Trío de ases en el Jazz en la Costa
Myles Sanko volvió a llenar de aplausos el Majuelo de Almuñécar, inaugurando con éxito el 'Jazz en la Costa'
Juan Jesús García
Domingo, 27 de julio 2025, 00:04
Los puntos cardinales del Jazz cada verano son tres: el Norte con Donosti y Vitoria, el Este con San Javier, y el Sur con Almuñécar. ... Hasta hace poco eran solo dos: Norte y Sur. Jazz en la Costa mantiene el tipo con más habilidad que comparativamente presupuesto. Estando así las cosas, su programación este año apunta a rozar el anhelado 'todo vendido', como se desprende de la tiquetera que gestiona las localidades.
Mi jefe de sección suele pedirme que acuda al concierto del 'mejor' artista de un programa, difícil decisión cuando en Almuñécar la oferta es tan variada que no se pueden comparar estilos ni protagonistas. ¿Cómo hacerlo con un soulero de raza como Myles Sanko, el testosterónico saxofonista James Carter o la intensa belleza del tándem Colina-Chano con McGuill? Los primeros actores de la edición de este año.
El cantante angloanghanés cerró hace tiempo este festival y ahora le ha tocado abrirlo. Han pasado los años por él, lo que ha asentado su garganta, con esos ecos de 'reservado' a lo Barry White. También han pasado por su concierto, si antes cogía el micrófono en mano nada más salir y se convertía en un trajeado y contagioso animador, ahora, arreglado pero informal, casi no se mueve del pie de micro como si le hubieran pegado ahí. Y por su música, ese soul-funk-disco que ha bajado de octanaje, subrayando la elegancia profunda de ese sonido por encima de la efusividad física. Su concierto fue un ejercicio de estilo y clase vocal, perfecto para inexistente 'pista de medios', armado con un excelente grupo (más energético en su momento instrumental propio) y nucleado en el material de su autoría, salvo el cover 'Everybody loves the Sunshine', en recuerdo del veterano Roy Ayers, fallecido esta primavera.
James Carter es una fuerza de la naturaleza. Es la IA del saxofón: lo sabe todo y lo toca todo… ¡y a la vez! Y a diferencia del algoritmo, tiene sentido, y tanta apabullante fuerza taurina como sensibilidad. Tras ponernos a todos contra la pared al ritmo de 'Going home' disparando en todas direcciones sonoras, sus dos horas fueron una doctorado completo de vientos (tenor, soprano y flauta) con figuras imposibles, improvisaciones centrifugas, respiración circular, slap, haciendo hablar las llaves… y hasta sentido del humor: hizo diversas variaciones sobre el estruendo de una motillo que pasaba por allí. Mención obligada merecen sus socios, el organista (y bajista de pie) Gerard Gibbs pilotando el ulular del Leslie con catedralicias maneras, y el implacable Alex White en la percusión. Como es habitual en él, cada intervención es una jam completa, con infiltraciones de muchas piezas en una, y si en capítulos anteriores hizo citas, por ejemplo, al Mancini de la Pantera rosa, ahora el guiño popular ¡a ritmo de reggae! (como hubo blues marcial, bop o góspel) fue al peliculero himno unionista 'Cuando Johnny volvió a casa'. Una pasada de concierto que dos días después aún estamos royendo.
Viejo amigo de Almuñécar, Chano también 'volvió a casa' y esta vez con, nuevamente, unos 'viejos amigos': Colina y McGuill, sus socios más compenetrados de los años noventa, cuando diseñaron la gramática del jazz flamenco, el 'Miranda Podadera' del estilo. Feliz encuentro «tras 15 años» como dijo el presentador, y que andan actualmente celebrando en disco. Las bellas maneras 'billevanescas' del gaditano, unidas al abrasador lirismo poético del bajista completaron una sesión exquisita de reencuentro, tanto por Miles Davis como con aires de Corea ('Para Chick'), y Paco de Lucía ('Canción de amor') y siempre con las deliciosas colombianas de 'Alma de mujer' en el centro del set a piano solo. Grandes de España, ya.
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