrid, pero el paso de los minutos sin goles contribuía al nerviosismo de sus atacantes, especialmente Mbappé, precipitado en los últimos metros. Al francés, activo pero también inquieto, se le negó de nuevo el gol en la primera parte. Todas sus intentonas se estrellaron contra el aparente mar de piernas rivales y aunque a los puntos el primer acto fue para el Madrid, acabó equilibrado en la realidad incuestionable del resultado.

Acuciado por la necesidad de evitar que la brecha con el inmaculado Barça aumentase, el Madrid redobló la intensidad del asedio al área bética. El partido se enturbió con una acción de interpretación en la que el Madrid pidió mano de Diego Llorente, una caída dudosa de Ceballos en el área bética y el ya clásico rebote de Vinicius con el árbitro, con arenga incluida a la grada.

En mitad de la polémica el duelo se rompió por completo y el Betis aceptó el toma y daca. Utilizó el disparo de Fornals como arma arrojadiza mientras Ancelotti deshacía por enésima vez su planteamiento para el enganche con el cambio de Brahim por Ceballos. Seguía el Madrid en busca de la llave para el tarro de las esencias cuando Valverde, como ante el Valladolid, halló la combinación ganadora. Genial último pase de tacón del uruguayo y liberación al fin para Mbappé, que no dudó para ajustar al palo de zurda y espantar cualquier fantasma.

Desatado por su primer gol en Liga, al galo le restaba otro refuerzo positivo. Vinicius, mano a mano ante Rui Silva, forzó el penalti del portero en una acción revisada en el VAR y embarullada por un fuera de juego previo que no era. El brasileño, que asumió la responsabilidad desde los once metros en Las Palmas, cedió esta vez el lanzamiento a su compañero, que rubricó con aplomo su primer doblete de blanco.

La autogestión entre las dos grandes estrellas del ataque madridista dio esta vez la razón a Ancelotti, que la enarbola desde que comenzó la temporada. El italiano, que maneja como nadie la mano izquierda en el grupo, compartió la sonrisa de oreja a oreja de Mbappé camino del vestuario, con el duelo encarrilado y ovación del Bernabéu.