El Covirán pasa de fundación a club y renuncia a la sad

Hubo dos aspectos básicos para facilitar su ingreso en la máxima categoría, el principal fue el económico, donde se rebajaron las condiciones de participación gracias a la intervención de la ley del deporte y del gobierno central, a través de un canon que se abona a plazos –asciende a cuatro millones de euros– y un presupuesto mínimo pero más asequible, además de un pabellón con aforo para, como poco, cinco mil espectadores.

La segunda cuestión está centrada en la administrativa e institucional. El Fundación CB Granada, que es la entidad que comanda al equipo Covirán, tuvo que someterse a dos auditorías, una interna y otra de la propia ACB, para que las cuentas estuvieran saneadas y así hubiera viabilidad para acometer el proyecto en la principal división nacional. Dentro de este segundo apartado está la definición del participante, que hasta hace pocos años tenía que ser obligatoriamente sociedad anónima deportiva. La directiva granadina, a través de su asesoría jurídica, ya había avanzado la constitución del Fundación CB Granada hacia la sad. El capital mínimo de inicio se cifró en dos millones de euros.

Empero, surgió otra opción, posteriormente, al ser voluntaria la sociedad anónima deportiva, proceso que el club nazarí interrumpió, al tener la posibilidad de competir como club. Así se creó el Club Deportivo Granada por el Baloncesto, que es el nombre oficial con el que aparece el Fundación CB Granada y el Covirán en la Asociación de Clubes de Baloncesto.

Todo este proceso estuvo dirigido por Esther Rodríguez, que es la directora general desde hace dos años, aunque su función no haya trascendido públicamente, al ejercer en la gestión interna y administrativa, aunque esta última semana acompañó al presidente Óscar Fernández-Arenas a la asamblea de la Federación Andaluza de Baloncesto y ya se deja ver un poco más.

El dirigente comentó que «es la directora general desde hace dos años, cuando subimos a la Liga Endesa, entonces se encargó de todo el proceso de constitución del club, que coexiste con la fundación, que asume la escuela y la cantera. Esther venía con la preparación de haber sido directora general en otras empresas. Suele llevar todas las gestiones con los patrocinadores conmigo, aunque asume la actividad en la oficina y los viajes me los doy yo a las asambleas, para representar y como imagen de la entidad, para mí fue una descarga de trabajo bestial su contratación y, además de que lo hace con gran profesionalidad, se comió todo el marrón del ingreso en la ACB, aquello, la transición, fue complicado porque no se podía competir como fundación».

El paso a club se consideró viable y menos complejo que crear la sociedad anónima deportiva, así salió el nuevo nombre del club: el Club Deportivo Granada por el Baloncesto, que va hacia su tercera temporada y asumió los derechos deportivos del Fundación CB Granada, con el cambio jurídico realizado por el grupo de abogados Agaz.

En ese momento se trasladó también todo el personal y se efectuaron las auditorías, tanto la interna como la exigida por la ACB. Al tiempo, y a través de Caja Rural, se estableció la financiación para la inscripción en la Liga Endesa, y para poder abonar el medio millón del primer plazo, de cuatro, del canon de participación.

«Nuestro nivel de profesionalización cambió mucho a partir de ahí, y con el cambio de estructura administrativa tan importante», matiza Óscar Fernández-Arenas.

El directivo aclaró que «entonces dimos un salto con la plantilla laboral. Esther se encargó de los contratos con los patrocinadores, que los intentamos hacer a dos años para dar más estabilidad, también de la campaña de abonos, de la contabilidad y la fiscalidad, a lo que se sumó David Fernández, y ahora vamos a incorporar a una persona más al equipo. Creemos que es bueno crecer también en infraestructuras y en el organigrama, a la vez que en lo deportivo».

Fernández-Arenas comentó que el presidente del Leyma Coruña, Roberto Civera, le llamó para pedirle consejo sobre su adecuación a la ACB, y que se plantea competir también como club deportivo, dado que la sociedad anónima deportiva tendría que partir de cero y con acciones hasta un capital mínimo de dos millones de euros.

El Covirán, como club, hace que los abonados pasen a ser socios, aunque no se contemplan las asambleas anuales. Al presidente nazarí no le consta de que sean obligatorias o voluntarias, dado que tampoco las realizan los equipos de la LEB Oro.

Fernández-Arenas estima que «no conozco a los 6.000 socios pero poco me falta y muchos tienen mi teléfono», por lo que asegura que «contesto a los mensajes con una llamada, como cuando me pidieron poner puntos y faltas en el vídeomarcador, aunque estuve en la NBA en Navidad y allí se ponen también imágenes del partido, los datos están al momento en el móvil».