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Piedad Bonnett | Escritora
«La poesía te desnuda, y en la novela te puedes esconder»La escritora colombiana Piedad Bonnett (Amalfi, 1951) es una de las invitadas de honor en la jornada inaugural del Festival Internacional de Poesía, que tiene ... lugar hoy. Premiada con galardones como el Premio Reina Sofía, Premio Nacional de Poesía de Colombia y Premio Casa América, su más reciente obra es la biografía 'La mujer incierta'. Bonnett es una de las mejores testigos de lo que ha ocurrido en y con la literatura hispanoamericana en las últimas décadas, y su magisterio es indiscutible.
–Para muchos autores, relatar la vida de los otros con retazos de la suya propia es una forma de esconderse tras las letras. ¿Cuándo decidió que nunca se escondería? ¿De dónde nace esa valentía?
–La verdad es que nunca he tenido mucho miedo a exponerme, pero siempre cuidándome del impudor o la confidencia innecesaria. La poesía es, creo, un género que desnuda bastante. La novela, en cambio, te permite esconderte mejor o en ella, muchas veces, lo que te ocupa es la vida de los otros. Es en Lo que no tiene nombre donde lo autobiográfico aparece por primera vez en toda su verdad. Y en La mujer incierta, ya me atrevo a hablar de mí directamente. Ya tengo edad para hacer balances, pero siempre tratando de hablar de la experiencia colectiva. Pero de todas maneras me reservo muchas cosas. Exponer toda la intimidad no tiene ningún sentido.
–¿Empezar a leer y a escribir pronto es una forma de aprovechar el tiempo?
–No se trata de aprovechar el tiempo, sino de ensanchar tu propia experiencia. Eso hice desde los cinco años, cuando aprendí a leer. Los cuentos infantiles activaron mi fantasía. Y en la adolescencia empecé a hablar conmigo misma a través de los libros. Y a adquirir sentido crítico.
–¿Caminó primero usted hacia las letras o ellas caminaron primero hacia usted? ¿Cuál fue su punto de encuentro?
–En realidad el punto de encuentro lo propiciaron mis padres, que me introdujeron en los libros. Ya luego la lectura se convirtió en mi propia búsqueda.
–Hoy, la adolescencia se ha convertido casi en un 'concepto vital indeterminado': sus límites son imprecisos, lo que debieran ser las vivencias pautadas en todos los campos (aspiraciones, sueños, responsabilidades, relaciones) han perdido la pauta, y pareciera una edad ingobernable. ¿Qué encontró usted entre los adolescentes a los que enseñó? ¿Cómo aprovechó ese encuentro?
–En casi toda adolescencia –y así lo viví yo– hay desconcierto y confusión, y también cierta ligereza. Pero cuando enseñé a adolescentes también encontré ternura y necesidad de acercamiento. Aunque también, en ocasiones, algo de cinismo, de fingida indiferencia por los demás.
–Ya en 'De círculo y ceniza' aparecieron varios temas que han sido una constante en su obra: la soledad; la observación del otro, no como un objeto, sino como un ser palpitante y muy físico, y el compromiso social. ¿Por qué le siguen interesando?
–Creo que todo escritor tiene sus obsesiones. Durante mucho tiempo me interesó recrear la infancia. Y más tarde la familia, con sus nudos y su posibilidad de conflicto. Creo que no puede haber literatura sin curiosidad por el otro, por el distinto. Escribir es una forma de conocimiento.
–Ha hecho de la igualdad entre hombres y mujeres una de sus causas, o de sus intereses, o de sus pasiones, como quiera llamarla. ¿Lo ha hecho a partir de la experiencia de la desigualdad, o desde el convencimiento de que sin ella es imposible una vida civilizada?
–Creo que no hay mujer que no haya experimentado alguna vez un trato desigual. Y ahí me incluyo. Pero no me considero una militante de la causa. Solo soy una escritora que ve la realidad y la consigna, y esa es una cara de la realidad que me ha ido interesando cada vez más. Y que se me impuso como un tema importante en mi último libro, 'La mujer incierta'.
–Usted vivió los años más difíciles de Colombia, en lo político y lo social. ¿Cómo se ha reflejado ello en su obra? ¿Qué secuelas personales y literarias le ha dejado?
–Vivir en un país como Colombia, donde la violencia es una constante, es algo que nos marca a todos los que vivimos allá. Es algo que aflige, indigna, desesperanza. Mi literatura no puede ser ajena a ese tema, que aparece sobre todo en mi poesía. Pero no diría que sea uno de mis temas vertebrales.
–¿Hay alguna 'capa' de usted, tejida con el sufrimiento quizá, que aún no ha salido a la luz? ¿Se guarda algo que nunca veremos escrito?
–Hay muchas capas mías, claro, que no han visto la luz y probablemente no la vean nunca. Todos nos guardamos algo que no queremos contar.
–¿Cultivar varios géneros es algo que todo escritor debiera hacer para completar su discurso? ¿Se puede ser sólo poeta, o novelista, o dramaturgo, o ensayista, sin sentir el 'pinchazo' de lo no experimentado, literariamente hablando?
–Creo que ningún escritor es más «completo» por trabajar diversos géneros. Los que lo hacemos es por necesidad expresiva. Pero un poeta que no escriba prosa o viceversa es completamente legítimo.
–¿Qué supone para usted estar en el Festival Internacional de Poesía de Granada? ¿Qué pretende ofrecer al público que la viene a oír?
–Estar en el celebrado Festival Internacional de Poesía de Granada es una oportunidad feliz de reencontrarme con amigos de muchos países, conocer poetas que admiro y acercar al público mi obra.
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