El Palacio se desquicia al final ante los ojos de Costa y Kramer
La afición rojinegra convierte el pabellón en una caldera para llevar en volandas al cuadro de Pablo Pin en el regreso de los 'ex' desde Tenerife
La unión es la piedra angular del Covirán Granada. Entre jugadores, directivos, empleados del club... y también la afición. Las opciones del cuadro de Pablo ... Pin para firmar su tercera permanencia consecutiva en Liga Endesa pasan por hacer de su pabellón una caldera y anotar así la primera canasta desde la previa. De ello es consciente el público tras dos campañas de agonía en la élite, por lo que la cita ante el Tenerife tuvo un claro guión.
Los primeros puntos de Clavell encendieron la mecha del Palacio de Deportes en busca del primer triunfo en casa de los rojinegros. No iba a ser fácil, por lo que el bombo del Frente Nazarí sonó como nunca junto al apoyo de más de 7.000 gargantas. Cada canasta fue un festival, nada que ver con las réplicas del rival. Ni siquiera cuando el balón pasaba por manos de Lluís Costa o David Kramer –que firmó 20 puntos–, 'ex' ambos del Covirán. Sus participaciones en el choque llevaron banda sonora, los típicos pitos y demás ruidos de la grada, aunque vacíos de inquina hacia dos hombres que lo dieron todo con la camiseta granadina.
También hubo algunos aplausos cuando alguno cambió la pista por el banquillo, pero la mente estaba puesta en el parqué. Tras una escapada momentánea en el marcador de lo visitantes, el Palacio apretó para volver a meter a los suyos en el encuentro antes del descanso. El juego interior fue un seguro con Jacob Wiley apurando la pintura y Sergi García como director de la jugada. Fueron momentos de furor, pues la remontada se mostraba en ciernes. No fue así.
El acierto imparable de Huertas desde el triple, los errores propios y algunas decisiones del trío arbitral desquiciaron a la afición, que bajó la guardia en los últimos minutos ante la diferencia insalvable de puntos. Una situación que no impidió la comunión entre jugadores y grada tras la bocina. El triunfo deberá esperar.
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