Óskarsson se reivindica con un doblete ante el PAOK

Bastante rara la contienda entre dos rivales que comenzaban en situación parecida en Europa, pero con trayectorias antagónicas recientes. La Real venía de encadenar tres derrotas consecutivas y hasta Imanol Alguacil era cuestionado, y el PAOK con más moral tras ganar de forma consecutiva a Riga, Ferencvaros y Slavia de Praga. Por el resultado parece que fue tarea sencilla para los guipuzcoanos, pero nada de eso porque el conjunto de Razvan Lucescu, hijo del mítico entrenador rumano, mereció más, sobre todo en el primer acto. Pero se encontró con el joven portero Unai Marrero, que había vivido su primera experiencia europea en Tel Aviv y esta vez fue decisivo en varias intervenciones.

No empezó nada bien el duelo para los locales, sorprendidos por un rival griego dinámico y valiente. Había movido mucho el once Imanol, que dejó fuera a Remiro, Zubeldia, Aramburu, Sucic, Kubo u Oyarzabal y el arranque fue desconcertante. Marrero salvó enseguida por dos veces un gol cantado de Camara. Abortó el primer remate con el pie y luego corrió para lanzarse e impedir que el guineano rematase a puerta vacía. En pleno desconcierto 'txuri urdin', fue el español Brandon el que ejecutó un disparo con marchamo de gol, pero lo evitó Aguerd.

De forma paulatina, la Real se organizó mejor. Es verdad que apenas hubo noticias en el área helena hasta el tramo final del primer acto, cuando Óskarsson cabeceó un centro muy tocado de Becker y abrió el marcador. Polémica celebración del islandés, con gestos como pidiendo que hablasen ahora sus críticos. Ya en el descuento, una jugada extrañísima pudo ser el segundo, concedido al principio pero anulado después porque el balón salió por la línea de fondo. Cesión al portero, y error clamoroso del croata Kotarski en el control ante la presión del ariete nórdico.

A Imanol le salió de maravilla su primer movimiento. Retiró en el descanso al amonestado Odriozola, situó a Jon Martín de central y ubicó a Aritz al carril derecho. Precisamente, un centro de Elustondo lo aprovechó Óskarsson para firmar el segundo, de nuevo con la testa. Con la riña decidida, tiempo para dosificar, hacer cambios y dejar pasar el tiempo sin mayores sobresaltos.