Espadas en alto tras un primer encuentro colosal

El fútbol es tan imprevisible que los guiones saltan por los aires en cuestión de minutos. Se esperaba un ambiente infernal, un Barça avasallador y un Atlético tirando de ejercicio de resistencia, pero en la realidad nada de eso ocurrió de inicio. El Lluis Companys presentó un aspecto desangelado, quizá propiciado por el horario, y los colchoneros se comieron al Barça en un comienzo meteórico en el que Julián Álvarez y Griezmann demostraron ser una sociedad ilimitada que tiene recursos para colmar de alegría a la afición atlética.

Y es que todavía flotaba en el ambiente la suplencia de Lewandowski en favor de Ferran Torres cuando el Atlético sorprendió al Barça con dos golpes en el mentón. En el primero Julián aprovechó el desconcierto para redondear un centro lateral de Griezmann y en el segundo se intercambiaron los papeles para que el francés fuera definitivo. Lo hizo después de que el argentino condujera el balón como solo lo hacen los grandes jugadores. Cabeza levantada, pase al espacio y segunda diana para unos rojiblancos que flotaban y se pellizcaban ante un inicio idílico.

El Atlético había conseguido en apenas seis minutos lo más difícil y ahora tenía todas las herramientas de Simeone para gestionar la ventaja. El técnico argentino puso en liza un once con De Paul, Barrios y Gallagher en la medular con el objetivo de frenar entre líneas a Dani Olmo y de multiplicar las ayudas a los laterales, allí donde Raphinha y Lamine Yamal suelen ser más determinantes. Esa era la idea, pero el Barça tiene recursos de sobra para desarbolar cualquier tipo de planteamiento. Los azulgranas demostraron personalidad a raudales y comenzaron a circular la pelota de lado a lado hasta hundir a un Atlético que poco a poco iba perdiendo las pequeñas batallas.

La presión del Barça, que no había funcionado en el gol de Griezmann, ya daba frutos y las ocasiones iban a caer por su propio peso. Ferran Torres no estuvo fino en un mano a mano ante Musso pero la grieta ya estaba abierta y los de Flick se iban a colar por ella. La amenaza insospechada para Simeone era Koundé, que ganó línea de fondo y puso un balón atrás para que apareciera Pedri y desatara a una afición deseosa de subirse al tren de un partido que era una montaña rusa. El canario definió abajo para recortar distancias y volcar el terreno de juego contra la portería rojiblanca.

Y es que el Atlético estaba grogui y el Barça lo iba a aprovechar de lo lindo. Apenas habían pasado dos minutos cuando Cubarsí igualó el marcador en una jugada a balón parado en la que fue más pillo que nadie para cabecear a la red. Justo antes del descanso iba a llegar el tanto que culminaba la remontada en una acción similar. De nuevo Raphinha puso el balón y esta vez fue Iñigo Martínez el que ganó la posición y puso el colofón a una primera mitad de homenaje al fútbol y reflexión para un Atlético de más a menos, que ahora veía peligrar la eliminatoria.

Tras la reanudación, el Atlético buscó un efecto similar al de la primera mitad. Los de Simeone son dinamita cuando tienen espacios por delante y consiguieron en varias ocasiones superar la presión azulgrana en campo contrario para generar peligro. Szczesny desbarató, así, un mano a mano de Griezmann y puso en pie a un Lluis Companys que ya llevaba una hora frotándose los ojos ante la exhibición de Pedri. El canario sigue a un nivel superlativo y bajo su batuta se jugó un partido que en todo momento tuvo las cartas marcadas.

El '8' azulgrana mejoró todas las jugadas que pasaron por sus pies y fue el encargado de someter a un Atlético que vivió al filo de la navaja. Flick introdujo a Gavi y Lewandowski y el polaco amplió la ventaja tras una jugada estelar de Lamine Yamal. Parecía el final para los colchoneros, pero nada más lejos de la realidad. El Atlético resistió ante la adversidad una vez más. Marcos Llorente abrió de par en par la eliminatoria al aprovechar un pase atrás de Correa y Sorloth cerró la cuenta, como ya hizo en la Liga.