«Que no se premie la calidad de la OCG me apena mucho»
Entrevista con Ramón Ortega, granadino, oboe solista de la Orquesta de la Radio de Baviera
JOSÉ ANTONIO MUÑOZ
GRANADA
Jueves, 4 de abril 2019, 01:15
Encontrarse con Ramón Ortega es hacerlo con un amigo. Como tal te trata quien es, sin duda, uno de los mejores oboístas del mundo. En ... estos días está con la OCG, siempre dispuesto a ayudarla sin condiciones, para interpretar dos conciertos. Uno tuvo lugar el viernes pasado, y en él ofició también como director. El otro, mañana, cuando tocará el 'Concierto para oboe y orquesta' de Mozart. La charla tiene lugar en el Cuarto Real de Santo Domingo, y en un momento determinado, el intérprete improvisa 'Gabriel's oboe', el tema principal de la banda sonora de 'La misión', original de Ennio Morricone. Vean el vídeo. Pone el vello de punta.
–¿Cómo se está tomando estas dos semanas en casa?
–Me están sentando fenomenalmente. Además de ver a mi familia, he venido a participar con la Orquesta Ciudad de Granada en dos conciertos fantásticos. En el del viernes pasado ejercí además como director, y mañana voy a tocar el 'Concierto para oboe en sol mayor' de Mozart, a partir de una versión mía inspirada en tres obras distintas del compositor.
–Conciertos muy especiales estos, entonces.
–Sí, porque hacía muchos años que no tocaba con la Orquesta, y tenía muchas ganas. Fui alumno de la Joven Academia de la OCG cuando estudiaba, y me lo estoy pasando muy bien.
–¿Cómo ha visto a los músicos?
–Aunque están pasando un momento muy delicado porque sienten que les falta apoyo institucional, les he visto con la mentalidad de siempre. La situación que están viviendo me produce una pena enorme, porque estamos hablando de una de las mejores orquestas de España por su calidad, los músicos son excelentes, y trabajar con ellos es un gusto para cualquier invitado. Que esa actitud no se premie me apena mucho. Por eso he venido, para ayudarles en esta temporada tan complicada, e intentar revertir esta situación.
–¿Actúa en España todo lo que quisiera?
–Aunque para mí volver a mi país es siempre una alegría, como mínimo vengo una o dos veces al año, lo cual, para la agenda que hemos tenido en los últimos años, está bastante bien. Si pudiese vivir en España viviría, pero con las condiciones con las que estoy trabajando en Munich, se me hace muy cuesta arriba pensar en cambiarme de orquesta. De todas formas, siempre, antes de irme a Suecia o Noruega, elegiría España.
–¿Cómo es su vida en Munich?
–Estoy muy contento. Tras pasar unos meses en Los Ángeles trabajando con la Filarmónica me he dado cuenta de que la Orquesta de la Radio Bávara es el perfil de orquesta que más se acerca a mi concepto del trabajo. Ocurre igual que con los españoles que se van de nuestro país. La vuelta a Munich ha sido bonita en este sentido, porque estoy apreciando cuestiones que antes no apreciaba tanto, y para mi mujer y mi hijo está siendo mucho más cómodo.
–¿Cuánto tiempo lleva ya trabajando allí?
–Once años nada menos. Me fui a Berlín y apenas cuatro meses después me surgió la plaza en la Orquesta. La gané y a partir de ahí todo fue muy deprisa. Desde entonces, entre el trabajo allí y mis conciertos como solista, el tiempo ha pasado volando.
–¿Cómo percibe la diferencia entre el tratamiento que se dispensa a las orquestas en Alemania y en España?
–Es muy grande. Aunque la financiación, tal y como ocurre en España, se basa mucho en el apoyo de las instituciones, la sensibilidad es mucho mayor. En Norteamérica es otra historia. Allí la financiación es totalmente privada, y en cada programa de mano aparece una lista de donantes, con cantidades que van desde los 500 al millón de dólares, o incluso más. En Alemania, la tradición que tienen de gusto por la clásica es difícilmente trasladable a España. En Alemania hay orquestas que tienen 500 años de antigüedad, y en España no las hay que tengan un siglo de vida. Allí se valora la cultura como un bien para la sociedad, como una inversión para crear una sociedad mejor.
–¿Hay suficiente repertorio para oboe, o se ve obligado a repetir las mismas piezas con demasiada frecuencia?
–Para mí, el oboe es el mejor instrumento de la orquesta, obviamente... (risas). Sí es cierto que tenemos el estigma del repertorio, porque en el Barroco el oboe y el violín eran los instrumentos de referencia para solistas. Incluso en el Clasicismo tenemos el concierto para Mozart, pero luego, con el auge del piano en el romanticismo, quedó relegado a instrumento de orquesta o música de cámara. En el siglo XX, los compositores se han vuelto a fijar en el oboe, por la influencia de grandes instrumentistas, como Heinz Holliger, y estamos tomando mucho repertorio nuevo. Se puede hacer carrera como solista, pero si comparas el número de oboes solistas y el de pianistas, te das cuenta del peso que tiene el instrumento.
–¿Cuántos conciertos ofrece al año como solista o en grupos de cámara? ¿Cómo tiene la agenda para los próximos meses?
–Creo que debemos andar por unos 30 al año. En los últimos meses he pasado por Suecia, Noruega, Japón, hemos ofrecido algún concierto más en Alemania... Ahora me voy a reincorporar al ritmo de trabajo habitual de la Orquesta, así que la agenda se me complicará un poco.
–¿Le queda como asignatura pendiente tocar en el Festival?
–Sí, claro, me encantaría. Conozco a Pablo Heras-Casado desde hace ya unos años, y he coincidido con él tocando en un par de conciertos. Por supuesto, entiendo el Festival como la manifestación cultural más importante de Granada.
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