La sombra de Enrique es alargada
Soleá Morente rinde homenaje a su padre en el ciclo 'Flamenco y Cultura' con sentidas opiniones, recuerdos y cantes de una hija entregada
jorge fernández bustos
Domingo, 22 de noviembre 2020, 00:37
Continuamos con la retransmisión en estos días de noviembre en el canal de youtube de la Diputación de Granada que, con el nombre de 'Flamenco ... y Cultura', conmemora los diez años de la proclamación del flamenco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, dedicado este año al cantaor granadino Enrique Morente.
Ayer, vigésimo segundo día del mes, intervino su hija Soleá Morente y el guitarrista Rubén Campos. Bajo el título 'Verso Libre, universo literario y poético de Enrique Morente', la joven cantante quiso justificar la dimensión poética de su padre (¡como si hiciera falta reivindicarla!). Fue una especie de charla ilustrada donde se alternaban las sentidas opiniones de una hija entregada, con remedos fragmentarios del cante de Enrique por Soleá y retazos en off de sus mismas grabaciones.
Igualmente se salpicaba su intervención con algunas citas del cantaor, que incidían en su pasión por la poesía, a la que consideraba imprescindible, empezando con: «Para mí la vida sin poesía es una estupidez» y terminando con: «Si no siento lo que canto no puedo cantar». Extremo que Soleá ilustraba haciendo un repaso a los poetas que cantó, advirtiendo que se quedaba corta: Alberti, Dámaso Alonso, Bergamín, Bécquer, Borges, Georges Brassens, Carlos Cano, García Lorca, Miguel Hernández, los hermanos Machado, Neruda, Egea, Zambrano, Al-Mutamid, etc. y los combinaba con las letras populares, con la poesía popular, a la que también le tenía querencia.
Entrados en faena, la primera incursión de Soleá en el cante de su padre fue la granaína en tono de malagueñas 'Por buscar la flor que amaba' que Morente grabó en sus primeros discos. Hay que aplaudir el sobreesfuerzo de esta chica no siendo flamenca verdaderamente. Las salías le traicionaban hasta que lograba templarse. Lo mejor, cuando en contadas ocasiones se llevaba el cante a su terreno. Su gran mérito, las vivencias y la sensibilidad. Del disco de Miguel Hernández cantó el fandango 'Ni en qué sala ni en qué audiencia'; y al llegar a Federico comentó que se hablaba tanto en su casa de él que ella creía que era parte de la familia. También se remontó a las primeras lecturas de Enrique, que no pasaban de novelas del oeste, hasta que descubrió a Lorca.
De la obra 'Yerma' entonó una nana a capela, incidiendo en el carácter polifacético de su padre que se atrevía a ponerle música tanto con el teatro, como con la filosofía o la pintura, como en el caso de Picasso en 'Pablo de Málaga'. También habló de su etapa mística, en la que cantó 'Pastorcico' con letra de san Juan de la Cruz; y después la 'Salve' de Pedro Garfias y Juan del Encina.
En off se escuchó un fragmento del tema 'Y de pronto' de Francisco García Lorca, antes de que entrara su hermano Kiki para entonar juntos el tango 'Como canta el alba como canta'. Terminó Soleá haciendo honor a su nombre y cantando una soleá.
Para irse también reivindicó a su padre como letrista y pinchando 'Alegato contra las armas' con la música del 'Claro de luna' de Beethoven y declarando: «No se puede cantar tan bien si no eres buena persona y mi padre lo era, era un humanista».
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