Zambombas y villancicos
Fueron los gitanos de la Baja Andalucía quienes comenzaron a adecuar canciones de carácter navideño de distinta procedencia
Viernes, 27 de diciembre 2019, 01:14
En esta época, hasta la noche de Reyes, cualquier rincón es válido para celebrar la Navidad por medio de villancicos. En nuestra tierra el villancico ... se 'aflamenca' como respuesta a nuestra tradición. Desde tiempo inmemorial, los flamencos de Jerez, de Triana o del Sacromonte se han reunido los en patios de vecinos o en las puertas de las viviendas para cantar estos ritmos populares y alegres que, desde la Baja Andalucía, se han venido denominado 'zambombas flamencas'. En 2015, la zambomba de Jerez y Arcos de la Frontera fue declarada Bien de Interés Cultural por la Junta de Andalucía como «una de las expresiones culturales navideñas de mayor interés etnológico de la Comunidad Autónoma Andaluza». Granada siempre ha alimentado esas noches de fiesta, de cante, dulces y aguardiente, si bien no con el título genérico de 'zambomba', sí con el de 'noche de villancicos', 'fiesta de Nochebuena' o algo parecido, aunque en los últimos tiempos se ha impuesto ese nombre común.
Puede que el puente de la Inmaculada marcara el inicio. Desde entonces, se han ido sucediendo zambombas por toda la provincia, desde Gójar hasta Carchuna, desde Peligros hasta Motril, desde Cúllar Vega hasta Válor; en las peñas flamencas; en los tablaos y en las cuevas; en las asociaciones de vecinos; en las cofradías; en La Chumbera.
Origen del villancico
La costumbre pagana de celtas y los romanos para atravesar las tinieblas en la noche más larga del año, llamada 'Sol Invictus', fue reinterpretado por la Iglesia Católica como alegoría de la esperanza y el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre. La adaptación de la fiesta se fue sucediendo año tras año con elementos propios. Pero no fue hasta el siglo XIV que en España se empezó a cantar una composición de arte menor de carácter religioso que partía del zéjel (canción medieval hispanoárabe), que constaba de un tema central y de un estribillo que se iba repitiendo, aunque hasta mediados del siglo XV no se conoce con el nombre de villancico (voz empleada por primera vez en una composición del Marqués de Santillana que reproduce los cantares de unas pastoras), cogiendo rápidamente gran popularidad y atrayendo, en los siglos XVI y XVII, a poetas renacentistas y barrocos, desde Juan del Encina hasta Lope de Vega o Santa Teresa, incorporando a las letrillas del pueblo otros versos de la poesía 'culta'. Esta tradición también fue cultivada posteriormente por los poetas de la Generación del 27 (Luis Rosales o Gerardo Diego).
En el siglo XVIII irrumpe la moda e influencia musical italiana y los villancicos se enriquecen con arias y recitados de corte operístico que conllevó la reprobación de los moralistas y la prohibición de que se cantaran villancicos en las iglesias. A finales del XIX, el villancico se configura como un canto popular religioso, generalmente de carácter pastoril, entonado con acompañamiento de instrumentos populares. Su sencillez musical y compositiva favorece el canto común y la difusión oral. Son estribillos y coplas breves, simples, fáciles de retener y que se abren a la inventiva de los intérpretes.
Villancicos flamencos
Fueron los gitanos de la Baja Andalucía, como hemos dicho, los que comenzaron a adecuar canciones de carácter navideño de distinta procedencia para ilustrar sus fiestas, dejando casi de lado su carácter piadoso, incluso con su poquito de humor y socarronería, que concatena la fiesta cristiana con la anterior fiesta pagana. De este modo surgieron una inagotable serie de villancicos flamencos, que venían a ser como refundiciones de distintos aires populares dentro del clima expresivo del cante. Muchos de estos villancicos, procedentes de distintos folklores musicales, entraron a formar parte de los denominados 'cantes festeros', sobre todo por bulerías, tangos, rumbas, tanguillos o fandangos.
Podemos establecer dos grupos en el villancico flamenco: los villancicos tradicionales aflamencados, que corresponden al tipo de villancicos corales y cuyas letras, en gran medida, pertenecen a la tradición; y los villancicos personales, que entran dentro de repertorio que los artistas flamencos interpretan en las fiestas navideñas e incluso graban en sus discos. Distinguiendo así convencionalmente entre 'canto' (coral) y 'cante' (individual). Entre los 'villancicos corales' es habitual que la estrofa se cante en solitario y el estribillo en común. Este tipo de cante, además de la guitarra y las palmas propias del flamenco, se suele acompañar de instrumentos propios de la Navidad (habituales en las casas), como zambombas, panderetas, cascabeles, botellas de anís estriadas, almireces, cántaros y cualquier cosa que emita sonido para poder llevar el ritmo o compás. El pasado año se editó un disco de villancicos flamencos de Granada coordinado por el cantaor Curro Andrés y recientemente ha salido el deuvedé 'Saca cuatrocientas sillas' que Curro Albayzín grabó con artistas de la tierra hace diez años.
Los primeros en cantar villancicos navideños adaptados al flamenco fueron Manuel Vallejo, en 1928, y al año siguiente 'El Niño Gloria'. El sobrenombre precisamente le vino por un villancico que cantaba por bulerías que repetía varias veces la palabra 'gloria'.
Los campanilleros
Mientras el villancico no constituye un palo flamenco en sí, los campanilleros está considerado un estilo propio. Los 'campanilleros' eran individuos de una agrupación que, en algunos pueblos andaluces, Extremadura y el sur de Castilla-La Mancha, entonaban canciones de carácter religioso en el Rosario de la Aurora con acompañamiento de guitarras, campanillas y otros instrumentos de percusión.
El cantaor jerezano Manuel Torre, hacia principios del siglo pasado, realizó una versión aflamencada de esa canción navideña que llegó a grabar en 1929 con la letra de 'A la puerta de un rico avariento'. En 1932, La Niña de la Puebla registró de nuevo este cante con letras compuestas por su padre, Francisco Jiménez Montesinos ('En los pueblos de mi Andalucía'), obteniendo un enorme éxito que la catapultó definitivamente a la fama. Quizá tengamos en la cabeza algún cantaor que haya grabado este cante, como El Cabrero o José Mercé o puede que Rocío Jurado. La verdad es que, por derecho propio, los campanilleros han entrado a formar parte del riquísimo repertorio de cantos de Navidad, que aquí en Granada (bien lo saben nuestros flamencos) ocupa bastantes cuartillas.
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