«Pienso que las buenas novelas no son las que te explican el qué, sino el porqué»
La escritora Men Marías tras publicar decenas de relatos y ganar el Premio Martín Gaite de novela, debuta en la primera división editorial con el noir 'La última paloma'
José Antonio Muñoz
Granada
Lunes, 7 de junio 2021, 00:29
Men Marías (Granada, 1989) es muy joven para haber tenido tanta vida detrás. Una vida que supura por cada una de las más de 500 ... páginas de 'La última paloma' (Planeta), un impresionante debut en la primera división editorial en el que la autora juega a tres voces con soltura y cuenta una historia con medio siglo de distancia entre uno y otro extremo. Se ha retirado de la abogacía para dedicarse a la escritura. Un salto que, tras esta novela, se antoja mucho más seguro.
–Le gustan los retos: tres voces para contar unos hechos muy truculentos.
–Creo que cuantas más voces haya, más rico es el relato. El punto de vista, el cambio de personas verbales, enriquece la expresión. Al final, se trata de hacer algo que quede, que no pase como algo rutinario, pero que a la vez sea ágil y se lea bien.
–¿Qué hay detrás del nombre de su protagonista, Patria Santiago?
–Es un nombre para no olvidarlo, sí... (sonríe). En realidad, no sabía ni que existiera el nombre, hasta que me lo encontré viendo una orla de la Universidad antiquísima. El nombre es tu etiqueta, y en este caso tiene mucho simbolismo. A pesar de llamarse así, Patria se siente muy apátrida, y de hecho, una de las dedicatorias de la novela es a los apátridas.
–Usted muestra en la novela el ecosistema que rodea a la base americana de Rota. Complicado.
–Lo es, mucho. Y muy desconocido. Esto fue lo que me fascinó cuando lo descubrí, porque es una instalación que forma parte de nuestra historia. Es interesante mostrar el choque cultural que en los años 50 supuso la llegada de los norteamericanos, y cómo transformaron la vida de un pueblo que era, literalmente, cuatro calles, sin agua corriente ni casi luz eléctrica. De repente, entraron allí los Rolling Stones, Elvis Presley, Mickey Mouse y la Coca Cola, así que imagínese.
–¿Cómo profundizó en la evolución de Rota en estos años?
–Básicamente, hablando con las mujeres de la calle. Era lo que más me fascinaba de mis visitas al pueblo, que me contaran cómo había cambiado todo tanto en tan poco tiempo.
–¿Cómo es Patria Santiago?
–Es un personaje que me daba mucho miedo. De hecho, mi agente me convenció de que no se lo tuviera. Es un personaje muy cambiante, no está en el lado de los buenos ni de los malos, y sin embargo, es quien tiene la responsabilidad de investigar el caso que origina la trama. Su principal característica es la forma de relacionarse con el dolor físico, en contraposición al mental, que todo lo juzga y lo cuestiona, la certeza del dolor corporal que se autoinflige le marca mucho.
–Tan marcada como está su vida.
–Sí, ha vivido acontecimientos como el día de su Primera Comunión que sobrecogen. Ha aprendido a relacionarse con ellas intercambiando un dolor por otro. Es una antigua boxeadora que considera a la cuchilla con la que se autolesiona como su paño de lágrimas.
–¿Cómo ha volcado su experiencia como abogada en la novela?
–Básicamente, me ha ayudado para explicar circunstancias que ocurren en la novela, pero sin cargar al lector con tecnicismos. También hay términos forenses que aprendí con un profesional; creo que si a mí me han enriquecido, también lo harán con el lector. El trabajo de abogado ayuda mucho a conocer a las personas, porque se encuentran en circunstancias complicadas, donde a veces se juegan su libertad. Intento plasmar que no hay personas malas 'per se', sino que la maldad nace de la necesidad: de amor, de dinero, de Dios incluso...
Utilidad
–¿Cree que la novela negra es útil para mostrarnos esa parte de la sociedad que no vemos?
–Por supuesto. Y además, tiene ese componente de explicación sobre la naturaleza humana, que te hace entender no quién es el asesino, sino los porqués de su actuación. Y además, aporta ese resarcimiento ficcionado, porque normalmente se hace justicia. Creo que es algo esperanzador, incluso. Para mí, las buenas novelas son las que te explican no el qué, sino el porqué.
–¿Ha visto en la vida real horrores similares a los que describe?
–He tenido casos muy complejos, sí. Una vez, en un turno de oficio, defendí a un acusado de lesiones del que descubrí que su madre le había mantenido encerrado en su habitación hasta los seis años. Llega un momento en que, sin justificar sus actos, te llegas a plantear qué harías tú en su lugar.
–Hay 60 años de diferencia entre las dos épocas en que se desarrolla la novela, y sin embargo, hay muchos elementos comunes en el decorado...
–Muchos. La avenida de San Fernando de Rota y sus bares para americanos siguen en pie. Y esto se mezcla con el paisanaje. Y hay circunstancias como las relativas al trato que se da a las mujeres que apenas han cambiado. Y se sigue tendiendo un manto de silencio en torno a esos casos. Cuando la moral no está en consonancia con la ética, algo va mal.
–¿Qué va a ocurrir con Men Marías a partir de ahora? ¿Se pondrá la toga de nuevo?
–Creo que no. Quiero dedicarme plenamente a la escritura, y me siento tan bien tratada en Planeta que estoy muy feliz.
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