Lamine Yamal corona la Liga del Barça

Y eso que el inicio de partido fue raro, pero que muy raro, para el Barça. Flick puso en liza un once muy reconocible, pero con una defensa de circunstancias por las bajas y las molestias de futbolistas habituales. Así, Araujo y Christensen jugaron juntos por primera vez y vieron desde la zaga cómo a los culés no les salían las cosas. El Espanyol entregó los costados, apretó en la parcela ancha y jugó en muy pocos metros, haciendo de cada balón una batalla sin cuartel. La idea era incomodar al líder y salir a toda velocidad al contragolpe para coger la espalda a una defensa tan adelantada como siempre y poblada, en esta ocasión, por dos jugadores sin los automatismos.

La apuesta le salió bien al técnico del Espanyol, Manolo González. El Barça no tuvo la claridad de otros encuentros en el arranque, no pudo encontrar a Dani Olmo entre líneas y se precipitó en varias ocasiones. Eso hizo que los espacios aparecieran para los pericos y que pudieran disponer de hasta tres llegadas claras. Unas veces la falta de puntería y otras Szczesny, que salvó los muebles en un mano a mano ante Puado, evitaron que los azulgranas empezaran una vez más por detrás en el marcador. Fue el peor momento de un Barça que poco a poco le iba a coger el tempo al partido.

Tuvo que pasar el desconcierto inicial, incrementado por un atropello masivo en las inmediaciones de Cornellà que enrareció el ambiente en el estadio, y tuvo que bajar un pistón el Espanyol, que ya llegaba más tarde a las ayudas. Ahí apareció el talento. Pedri se hizo con el timón y pudo emparejar una primera parte en la que el Barça no logró generar desequilibrios. Apenas dos disparos de Lewandowski que no vieron portería y otro de Raphinha a las manos de Joan García pudieron producir los de Flick antes de un descanso al que se llegó con la sensación de que se estaba jugando a lo que más le interesaba a Manolo González.

Tras la reanudación apareció la necesidad de los dos equipos. El empate era el único resultado que evitaba una fiesta culé en Cornellà y eso se notó después del paso por vestuarios. Flick introdujo a Balde para tener una amenaza mayor en el carril izquierdo y, sin embargo, el peligro venía por el otro lado. Lamine Yamal tiene solo 17 años, pero el planeta fútbol abre los ojos cada vez que recibe el balón. Todos vieron estupefactos el gol ante Francia que abrió las puertas a España del título europeo, todos alucinaron con la personalidad mostrada ante el Inter en las semifinales de Champions y todos, incluidos aquellos que otorgan premios, vieron cómo ponía este jueves la guinda al título de Liga para el Barcelona.

Carlos Romero le dio un metro por primera vez en 53 minutos y fue suficiente. Lamine Yamal es un genio y con apenas una pincelada cambió el cuadro que tenía el Barcelona. Trazó la diagonal que ya tiene patentada y su disparo de rosca entró por donde todo el RCDE Stadium sabía que iba a ir, por la misma escuadra. Hay cosas que pasan una y mil veces, pero que no se pueden evitar. Y es que el gol de Lamine Yamal fue la luz para un Barça que evidenciaba fatiga tras el maratón de partidos del último mes, pero que ahora tenía un tesoro en las manos.

Lo sabía Flick, que introdujo a Fermín, Gavi y Héctor Fort para refrescar al equipo, tener más la pelota y dormir un encuentro que el Espanyol necesitaba revolucionar a toda costa. Cornellà apretaba de lo lindo y las pulsaciones le jugaron una mala pasada a Cabrera, que agredió a Lamine Yamal cuando éste trataba de pugnar por un balón. El resultado fue una roja que puso la puntilla para los pericos y que allanó el camino al título de los culés, que encontraron la sentencia en el tiempo añadido por medio de Fermín. El Barça es campeón de Liga y Lamine Yamal dejó otra joya más en un repertorio que ya es apabullante antes de alcanzar la mayoría de edad.