Víctor del Àrbol: «Viajaría al mundo en el que las aventuras aún eran posibles»
Presenta hoy su novela 'Antes de los años terribles' en el marco del Festival Gravite
José Antonio Muñoz
GRANADA
Sábado, 1 de febrero 2020, 02:58
Víctor del Árbol (Barcelona,1968), pertenece a una generación de narradores cuyo éxito se debe en buena medida a su habilidad para contar historias sin ... levitar ni desconectar del lector. Cuenta lo que quiere, sí, pero pasa la mano por encima del hombro de quien le lee desde el minuto uno, creando una complicidad que destilan sus trabajos anteriores y que también se puede encontrar en 'Antes de los años terribles' (Destino), el retorno de un africano al país de horror que un día tuvo la suerte de poder abandonar. Una novela que presenta hoy (12.00 horas, Librería Picasso); luego, por la tarde (19.00 horas, Teatro CajaGranada), dialogará con otro gran maestro de la literatura española, Fernando Marías, sobre Joseph Conrad y su emblemática 'En el corazón de las tinieblas'.
–Nacer en un barrio depauperado, ¿marca la existencia?
–Sí, sin duda. Mucho más cuando Torre Baró, el barrio donde nací, sigue siendo poco más que un poblado de chabolas en el día de hoy. La gente no sabe ni donde está, porque se sitúa a espaldas de la ciudad. Ahora, viven allí marroquíes y otras minorías. Cuando eres un niño, no eres tan consciente del lugar que ocupas en el mundo. Te das cuenta después. Allí no había coches, corríamos por la montaña, me metía con mi hermano en los nichos del cementerio… Es una libertad como la de Isaías, el protagonista de mi novela. Solo cuando me mudé a la ciudad me di cuenta de la miseria en que vivía. Por ejemplo, hasta que tuve diez años no sabía lo que era el agua corriente, porque mi madre me lavaba en un barreño.
–¿Cuáles eran sus lecturas juveniles en el seminario al que fue a estudiar?
–Ya leía bastante antes de ir al seminario, pero no las lecturas habituales a mi edad. Ni Julio Verne, ni Salgari, ni Los Cinco formaron parte de mi formación como lector. Uno de los títulos que más me impactaron por aquella época fue 'El lobo estepario' de Hesse, que me provocó una empanada mental de dimensiones considerables. Luego, libros leídos con calma, los de Camus. El primero que leí fue 'El hombre rebelde', y lo he releído con frecuencia. Hay quien piensa que en los seminarios se adoctrina, y al menos en mi caso, no fue así. Ni leí a los doctores de la Iglesia, ni nada por el estilo. Pero sí me enseñaron a pensar. Tuve un tutor muy rompedor para su época, quien me animó a leer a Dostoievski, London, Pasternak… El primer libro que leí de London no fue 'Colmillo blanco', sino 'El telón de hierro', una distopía sobre luchas sindicales en Chicago, y me lo recomendó él.
Salida
–¿Cómo fue su salida al mundo?
–No fue fácil, porque venía de un barrio muy duro y estaba acostumbrado a relacionarme con los demás en un código en el que marca la ley del más fuerte. En los estudios, soy fundamentalmente autodidacta y una persona muy curiosa.
–Viniendo de donde viene, ¿el género negro era el único posible?
–No necesariamente. Siempre he pensado que los géneros son algo artificial, que uno escribe sobre lo que siente y que son los demás los que le ponen la etiqueta. Si tu visión del mundo se basa en la lucha, y que la infelicidad es el estado natural del ser humano, acabarás escribiendo con un tinte oscuro. Nunca me ha gustado la mecánica de la novela policíaca, porque la encuentro artificial, tramposa. Me gusta la novela negra americana, el 'hard boiled', porque es la primera novela social que leí, antes de leer el 'neopolar' francés o a Montalbán. Jim Thompson o Hammett hablaban de una realidad que conocía, y eso es lo que he intentado transmitir a mis novelas.
–¿Qué le inspira el concepto de viaje en el tiempo?
–Literatura. Es una de las razones por las que acepté la invitación para venir al Festival Gravite. El concepto del tiempo es ambiguo. Siempre digo a mis alumnos que algo bueno de la literatura es que en ella el tiempo no pasa, sino que se multiplica. Puedes estar en cualquier época o momento, y que este cobre una dimensión mucho más interesante que el aquí y el ahora. El viaje en el tiempo es para mí fundamental porque soy un escritor de la memoria. Todas las literaturas parten de que la memoria es un relato, y que las raíces son importantes. Siempre estoy volviendo al pasado, y esa revisitación es una forma de multiplicar el tiempo.
–¿A qué época viajaría si pudiera?
–A una en la que la aventura fuera posible, sin tantas facilidades en las comunicaciones. Hoy hablaremos de Conrad y 'El corazón de las tinieblas', un viaje de descubrimiento de uno mismo. Me hubiera gustado vivir esa época de cambio del mundo, de las tecnologías...
–Su novela descubre un continente que en aquella época empezaba a mostrar sus secretos.
–La idea se me ocurrió leyendo 'El corazón de las tinieblas'. Es la llamada del misterio de Marlowe. A través de la novela, he podido viajar hasta este mundo que no conocía.
–¿Triunfar en Francia es el 'summum'de un escritor de 'noir'?
–Creo que cualquier escritor que se precie de serlo se siente más escritor cuando le acogen en Francia.
–¿Qué valor tiene hoy la vida humana, en África o en Barcelona?
–El mismo, es algo tan frágil como el cristal. Valoramos la vida en un sentido colectivo, no individual. La vida es lo que tenemos, es el mayor valor. Menospreciarla y destruirla es un acto contra la naturaleza de la vida misma.
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