El Covirán se trae de Lugo un soplo de credibilidad y oxígeno en la clasificación

El equipo rojinegro sabe muy bien el valor que tiene dicho aspecto, pues el curso pasado su permanencia se rubricó por un solo punto en el desenlace del triple empate con el Obradoiro, finalmente descendido y, precisamente, el Río Breogán. De ahí que los 18 puntos ganados en Lugo, así como los 30 por los que el Covirán ganó en Girona, sean ahora mismo una gran bombona de oxígeno para el cuadro granadino, toda vez que precisamente los dos equipos que ocupan tras nueve fechas los puestos de descenso son justamente el Bàsquet Girona y el Río Breogán, ambos ya con un partido ganado menos que las huestes de Pablo Pin, que de ese modo empiezan a marcar cierta distancia con ambos.

Empero, más allá de lo puramente clasificatorio, ya de por sí suficientemente relevante, la imagen mostrada por el Covirán en el Pazo dos Deportes de Lugo fue la de un equipo con las ideas muy claras, en el que además varios jugadores dieron un notable paso al frente para sacar adelante un compromiso de valor sin duda especial. Fue el caso principalmente de Scott Bamforth y Jacob Wiley, irregulares durante el curso, pero que firmaron una actuación brillante en tierras gallegas. El primero fue el auténtico líder en la cancha, dominando el juego en la creación y la anotación, demostrando su saber hacer en partidos de especial tensión. Por su parte, Wiley fue ese huracán repleto de energía que ofrece su mejor versión, con enorme movilidad para jugar como '5' y siendo así un factor desequilibrante tanto en ataque como en defensa. Cuando el de Long Beach ofrece esa actividad, se convierte en un jugador de nivel superior, que de hecho incluso pasó por la Euroliga en las filas del Panathinaikos años atrás. En una versión menos desatada, Wiley es un jugador que se 'vulgariza', pues no anda sobrado de tamaño ni de talento en ataque. Necesita ese puro nervio que le hace ser un jugador de otra dimensión y que ofreció en Lugo en su máxima expresión.

Solidez

La némesis de Wiley bien podría ser Amine Noua, de largo el jugador más regular del Covirán en lo que va de temporada, al menos en cuanto sus números anotadores y reboteadores, las dos facetas donde más destaca. El internacional galo apenas cambia el gesto durante los 40 minutos. Juegue bien, juegue mal, anote o no, llueva o truene, su cara no cambia, y su lenguaje corporal es un tanto plano, lo que puede resultar un poco exasperante cuando van mal dadas. Sin embargo, el lionés es un valor seguro y está firmando la mejor temporada de su carrera como 'primer espada'. Hasta ahora, siempre había rendido como secundario, pero le costó mucho más cuando le dieron los galones que tiene en Granada. Pablo Pin ha sabido, hasta el momento, tocar la tecla exacta con el francés., que en Lugo firmó 14 puntos y 7 rebotes.

Con esas mimbres, y una gran actuación coral, el Covirán solidifica su plan con los de abajo. Ahora el reto es dar un paso más también contra los de arriba.