La naturaleza del Diego
Maradona siempre fue respetuoso con su naturaleza, la definición de un fútbol indefinido y absolutamente rentable
KEVIN VIDAÑA
Domingo, 30 de agosto 2020, 00:49
No digas ego cuando hables de Diego. Maradona fue sabia naturaleza, el hombre que solo sabía identificarse con el momento presente. La persona que ... olvidaba ser algo para ser alguien. Auto-concepto inmenso, conciencia superlativa de sí mismo con el entorno; el jugador sin sombras. La autorregulación del organismo sin mentiras que se opongan. Las emociones sentidas sin los obstáculos de la cultura y el entrenamiento. El amor sin límites.
«Siempre vivió para hacer más felices a sus compañeros. Tiraba y devolvía paredes. Peleaba por los trofeos colectivos. Hizo todo lo posible para no ser Maradona y aun así lo fue», decía Juanma Lillo sobre el que nunca incurrió en ficciones, sobre el ser inmortal porque supo entender las cosas de la mortalidad. Diego era ternura y pasión hacia lo súbito, el desarmado brusco de toda respuesta automática y repetitiva. La naturaleza esencial sin faltas. Un jugador que nunca cupo en culpas, quejas, críticas ni comparaciones. La unión de lo psíquico y lo físico, la filosofía del no-pensamiento. La vida bien vivida del gordo y bajito y vasto y prominente. Un jugador que por indirigible nos dirigía hacia lo único y hacia lo verdadero.
César Luis Menotti ya nos avisaba en 1977 con un juicio libre de prejuicios, cuando Diego apenas contaba con 17 años y jugaba para Argentinos Juniors: «Tiene unas cualidades técnicas prodigiosas, regate fácil siempre en profundidad. Tiene una visión de línea recta cara al gol, pero sabe desprenderse del balón en beneficio del compañero mejor situado. Reflejos extraodinarios. Protege el balón muy bien para jugarlo acto seguido con gran eficacia. Sus pases cortos y disparos son pura maravilla. Cambios de ritmo prodigiosos».
Ni un pero que valga porque lo perfecto es perfecto aún con fallas. Porque a pesar de correr tal y como desaconsejaban los expertos fisiólogos de la Universidad de California y Los Ángeles (UCLA), que pretendían corregir su manera equívoca de correr para optimizar su eficacia en el juego, Diego siempre fue respetuoso con su naturaleza, la definición de un fútbol indefinido y absolutamente rentable.
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