Una sangría en el rebote
El Covirán mostró arrojo en Lugo para devolver los arreones de los locales, pero su palpable inferioridad bajo los tableros le lastró durante todo el encuentro y acabó suponiendo un hándicap demasiado grande para firmar el ascenso
Jose Manuel Puertas
Lugo
Viernes, 18 de junio 2021, 01:29
Con un lanzamiento de Lluís Costa desde el centro del campo acabaron ayer las opciones del Covirán Granada en un Pazo dos Deportes que, efectivamente, ... confirmó la condición de caldera que llevaba días avisándose desde la ciudad amurallada.
El tiro del base catalán se quedó corto para forzar la prórroga, como si de la perfecta alegoría de lo sucedido en Lugo se tratase. Dio la sensación de que el Covirán llegó siempre más tarde a casi todo que el Breogán. Al rebote, desde luego. Es muy difícil competir ante un rival que coge 18 capturas más –46 por 28–, y especialmente sangrante fue la defensa granadina del tablero propio, donde los gallegos lograron hacerse con hasta 19 rechaces en ataque. Con esos datos, el mérito está en que Costa tuviera ese último triple para empatar. Lo lógico sería que el Breogán lo hubiera zanjado antes.
No fue a la lucha en los tableros la única a la que el Covirán llegó tarde. También al propio partido, con los lucenses saliendo como un huracán en prácticamente todos los cuartos. 13-4 en el primero, 12-2 en el tercero y otro 13-4 en el último. Se había hartado Pablo Pin de avisar sobre el hábito de los locales en su guarida del Pazo de salir como motos especialmente en los cuartos impares, pero el recordatorio no fue suficiente. El Covirán, eso sí, tuvo una más que reconocible capacidad de aferrarse al duelo ante la adversidad, de remar para acabar mejor que los locales todos y cada uno de los parciales. Siempre de menos a más, acabó echando el guante al Breogán en las repetidas acometidas locales, con Thomas Bropleh de inicio y Christian Díaz en la segunda parte como los mayores exponentes de la resistencia nazarí. Pero no fue suficiente y el domingo el Covirán irá avisado sobre el poderío reboteador y el empuje de inicio de los gallegos. A nadie le pillará ya por sorpresa.
Lo cierto es que el Breogán planteo un partido durísimo que al Covirán le costó asumir en cada inicio, aunque terminó haciéndolo con arrojo. Los celestes iban de tres en tres –o cuatro, a veces–, a por cada rebote, al tiempo que su exigencia física fue por momentos un dolor de muelas para el Covirán. Sobreexcitados por momentos con el arbitraje, los locales lograron que la grada protestara hasta lo improtestable, metiendo una presión a los árbitros que también tuvo su efecto en algún momento.
Como lo tuvo la zona ordenada por Pablo Pin en el último cuarto. A diferencia del 'calzón quitado' de Epifanio en el primer partido, Pin guardó dicho ajuste para el peor momento. Y dio resultado. Cuando Sergi Quintela colocó un complejísimo 74-62 a 4 minutos del final, era difícil presagiar que el Covirán tendría ese último tiro, aun lejano, de Costa. Pero la zona atascó sobremanera al Breogán. Tanto que los visitantes, a lomos del carácter a prueba de bombas de Costa y Díaz, metieron una vez más el miedo al Pazo
El breoganista no se creía lo que veía, con Epifanio obligado a pedir dos tiempos muertos en un minuto. El resiliente Covirán tuvo hasta dos ataques para ponerse por delante, pero marró y le tocará hacer historia el domingo. Para ello, la mejora en el rebote y el llegar antes en los detalle y en los inicios será clave. Remar no siempre es suficiente.
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