Nico Williams sostiene la velocidad de crucero del Athletic en la Europa League

El Athletic, acostumbrado a irrumpir con energía en los partidos, se encontró con un Slavia que calcó este planteamiento. El conjunto checo saltó respondón al césped de San Mamés, hasta recluir a los leones en sus propios dominios. Su ambición puso en apuros a Agirrezabala, felino para desviar el disparo de Michez. Redobló la apuesta el conjunto de Praga, con otro picotazo en el cabezazo de Diouf, y confirmó que no iba a ser una noche plácida para el equipo de Ernesto Valverde, ni mucho menos.

Ante el cortocircuito en el inicio de la jugada provocado por un rival invicto hasta ahora en la competición, el Athletic tiró de los balones en largo en busca de la velocidad de los Williams en las bandas. La fórmula no ofreció esta vez grandes réditos. Poca presencia rojiblanca en el área del Slavia, más allá de los chispazos de Nico, hasta que su hermano mayor sacó petróleo de una jugada aislada, metiendo el cuerpo para forzar un penalti más que liviano, que se malogró por una falta previa de Guruzeta.

La acción fue una suerte de toque de corneta para el Athletic, capaz de meter una marcha más para pisar con asiduidad el campo adversario. El paso adelante lo refrendó el gol de Nico Williams, vertiginoso en la aceleración y el regate y también afortunado, pues su chut lejano se desvió en el cuerpo de un zaguero para acabar besando la red checa.

Parecía hecho lo más difícil para el Athletic, pero el Slavia ni mucho menos se vino abajo. Otra vez el conjunto vasco abusó de los balones en largo y su rival cercó el área local. Agirrezabala evitó sobre la bocina el empate, con un parada de mérito ante la intentona de Michez.

Por si había alguna relajación innecesaria en el Athletic, la puesta en escena del Slavia tras el descanso se encargó de despejarla. El remate de Doudera en el segundo palo, desviado, fue una advertencia de que el conjunto checo ni mucho menos había firmado la capitulación. Michez, otra vez la voz cantante en ataque, mantuvo en vilo a los leones, amenazados de nuevo por una contra finalizada por Zmrzly.

Jamás le perdió la cara al partido el equipo de Praga, que introdujo en la ecuación al gigante Chory, una torre capaz de poner contra las cuerdas a Agirrezabala con su poderío aéreo. Fue la ocasión más clara del Slavia para un empate que acarició en San Mamés, pero que impidió la solidez del Athletic, impulsado por el vértigo de Nico Williams hacia una victoria de mérito.