Al reino visigodo lo condenó a muerte una grave sequía
Un equipo de expertos granadinos desvela en la revista 'Nature Comunications' cómo el clima fue clave en los acontecimientos de la época musulmana
'Nature Comunications', una de las cabeceras científicas más importantes del mundo, incluye en su más reciente número una investigación netamente granadina que desvela cómo ... el clima fue uno de los grandes culpables de los cambios históricos que agitaron a la Península entre los años 500 y 950. El equipo está integrado por los investigadores Jon Camuera, Francisco J. Jiménez Espejo, José Soto Chica, Gonzalo Jiménez Moreno, Antonio García Alix, María J. Ramos Román, Leena Ruha y Manuel Castro Priego desvela en su trabajo 'La sequía como posible contribuyente a la crisis del reino visigodo y la expansión islámica en la Península Ibérica' algunas claves que pueden ayudar a los historiadores y a los interesados en este apasionante periodo a desentrañar las razones de índole climática que influyeron, al parecer decisivamente, en los acontecimientos históricos del final del reino visigodo y los primeros siglos de dominación musulmana. En el estudio se integran los datos aportados por más de cien registros polínicos procedentes de toda la Península Ibérica y Marruecos en los que se constata que el pico máximo de polen de plantas adaptadas a la escasez de agua se dio precisamente en los años que giran en torno al desembarco de Tariq y la caída del reino visigodo. Nuevos métodos de indagación probados anteriormente en Finlandia han permitido apuntalar las conclusiones del estudio. En concreto, se han estudiado los pólenes de serofitas y especies de artemisia que son resistentes especialmente al clima árido.
Pero la muerte por sequía de la dominación de los bárbaros romanizados, iniciada tras la caída del Imperio de Occidente, no fue el único gran evento influido por la escasez de precipitaciones. Según desvela el estudio y destaca el investigador José Soto, la explosión de un volcán situado en el actual país de El Salvador, de unas dimensiones superiores a la conocida deflagración del Krakatoa, provocó en el siglo VI que el emperador Justiniano no pudiera completar el proceso de consolidación de sus territorios en Occidente –entre los que se incluía la franja levantina y la ciudad de Ilíberis–. «El llamado 'gran velo de polvo' generado hizo que durante tres años el sol apenas calentara en buena parte del hemisferio norte. La temperatura bajó hasta tres grados, y tuvo lugar la primera epidemia de peste bubónica», comenta Soto.
Soluciones de emergencia
Los visigodos, ya en el siglo VIII, fueron las víctimas de otro periodo de sequía. Trataron de capear la crisis provocada por la radical disminución de las lluvias. De hecho, la arqueología constata que en estos años se adoptaron soluciones como construir acequias de careo en lugares como Sierra Nevada, destinadas a recoger el agua en las laderas montañosas para rellenar los acuíferos. Se asistió también al ensayo de nuevos sistemas de explotación agraria que trataban de sortear la falta de lluvia, cambios en los cultivos, y muchos asentamientos se mudaron a las sierras en busca de agua. Sin embargo, cuando ambos bandos se enfrentaron en la llamada Batalla de Guadalete –que más bien debería denominarse 'de Algeciras', según recientes estudios–, la población visigoda estaba diezmada por el hambre, y los desórdenes fueron terreno abonado para que los árabes alcanzaran buena parte de la Península Ibérica en tiempo récord.
Muchas son las fuentes que apoyan esta tesis, entre ellas, la 'Crónica Mozárabe' escrita en 754, donde se dice: «Unos ángeles, enviados por Dios, causaron estragos entre todos los habitantes de Hispania con un hambre insoportable». Un castigo divino con ventajas en lo militar.
Abderramán I: «El hambre será mi aliada»
Otro de los momentos claves de la historia de la dominación musulmana en la Península que destaca el estudio publicado en 'Nature Comunications' es la llegada de Abderramán I a Almuñécar, huyendo de la venganza abasí en Damasco. La crónica de Al Makari, que ahora cobra nuevo sentido según el investigador José Soto, afirma que al conocer el omeya que Al Andalus estaba sometida a unas duras condiciones de privación, su respuesta fue: «El hambre será mi aliada».
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