La 'bombita', gran ausente

El base, que es más escolta, más jugón que director de orquesta, nació en Lliria pero su futuro sólido empezó en el FC Barcelona, donde destacó tanto en las categorías inferiores –algo así como Ricky Rubio–, que empezaron a crearle expectativas desproporcionadas, a sobredimensionar su talento y calidad, elogios que se convirtieron en una fuerte presión que ni supo controlar ni tolerar. «Aquello me perjudicó», ha repetido mil veces, en referencia a la comparación con Navarro, un tipo único en el baloncesto español. Convertirdo por la Prensa en la 'Bomba 2' le explotó encima del cerebro y las consecuencias fueron demoledoras para su meteórica carrera.

En Granada dio un primer año fenomenal, de espectacular rendimiento, de hecho hizo unos números estupendos y Pablo Pin confió en su descaro innato en la pista. En esa campaña, el Covirán acabó octavo y jugó los 'playoffs' a pesar de tratarse de un recién ascendido.

La temporada pasada, en cambio, fue mucho peor. El equipo, decimotercero, luchaba por la permanencia con Lleida y Huesca cuando se presentó la pandemia. La covid terminó por destrozar las aspiraciones de Pérez. Entonces, su rendimiento fue menor, pero como el de todo el equipo; también los veteranos Guille Rubio y Sergio Olmos bajaron el ritmo, incluso Carlinhos o Bortolussi, éste por las lesiones. Los extranjeros contratados tampoco resultaron.

El presidente Óscar Fernández-Arenas pudo intuir que los contratos largos crearon comodidad. Aquel espíritu de lucha inicial desapareció.

A Pérez, Pablo Pin le acusó de escasez de defensa, algo que el entrenador granadino valora muchísimo, ahí están los ejemplos de Germán, Manu y 'Borto'. Pero Josep es una 'bombita', genio y figura, lo que se llama un jugón, anárquico, va a su aire, mejora con creces como combo en el 'dos', aunque pueda dirigir también en pista. Los entrenamientos y el trabajo oscuro y feo no son su fuerte. Ni lo desea.

El Almansa es un proyecto emergente, acababa de subir y vapuleó al Covirán en la 'Bombonera'. Esta temporada, el conjunto de Pin le devolvió la moneda, pasó como un rodillo y le pagó con la misma medicina. Pero Josep Pérez no estaba allí, ni lo estará hoy en el Palacio, como querido enemigo. Tuvo la mala suerte de sufrir una lesión grave de rodilla, no ya menisco, si no problemas de ligamentos, operación con tres o cuatro meses de recuperación... adiós a la temporada. Una pena. Por él, por verle la cara, por observar su juego indisciplinado quizá pero creativo siempre, de talento innato, de 'bombita', dinamita en el parqué.