El superjugador de Nietzsche
Cartas desde China ·
Solo el jugador mientras juega puede ser dueño de sí mismoKEVIN VIDAÑA
Viernes, 6 de noviembre 2020, 22:58
Aún no entendemos que somos difíciles de determinar, que cuando lo hacemos nos estamos privando de lo que es específicamente humano, siendo el jugador nuevo ... para sí mismo. Nuestra cabeza de simio en busca de bananas genera conflictos importantes, que no banales, en las grandes diferencias que hay entre lo que pensamos de la naturaleza y la naturaleza, provocando que vivamos extraños y ajenos a nuestra animalidad fundamental. Creemos conocernos y solo conocemos una imagen idealizada de nosotros, una fotografía inactiva e inerte, conocida como yo o personalidad consciente, que nos vuelve dependientes e inermes, incompetentes ante el descubrimiento de lo verdaderamente humano, que siempre va mas allá de lo cultural u opinión de los demás.
La sociedad empuja al individuo a individualizarse, a culpabilizarse, a darse nombre para corresponder la ficción social que nunca considera la experiencia personal. Confundimos lo que somos con lo que otros nos han dicho que somos. Alejanda Pizarnik escribía que es «imposible la plena comunicación humana; los otros siempre nos aceptan mutilados, jamás con la totalidad de nuestros vicios y virtudes». De esta manera se crean jugadores tristes, inhibidos, hartos de sí mismos, que nunca pueden estar a la altura de lo fijado. Por pretender al superjugador hemos perdido al jugador, el juego ha fracasado por culpa de la cultura del Superyó, pretendiéndose autómatas y atletas donde juegan personas.
El superhombre de verdad no es un hombre hipertrofiado, obediente y disciplinado sino un niño sensible, ingenuo e inocente; no es Cristiano Ronaldo sino Andrés Iniesta, no es Gareth Bale sino Pedri González. En el proceso de creación de cualquier arte se olvida la identidad -por eso es creación y no invención-, el yo desaparece porque el hombre es movimiento y anterior a las ciencias de la naturaleza. Ser uno mismo no es corresponder una imagen sino ir siendo conforme a las necesidades del organismo y a los estímulos del entorno, dejando atrás juicios y referencias. Solo el jugador mientras juega puede ser dueño de sí mismo. Nietzsche siempre invitó a pensar que el juego y la vida mueren de pensarse...
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