«Antes del 'Rock & Ríos', Miguel era un rockero que pertenecía a la marginalidad, con ventas magras»
El filósofo y escritor repasa en su nuevo libro las circunstancias que convirtieron al cantante granadino en un ídolo de masas y en superventas
Juan Jesús García
Jueves, 15 de febrero 2024, 00:41
«'Rock & Ríos' es el Alfa y el Omega de los álbumes en directo españoles». Lo afirma Josemi Valle, licenciado en Filosofía y escritor, quien ... estuvo de casi niño en el concierto salmantino de aquella gira y quedó marcado para siempre. Tanto que treinta y tres años después ha dedicado dos a realizar la historia de aquella grabación: 'Lo hicieron porque no sabían que era imposible' (Editorial Efeeme). Ahora, como parece lógico, acaba de publicar sus consecuencias: 'El rock de una noche de verano' (Ed Efeeme), la gira con la que por fin el músico granadino pudo realizar su sueño de homologar la escena español con la internacional.
–¿Hubo un antes y un después en la música de este país con 'El Rock de una noche de verano'…?
–Más que para la música para la industria que da soporte a los espectáculos de la música en directo. 'El rock de una noche de verano' fue una gira nacida en el verano de 1983 de la mente visionaria de Miguel Ríos. Nadie antes había hecho algo ni remotamente parecido en el mundo del Rock español. Fue una experiencia germinal y a la vez fundante de una serie de ideas rectoras que, como ocurre con casi todo lo que no tiene precedentes, inicialmente se catalogaron de megalómanas e imposibles, y ahora sin embargo nos resulta inconcebible que la vida del músico pudiera existir sin ellas. Como fenómenos expansivos y sociales, el 'Rock & Ríos' y 'El rock de una noche de verano' desbrozaron toda la maleza consustancial al rock marginalizado de aquellos días. Con ambos discos y ambos espectáculos el Rock alcanzó carta de respetabilidad cultural.
–A la tercera… Porque MR ya lo intentó con 'La noche roja' y 'Los conciertos de rock y amor'…
–Tanto los propósitos de los 'Conciertos de Rock y Amor' en 1972 como los de 'La Noche Roja' en 1978 se cumplieron satisfactoriamente, pero eran muy diferentes como también lo eran los tiempos en que acontecieron. El 'Rock de una noche de verano' era un salto estratosférico con respecto a estas tentativas anteriores. En el 72 y en el 78 Miguel Ríos era un rockero que pertenecía a la marginalidad; sus ventas eran preocupantemente magras. Con el 'Rock & Ríos' y 'El rock de una noche de verano' era un cantante de masas que ostentaba la gesta de haber grabado el disco con más ventas de toda la historia del rock español y poseer una capacidad de convocatoria más multitudinaria.
–Es curioso que su relato esté planteado 'en tiempo real'. ¿Por qué, por su trabajo de ratón de biblioteca buscando día a día todo lo relacionado con la gira?'
–Le agradezco esta pregunta porque pongo mucho mimo en elegir un estilo narrativo en vez de otro. Efectivamente vuelvo a escribir en tiempo real, a construir una especie de novela de no ficción. Esta decisión literaria conlleva la necesidad de poseer una faraónica documentación que faculte escribir desde la presencialidad de un testigo ocular que observa todo lo que está ocurriendo día a día.
–La tarea ha sido hercúlea, entonces...
–La tarea es hercúlea, aunque como todo lo que entusiasma, ese esfuerzo se realiza sin tener la más mínima sensación de esfuerzo. Esta torsión privativa de la literatura de escribir en presente sobre un acontecimiento de hace casi medio siglo regala increíble viveza al relato y además soslaya el sesgo de la mirada retrospectiva: utilizar información para explicar lo narrado que si embargo no existía cuando ocurrieron los hechos teorizados. Este sesgo es muy común en los trabajos musicales. Y sí, las bibliotecas son mi segunda casa. Amo el conocimiento, la ampliación de los horizontes epistémicos, el sentir y comprender mejor.
–Tras aquel pico llegó el valle: 'Rock en el ruedo' ¿sobreexposición, cambio generacional –punk–, o es que en este país no se permite el éxito ajeno?
–Creo que ocurrió todo a la vez. Algunos lectores me han comentado que al llegar a las páginas clausurales del libro sienten el mismo vértigo que debió sentir Miguel Ríos al acabar la gira y preguntarse qué hago ahora. Normal que su siguiente disco se titulara La encrucijada. Con la privilegiada perspectiva de ver aquellos momentos cuarenta años después, creo que debió esperar más tiempo a publicar y a salir de nuevo a la carretera. Su sobreexposición era hipertrófica y generó cierto involuntario hartazgo, cansancio y algo terrible para la época: la disolución de parte de la autenticidad que le aureolaba hasta entonces. A la vez cambió el ciclo generacional y musical, y tuvo que reinventarse. Además, hay que recordar que Miguel Ríos sufrió el azote de un elitismo no asumido y contradictorio. Los mismos que criticaban el desaire y el ninguneo con el que era tratado el Rock hecho aquí, cuando por fin Miguel Ríos lo democratiza no tienen reparos en imputarle su devaluación precisamente por expandirlo y hacerlo accesible a la cultura de masas.
–No le voy a hacer un spoiler… Pero cincuenta años después Miguel Ríos sigue de gira… (carcajada) ¿Se lo hubiera imaginado?
–Sinceramente no. En el libro, que insisto, no utiliza la información que todos disponemos ahora, el narrador aventura que 1984 sería un buen año para la retirada de Miguel, puesto que cumplía la redonda edad de cuarenta años. Todo el mundo le insistía en su retirada y era factible pensar en que pudiera elegir esa fecha para decir adiós.
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