El Premio Laurel de Plata de La Zubia celebra la vida y la obra de Carlos Cano
La hija del cantautor, Amaranta Cano, recogió el galardón y reivindicó su memoria como voz de los desfavorecidos y del alma de la tierra andaluza
El Convento de San Luis el Real de La Zubia fue, un año más, el espacio en el que arrancó anoche el ciclo 'Poesía en ... el Laurel', una de las citas fijas del verano cultural granadino. Son ya 22 el número de ediciones que ampara un festival internacional que en convocatorias anteriores galardonó a personajes como Pepe Mujica o Federico Mayor Zaragoza con un premio que alcanzó anoche su decimocuarta edición y que recayó, a título póstumo, en el cantautor Carlos Cano. Fue, en cierta medida, una oportunidad para reconocer el trabajo que la Fundación que lleva el nombre del autor de 'María la portuguesa' con una distinción que recibió su hija y responsable de dicha Fundación, Amaranta Cano. Un embajador de la Andalucía libre y solidaria, como recordó en su discurso la alcaldesa del municipio, Purificación López, quien también tuvo un recuerdo para las '13 rosas', cuyo aniversario de su muerte se cumplió también anoche. Pablo Laguna, primer teniente de alcalde y concejal de Cultura, habló de la cultura como bien común y responsabilidad de todos, e invitó a los asistentes a dejarse abrazar por la poesía.
La profesora Inmaculada Nocete ejerció como presentadora del acto, e introdujo a continuación a Elsa Moreno, ganadora del Premio Poesía Viva, autora del poemario 'En un lugar limítrofe' y una participante activa en numerosos eventos, como el Festival Internacional de Poesía de Granada de este año. Moreno inició su actuación, teñida de una cierta performatividad, utilizando una rama de olivo para acariciar el micrófono y paseándolo luego por el suelo del escenario, golpeándolo contra este. Fue el inicio de 'Prácticas para inmanecer', una curiosa propuesta en la que se dejó invadir incluso por la naturaleza para reflexionar sobre las grandes disyuntivas de la vida. «Crecer es ir olvidando lo que no sabemos que sabemos», como recitó Moreno.
En la participación de la poeta valenciana hubo un poco de todo. El uso de secuenciadores a través de los cuales se reproducía su propia voz le permitió ir acumulando una base musical sobre la que construyó sus reflexiones en torno a la extraña perfección de nuestro entorno. Figuras como la anáfora se mezclaron con el descarnado relato de un encuentro en el que se mezclaron el interior y el exterior, lo que se dice y lo que se piensa.
El primero de los dos jalones musicales de la noche lo aportó el Omayra Arroyo Trío, formado por Omayra Arroyo (voz y percusión), Tony Molina (guitarra y voz) y Daniel Lévy, contrabajo. El trío, formado en Granada, es especialista en la interpretación de boleros, uno de los géneros musicales en los que, probablemente, la palabra tiene un papel más importante, como ya demostrara José Javier León en su obra 'Bolero: El vicio de quererte'. La voz de terciopelo de Arroyo se hizo sentir en temas como 'Alma mía' de María Grever, 'Envidia' de Luis Calaf y 'Tengo' de Marta Valdés y 'Lo prohibido' de Dino Ramos y Roberto Cantoral, entre otros.
Desde el corazón
La otra cita musical de la noche tuvo como protagonista a Ángela Muro, quien comenzó su actuación con 'Qué desespero' antes de que se entregara el decimocuarto Laurel de Plata a Carlos Cano a título póstumo. Inmaculada Nocete recordó la participación de Cano en aquel primer 'Cinco a las cinco' y señaló la importancia de tener en cuenta su legado de cara a la consecución de la Capitalidad Cultural para Granada de cara al próximo 2031.
La hija del artista, tras agradecer el galardón, recordó que el premio se otorga en el vigésimo quinto aniversario de su muerte. «Carlos fue cronista de las penas de un pueblo que no se rinde. Rescató coplas del olvido, y le dio voz a los marginados. Su voz fue esperanza. En tiempos oscuros, la poesía es una linterna encendida. Gracias a quienes le cantan, porque mantienen viva su memoria».
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