El Barça saca el rodillo en Montilivi

La intensidad es innegociable para el Barça esta temporada. Da igual que el curso acabe de comenzar, que vengas de lesión o que regreses del parón de selecciones. El culé es ahora un equipo que está metido desde el minuto 1 hasta el 90 y que salta al césped con la idea de someter a sus rivales a través de una presión apabullante. Así lo hicieron los azulgranas en las cuatro primeras jornadas y así saltaron a Montilivi, lugar de nefasto recuerdo el pasado curso. Marc Casadó y Pedri elevaron las líneas hasta la zona de tres cuartos y desde ahí comenzó una carrera sin cuartel para recuperar la pelota y golpear como un martillo pilón hasta que el rival entregara las armas.

Esa fórmula, clara en el libro de estilo de Flick, funciona a las mil maravillas. El Barça ganó muy pronto la batalla por la pelota y supo distribuirla gracias al buen pie de Pedri, que cada vez parece más cerca de su mejor tono físico. A partir de ahí es cuestión de tiempo que el talento fluya y que aparezcan jugadores que marquen las diferencias. Ese rol cada vez está más reservado para Lamine Yamal. Y es que el joven extremo no necesitó, en esta ocasión, ser omnipresente ni acaparar demasiado el balón. Fueron dos destellos, dos chispazos fugaces de esos que cambian el partido en un visto y no visto.

En el primero levantó a Flick de su asiento robando un balón a David López, que se confió en la salida de la pelota desde atrás, y definiendo arriba ante la salida de Gazzaniga. En el segundo gol Lamine Yamal recogió un rechace en el área para definir abajo y al palo largo con una rosca que va camino de patentar. Fue rápido, indoloro para el Girona y sencillo para un Barça que mostró en la primera mitad muchas de las características que le han llevado a tener un gran inicio de temporada. Pese a ello, el Barcelona se fue al descanso con el susto en el cuerpo después de un remate de Bryan Gil que repelió Ter Stegen y de un penalti señalado a Iñigo Martínez por mano que finalmente desestimó Muñiz Ruiz gracias al VAR.

Tras la reanudación el Barça tardó apenas un minuto en demostrar que tiene todos los registros. En esta ocasión Lewandowski salió de su zona y ese espacio lo ocupó a la carrera Dani Olmo para aprovechar un envío en largo de Koundé y fusilar a Gazzaniga con un latigazo al palo largo. El partido, con el 0-3, estaba resuelto, pero con Flick no hay puntos muertos, no existe la posibilidad de mirar de reojo al compromiso de Champions. El alemán quería más y más. Retiró a Dani Olmo, con molestias, y puso a Pedri en la mediapunta para que el canario redondeara su gran actuación.

Y así fue. Marc Casadó, que parece que lleva toda la vida jugando de pivote en el Barça, filtró un balón entre centrales y apareció Pedri como una exhalación para burlar la salida de Gazzaniga y hacer el cuarto gol. Fue el colofón a un partido redondo para los de Flick. Ya con esa ventaja, el Barça levantó el pie del acelerador y Flick se permitió iniciar un carrusel de cambios por el que pasaron Pedri y Lewandowski. El desbarajuste lo aprovechó el Girona para coger aire y recortar distancias tras un centro de Portu que aprovechó Stuani. El gol y la expulsión a última hora de Ferran Torres no privaron al Barça de dar un golpe encima de la mesa y alargar el estado de enstusiamso antes del debut en Champions el jueves contra el Mónaco.