La Sala Zaida acoge vestigios de la vida 'complicada' de 14 escritoras españolas

Los lectores imaginan a veces a quienes escriben los libros que manejan entre las manos como seres casi mágicos, que sólo se hacen carne cuando están de promoción o asisten a algún evento literario. Sin embargo, escritores, y especialmente escritoras en el último siglo, han tenido a veces historias terribles que contar, y otras muy felices, como cualquier hija de vecino. A conocer en profundidad esas historias, cómo vivieron, cómo escribieron y con quiénes se relacionaron, contribuye grandemente la exposición 'Escrito por mujeres. Rastros literarios', que se puede visitar hasta el día 18 –cuando se clausura la Feria del Libro, a la que sirve como atractivo extra–, donde se incluyen más de 200 piezas tan variadas como curiosas, relacionadas con la vida y obra de 14 autoras de primer nivel, encuadrables dentro de la Generación del 50. Son Paca Aguirre, María Teresa León, Josefina Aldecoa, Carmen Martín Gaite, Rosa Chacel, Ana María Matute, Carmen Conde, Concha Méndez, Gloria Fuertes, Pilar Paz Pasamar, Carmen Laforet, Julia Uceda, María Lejárraga y María Zambrano las autoras que desfilan por las vitrinas y paredes de la Sala Zaida de la Fundación Caja Rural Granada.

Las piezas que se exhiben proceden del Museo del Escritor, una poco conocida infraestructura cultural que se encuentra en Madrid, en el distrito de Moncloa, y cuyos responsables, Raúl Manrique y Claudio Pérez, aseguran que, al margen de exhibir una importante colección permanente, su principal actividad se desarrolla extramuros. De hecho, han organizado más de 70 exposiciones tanto en ciudades españolas como en capitales internacionales como París, Jerusalén y Buenos Aires. En Andalucía, muestras organizadas por el Museo han visitado con anterioridad ciudades como Sevilla, Córdoba, Huelva y Cádiz, pero nunca habían recalado en Granada.

En esta ocasión, las 14 autoras 'retratadas' a partir de sus obras, objetos y recuerdos, cuentan sus alegrías y miserias, como esa Carmen Laforet de 'Nada' a la que el régimen y las revistas para mujeres de su época quisieron dibujar como «el ideal de la mujer española», y que acabó psicológicamente destrozada por llevar ese enorme peso sobre los hombros. O esa María de la O Lejárraga que tuvo que soportar un pleito por derechos de autor de la hija de quien fuera su marido, Gregorio Martínez Sierra, quien no escribió ni una sola de las palabras que firmó, ya que su autora era la propia Lejárraga. E incluso esa María Teresa León que, muy dignamente, escribió manuales de la perfecta esposa en el exilio, estando ella en las antípodas conceptuales de esa realidad, o a narrar en una grabación fonográfica 'Platero y yo', porque había que comer todos los días.

«Manuscritos, máquinas de escribir, libros, discos, fotografías, diplomas... Todos son objetos que nos ayudan a entender esa parte de la vida de las autoras que no está en los libros: sus aficiones, sus inquietudes, sus amistades...», comenta Raúl Manrique. Citar todas las curiosidades que albergan vitrinas y paredes sería prolijo. Baste señalar que en el espacio dedicado a una autora pueden estar juntos dos libros envueltos nunca enviados, y el plato y el bol en el que esta merendaba. El amor e incluso el desamor se pueden leer en los ojos y en las letras de estas autoras.

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