Felicio se va a Brasil pero espera volver

Su incorporación, desde el Ulm alemán, recomendado por uno de los ayudantes técnicos de Pablo Pin, Arturo Ruiz, que le siguió de cerca la pista en la Bundesliga alemana, fue muy interesante al tratarse de un jugador de mucha fama y amplia experiencia en la NBA.

En aquella ocasión estaba recuperado de una lesión de pie y así lo demostró en el primer tercio de la temporada del estreno del Covirán en la Liga Endesa. En compañía del estadounidense Luke Maye, se convirtió durante varias jornadas en el mejor latino de la ACB, colocándose entre los mejores de la competición en rebotes y líder en los ofensivos.

No obstante, una grave lesión sufrida en la primera acción del partido disputado por el equipo granadino en el pabellón Príncipe Felipe, frente al Casademont Zaragoza, a pase de Alex Renfroe al poste bajo, truncó su progresión. Estuvo apartado del parqué durante meses y tuvo que pasar por el quirófano, sin que le diera lugar a ponerse a tono físicamente y recuperarse del todo de la lesión antes de que terminara la campaña, perdiéndose dos tercios de la misma.

El club quiso darle una nueva oportunidad a pesar de tratarse de una ficha alta en la plantilla. Entonces Cristiano Felicio, que mostró mucho empeño y una implicación absoluta en su rehabilitación, además de ayudar a los más jóvenes y el vestuario del Covirán como si se tratase de un técnico más del staff, afrontó la segunda temporada con la camiseta nazarí con mucha ilusión. Quería sacarse la espina y ayudar.

Sin embargo, sus condiciones físicas tampoco fueron las mejores y se comportó con lentitud de movimientos, floja defensa en el bloqueo directo y dificultad para mantener el fuerte ritmo y exigencia de la ACB, lo que redujo su tiempo en pista, en especial con la llegada de otros pívots que significaron una mayor competencia para él, como el también 'cinco' Malik Dime o un 'cuatro' como Jacob Wiley capaz de ir a la posición de 'center', ambos muy físicos, de músculo y mayor energía que el carioca.

Felicio, a pesar de todo, contó con la confianza del entrenador Pablo Pin, aunque sus números, lejos de ser brillantes, solo fueron aceptables. A pesar de todo, acabó como tercero del campeonato, en la liga regular, en rebotes de ataque, con 2,4 por partido como Happ (Gran Canaria), por detrás de Willy Hernángomez (Barcelona) y Edy Tavares (Real Madrid), segundo y primero, con 2,5 y 2,7, respectivamente.

Le perjudicó su estancia en la selección brasileña durante el Mundobasket, porque tuvo poca presencia en la pista y tampoco el evento dio lugar a entrenamientos, que era lo que más le hacía falta, para rodarse, pero no realizó la pretemporada con los granadinos.

Ahora Cristiano Felicio acaba de marcharse a Brasil, pensará pronto en los Juegos Olímpicos, vuelve a casa, se acercará a su hogar de Chicago también, verá a su familia y buscará la paz durante un tiempo, aunque dejó claro, antes de tomar el avión, que le gustaría volver a Granada y prolongar su relación laboral con el Covirán.

Felicio admitió que su rendimiento no fue el mejor posible, es sincero y hace autocrítica, por eso es una incógnita si seguirá en la próxima plantilla. Ocupa plaza de extracomunitario y todo dependerá quizá de si acepta un papel menos predominante en el parqué y una reducción de salario.

Felicio se mostró muy emocionado por la permanencia del Covirán tras una temporada que él denominó como «especialmente dura». «Intenté aportar desde la mejor versión que pude tras recuperarme de mis lesiones, pero sé que no fue un gran año para mí, aunque intenté mantener la cabeza fría», suspiró el brasileño. «Lo que aquí se vive por el baloncesto es precioso y hay que felicitar a todo el mundo. Jugamos y entrenamos día a día por esta gente», describió.

«Me encantaría seguir porque me gusta todo del club y de la ciudad, pero ya veré qué pasa cuando vuelva de jugar con Brasil», apostilló tras la salvación ante el Gran Canaria. Este miércoles tomó rumbo a Brasil.