Yolanda Pantin: «El viaje de exploración que ha marcado mi existencia es un imperativo vital»
Su carrera literaria se inició con dolor, pero el transcurrir del tiempo la ha convertido en referencia para la poesía iberoamericana
José Antonio Muñoz
Granada
Jueves, 21 de octubre 2021, 00:41
La venezolana Yolanda Pantin (1954) recibirá mañana el Premio Lorca 2020, cuando ya se habrá fallado el de 2021. Circunstancia curiosa que ella recibe con ... una sonrisa, la misma que pinta en sus ojos el estar en Granada, participando en el XVII Festival Internacional de Poesía.
–¿Dónde está el origen de su poesía, en los lugares vividos, en los soñados, en ambos?
-Sobre todo en los vividos. Y en concreto, en la vivencia, en la fractura, que supuso la muerte de dos de mis hermanos, siendo estos muy jóvenes. Esta pérdida destrozó mi casa materna, pero trajo como consecuencia un mandato para escribir. Un mandato muy exigente. Siendo yo la hija mayor de once hermanos, dos de ellos, como digo, recién fallecidos, tuve la responsabilidad de levantar aquella casa derrumbada por el dolor. Pero ese hecho fue el germen creativo de mi primer libro anclado en la memoria, 'Casa o lobo', escrito en 1981. Cuando todo ello ocurrió entendí, en el cuerpo y en el alma, mientras estudiaba Letras, que la poesía no es sino lenguaje. Justo estaba desarrollando un seminario sobre César Vallejo, cuya poesía si es algo, es precisamente lenguaje, esa transformación en palabras del movimiento interior. Quedé secuestrada por ese mandato de seguir escribiendo.
–¿Quién le dio ese primer empujón creativo?
-La transición del 'locus amoenus' en que vivía, ciertamente idílico, la casa de mis padres, hacia ese nuevo momento vital. En ese momento, por soberbia, quizá llegué a la conclusión errónea de que era capaz de cambiarlo todo.
–Escribir poesía en Iberoamérica, ¿es romper con el orden establecido anhelando uno distinto?
–Siempre es así. La lucha comienza superándose uno mismo, pero luego esa lucha se traslada a lo social, a la defensa de las propias convicciones. Esa batalla hay que darla siempre, porque si no, nada tiene sentido.
–Es usted una poeta con los pies muy en el suelo, aferrada a la tierra. Pero hay quien parece que levita cuando escribe.
–No me corresponde decir quién tiene que hacer qué a la hora de escribir. Pero sí tengo algo claro: hay que escribir siempre con la verdad por delante. Ypienso que solo lo personal es incuestionable, como decía Nietzsche, creo. Lo único que me sostuvo en pie en un momento determinado, y que me empujó a escribir, fue la necesidad de contar lo vivido.
–¿Cómo mira la vida Yolanda Pantin?
–Con curiosidad, a veces con miedo. Y ahora mismo, con desconcierto. Todo lo que vivimos está cambiando. El mundo no volverá a ser ni sombra de lo que fue. Y eso no es muy fácil de asumir. Estamos en un umbral, eso es evidente. Pero aquí estamos, dispuestos a todo.
–¿Cuál es su primer recuerdo a propósito de Federico García Lorca?
–Cuando murieron mis hermanos, quise regalar a mis padres algo que, al menos parcialmente, mitigara su duelo. En aquella casa vieja, donde de vez en cuando aparecían los murciélagos, recuerdo haber leído para ellos 'Llanto por Ignacio Sánchez Mejías', y creo que cuando el pasado lunes tuve la oportunidad de leer en la Huerta de San Vicente, su casa. En cierta medida, sentí que se cerraba un círculo, que todo me llevó a ese lugar.
–Si recorriendo estas calles se encontrara a Lorca, ¿qué le diría?
–Yo creo que no sería capaz de decirle nada, porque soy muy tímida... (risas). Sobre todo con las personas que admiro. Pienso que me quedaría paralizada.
–¿Comparte con Lorca su acercamiento a lo popular, o es el Lorca más críptico el que prefiere?
–Mis lecturas de Lorca fueron tempranas, y muy importantes, porque mi criterio literario estaba en formación. El poeta que yo encontré en primera instancia fue el de 'Llanto por Ignacio Sánchez Mejías' o 'Romancero gitano', el de raíz popular. Ello no quiere decir que no conecte con el de 'Poeta en Nueva York', sino que cuando le encontré tenía más experiencia y andaba en otras lecturas.
–¿Sigue en ese viaje de exploración interior eterno que ha marcado su vida?
–Desde luego. Ese viaje solo cesará cuando me muera. También es un mandato, un imperativo vital.
–¿Recuerda qué ocurrió cuando le comunicaron el premio?
–Fue una sorpresa. No esperaba recibir el premio. A esta fecha, no sé aún ni siquiera qué institución me propuso, y por qué. Estoy lejos de los círculos literarios, no desconectada, pero sí lejos, así que mi visibilidad como persona que escribe es escasa.
–¿Qué le quedará de su estancia en la ciudad?
–Estos días en Granada están siendo una gran experiencia. Viendo las fotos de mi primera visita, hace años, me cuesta mirarme en esa joven que era, pero quiero seguir siendo yo.
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