El Lille castiga a un Real Madrid desnortado

Ni la aparición de Mbappé con más de media hora por delante sirvió para espolear a los blancos, que persiguieron sombras durante casi todo el partido y coleccionaron amarillas que resumieron la impotencia de una escuadra que careció de juego y solo amenazó en la recta final, cuando se lanzó a la desesperada en busca del empate sin conseguir herir a un Lille que le superó de principio a fin en ideas, intención y ambición para asestarle una merecida derrota que agudiza las dudas que arroja el Real Madrid en este gris inicio de temporada.

Duro tropiezo del Real Madrid justo antes de que la ruta se le empine con la aparición de Borussia Dortmund, Milan y Liverpool de una tacada y tras un enfrentamiento en el que Ancelotti optó por hacer una rotación contenida después de un partido abrasivo en el Metropolitano y antes de otro encuentro que se anticipa fogoso el sábado frente al Villarreal, pero del que salió escaldado.

Al margen del obligado relevo en la portería, donde Lunin suplió la baja por lesión de Courtois, el técnico del Real Madrid sacó del once a Modric para habilitar el estreno esta temporada de un desafortunado Camavinga y reservó también de entrada a Rodrygo a fin de conceder su primera oportunidad de inicio a Endrick. El atacante de Taguatinga se convertía así en el titular más joven del Real Madrid en un partido de Champions, superando el registro que ostentaba Raúl González desde que debutase en el torneo frente al Ajax en septiembre de 1995.

Aceptó el reto el Lille dando protagonismo a Bouaddi el día en que el prometedor mediocentro cumplía 17 años y situando a sus dos futbolistas más determinantes, Zhegrova y David, en el frente ofensivo. Tiene un atrevido planteamiento Bruno Génésio al que no renunció ni siquiera en la visita del quince veces campeón de Europa y el resultado recompensó su valentía.

Salió con enorme determinación el Lille, uno de los equipos con mejores registros de posesión en las grandes ligas. Ataca sin reparos y sometió a un buen test de estrés al Real Madrid. Avisó Jonathan David, estupendo delantero canadiense que exigió una fenomenal doble intervención de Lunin. Habían probado fortuna para entonces Vinicius y Endrick con disparos bien cubiertos por Chevalier, pero lo cierto es que a los blancos les faltaba actividad en la medular pese a la presencia de cuatro centrocampistas, se veían obligados a remar hacia atrás con demasiada frecuencia y sus escaramuzas ofensivas no eran más que fogonazos individuales.

Prevalece un sentido de agitación permanente en este Real Madrid carente de un director de orquesta que afine la partitura, lo que deriva en notas discordantes y un juego inconexo. Volvió a jugar con fuego ante los dogos en la primera parte hasta que una imprudencia de Camavinga en la defensa de una acción a balón parado acabó quemándole con un penalti que Jonathan David transformó para adelantar al Lille al borde del descanso.

Persiguió Ancelotti mayor profundidad por el carril izquierdo con la entrada de Fran García tras el intermedio, aunque el principal déficit del Real Madrid radicaba en la ausencia de un vector creativo en la sala de máquinas. Cedió mando el Lille frente a un rival con mejor espíritu pero el mismo desorden, consciente de que podía tener su oportunidad de doblar la renta a la contra. Pudo hacerlo Zhegrova con un disparo esquinado que se marchó por poco, antes de que Carletto interviniese a fondo al dar entrada a Modric y Mbappé.

Retrasó su posición al eje de la zaga Tchouaméni en un intento de que el Real Madrid ganase cuerpo en el centro del campo, dispusiese de la manija que tanto echaba en falta y elevase su capacidad intimidatoria. No le quedaba otro remedio que arriesgar al Real Madrid, que concedió una buena oportunidad al contragolpe a Jonathan David pero fue aumentando su llegada frente a un rival sólidamente armado. Probó Carvajal con un remate de cabeza en posición forzada y tuvo sobre todo el empate en un par de testarazos de Arda Güler, un remate con el pecho de Bellingham y otro cabezazo de Rüdiger. Intentos baldíos al fin y al cabo por parte de un conjunto al que la casta no puede sacar siempre de apuros.